Bélis, a 7 leguas de Aubigne, era el centro de las tierras de los Leclair. Era una zona de colinas escarpadas y valles estrechos y vieron cultivos en terrazas, mucho bosque y dehesas para el ganado. El propio pueblo se encontraba entre dos colinas, la menor coronada por la iglesia y la mayor, por la mansión de los vizcondes de Vizaret. Era una mansión alargada, que seguía la cresta de la colina y que había crecido desde una torre de piedra de origen, sin duda, militar.
Colette y Noel habían mandado a su cochero tan pronto llegaron a Aubigne para avisar de su visita y les esperaba un coche al bajarse de la diligencia, un elegante faetón tirado por mulas. Con los hermanos Leclair iban Michel, Marie y Chloé, que querían aprovechar el viaje al máximo.
Fueron recibidos en el jardín de la mansión, que se extendía en terrazas ladera abajo, por la vizcondesa, una anciana tan encantadora como aguda.
Continuar leyendo