Este año he vuelto a coger las vacaciones la segunda quincena de agosto. Esto tiene su parte buena y su parte mala. La buena es que a la vuelta las tardes son más cortas y el calor sevillano da sus últimos coletazos. La mala es que puedo llegar muy necesitado a las vacaciones. Este año ha sido de esos: julio ha sido un no parar de principio a fin y en agosto me ha golpeado el estrés acumulado. Hemos hecho menos de lo que tenía previsto, pero andaba necesitado de hacer nada.
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¡Hasta siempre, mi querido Alphonse!
Me enamoré del Toyota Auris desde la presentación del prototipo dorado y en 2008 conseguí comprarlo.
Eran tiempos más civilizados, donde los SUV no se habían vuelto omnipresentes y los monovolúmenes tenían su cuota de mercado. El Auris presentaba un estilo monovolumen: el piso estaba a mayor altura sobre la carretera (no así el fondo, que dejaba la misma altura libre que un turismo normal), lo que hacía más cómo entrar y salir; también era más alto, lo que daba más espacio interior; la posición de sentado era más natural, con las rodillas rectas o casi y el piso trasero era completamente plano, sin túnel de transmisión. Era un coche amplio y cómodo.
Loreena McKennitt en concierto
En 1992, entre 1º y 2º de BUP, encontré una tienda nueva de discos en el pueblo y entré preguntando por Mike Oldfield y [The] Alan Parsons [Project]. Con una sonrisa, el dueño me dijo “Ven, te voy a enseñar algo mejor”. Salí de allí con el Elemental en cinta. En aquel entonces, yo tenía dinero (ahorraba bastante de la paga semanal) y en los siguientes días cayeron el Parallel Dreams y el The Visit. De paso, dejé de tener dinero.
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Un tesoro hallado
Hace unos días, en casa de mis padres encontré una carpeta clasificadora negra (1) que no recordaba. Por el nombre de las asignaturas escritas (ingeniería térmica, resistencia de materiales…), debí usarla el último año en la universidad. Terminó conteniendo rol, como todas las que tuve en aquella época, algunas tras el curso, otras, como la roja de Nephilim, compradas ex profeso. Luego, la vacié y la descarté y quedó con restos: unas tablas de estadísticas, una copia impresa de un módulo de Nephilim en francés, currículums viejos y, ¡oh, sorpresa!, algo que había dado por perdido hace muchos años:
La hoja de personaje máster de The Babylon Project que venía en la pantalla.
Otro año más en la contienda
Pues resulta que se acaba ya 2023. No tengo muy claro dónde se ha ido, porque el invierno fue movido y lento (se fueron dos compañeros del departamento y hubo que reestructurar muchas cosas), en primavera estábamos haciendo planes para el verano y… es 29 de diciembre.
Ha sido un año extraño, marcado por las lesiones de Menxar y donde mi estado de ánimo ha ido dando tumbos, con una profunda astenia primaveral que no me daba desde la universidad y una crisis en noviembre, donde se me vino el mundo encima. De momento, lo voy tramposeando centrándome en el trabajo. Con extra de trabajo.
En la parte lúdica ha ido peor. Llevo desde antes de pandemia con una campaña que no me gusta dirigir y que había ido solventando con oficio, pero en septiembre decidí colgar los dados tras una partida nefasta por mi parte. Sólo quedan tres aventuras y sé que todo es sentarse, prepararlas y luego dirigirlas, pero ahora mismo no soy capaz. Como no tengo tiempo ni para respirar (ver párrafo anterior), de momento puedo escaparme. Pero tengo una campaña de Runequest (The Red Cow, de Heroquest) esperando y no puedo dedicarle tiempo mientras no cierre Baile de máscaras.
El blog también está casi abandonado (11 míseras entradas). Sobrevive de normal con la narración de mis campañas y las nueve aventuras jugadas este año están sin escribir. El que sí he resucitado un poco es el otro, el de informática.
En fin, un año raro, otro más desde pandemia. Un año más que seguimos, de alguna forma, por aquí. Ya veremos que trae el siguiente (llevamos pandemia, guerra, genocidio… a ver qué toca).
Nos vemos en el Forlon.
Sacrificio a Mammón
Este septiembre he dibujado un intrincado sello (sacado del Clavículas de Salomón que tengo en la estantería) y he utilizado un afilado cuchillo lleno de símbolos místicos para sajar mi tiempo libre y ofrecérselo a Mammón, dios de la codicia. En román paladino, he empezado a hacer de lancero libre por las tardes, para traer unos maravedíes más a casa. He empezado a apuntar en mi hoja de pj las pérdidas de puntos de cordura que conlleva estar todo el día con SAP a vueltas y espero adaptarme pronto, por mi salud y mi cordura.
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El síndrome del máster eterno
Aunque ya había jugado alguna partida suelta en el instituto, cuando de verdad empecé a jugar a rol fue en Madrid, en la universidad. Jugué y luego me animé a dirigir, pero fue la única época de mi vida en la que jugué más que dirigí. En mi etapa en Badajoz podría contar las partidas jugadas con los dedos de dos manos, pero dirigí tres años de una gran campaña de Nephilim y me las apañé para dirigir también bastante a Pendragón, junto con algunas partidas sueltas de otros juegos (Comandos de guerra, Cyberpunk, Babylon Project, Piratas!!).
La primera década del siglo la puedo dividir en dos partes claras: la primera, donde apenas hubo rol práctico (le di mucha caña a Runequest, hasta el punto de quemarlo para quince años, pero mucho de desmontar y montar el sistema de juego y discutir en foros y listas de correo más que llevarlo a una mesa que no tenía entonces, por cuestión de lejanía física). En la segunda mitad, descubrí Ánima Beyond Fantasy (otoño 2005) y, poco a poco, volvimos a montar mesas de juego. Como máster, of course, pero también conseguí jugar alguna partida.
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Vacaciones accidentadas
(Disclaimer: esta entrada lleva spam a punta pala).
Este año he tenido las vacaciones a primeros de julio, por primera vez en muchos años. Y empezaron mal, con el coche en el taller. Paso la revisión todos los años para el Corpus y en esta visita le sacaron a Alphonse unos cuantos problemas que requerían arreglo antes de meternos cerca de 3000 kilómetros cruzando España. Total, que de salir el viernes nos olvidamos, porque las fugas eran más graves de lo esperado en un principio y las piezas necesarias llegaron tarde. El sábado intentamos paliar este gatillazo vacacional dando una vuelta por Sevilla, que me llevó a probar el helado de palmera de Bolas (¡qué cosa más rica!), pero el lunes y el martes por la mañana fueron de mordida de uñas. ¿Saldríamos de vacaciones?
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George Winston
El pasado 4 de junio nos dejó George Winston, mítico pianista de las nuevas músicas y artista más reconocible del no menos mítico sello Windham Hill. Posiblemente, el primer nombre que se nos venga a la cabeza al pensar en un pianista de finales del XX. Descansa en paz y gracias por todo.
Disclaimer: yo siempre he sido más de Narada y al pensar en pianista, el primer nombre que se me viene es David Lanz, pero George Winston vendrá detrás.
Ian Bairnson
Me entero por mi hermano de que el 7 de abril de este año nos dejó el guitarrista Ian Bairson, uno de los pilares fundamentales y más reconocibles de The Alan Parsons Project.
Descansa en paz y gracias por todo.