La noche del lunes fue seguida por la mañana del martes. Para Colette, una mañana de mordida de uñas. Sin noticias de Julien, tuvo que ir a su turno en el hospital, donde fue asaltada a preguntas por sus compañeros de prácticas y por los médicos. La noticia de la muerte de la prometida del archicanciller era ya de dominio público y que un capitán de la Guardia se la llevara el día anterior espoleaba la imaginación.
En palacio, Julien se sentía desbordado. El marqués de l’Aigle Couronné no aparecía por ninguna parte, el papeleo de su pequeña unidad se amontonaba en su mesa y el archicanciller quería respuestas. Jacques y Michel se presentaron después del desayuno, pues querían saber cómo terminaba la historia, y ahora los tenía curioseando en su despacho. Michel tenía noticias sobre el marqués. Al volver a casa, había parado en casa del marqués de La Tour d’Azur para informar de lo ocurrido y encontró a l’Aigle Couronné. Los dos marqueses estaban preparando la expedición a la cámara élfica reabierta. Así que había aprovechado para contar lo ocurrido, haciendo hincapié en la presencia del minotauro con la marca del marqués de Saint Michel. Si no había noticias suyas, le dijo a Julien tras mentir sobre los motivos de su visita a La Tour d’Azur, es porque seguirían aún con su expedición.