Tras el funeral de Adelaïde de Beaumont, el marqués de l’Aigle Couronné envió a Noel Leclair a investigar la estancia del falso minorita, escoltado por Julien Lafleur. El registro de la estancia dio con un libro oculto en el colchón de lana. Una especie de diario con un cifrado que les recordó al de Laora de Ourges.
Noel, con la ayuda de Irène Dufor, descifró rápido el diario, confirmando sus sospechas: el tándem que formaban el Culto de la Carne y la Víbora habían vuelto a Chaville. El diario era una especia de libro de contabilidad que recogían los movimientos de los últimos meses e indicaba el siguiente embarque de mercancía, principalmente jóvenes para los mercados de esclavos del Kushistán, en la próxima luna llena, en la Isla de los Huesos.
Michel y Colette conocían dicha isla, el primero de oídas, la segunda por haber pasado por ella en sus prácticas: había a poniente de Chaville un archipiélago de islotes y arrecifes, con canales poco profundos y traicioneros, separados de la costa por un canal que sólo seguían los barcos de cabotaje. Era un lugar de mala fama, contra el que habían terminado muchos barcos en días de temporal o guiados por fuegos traicioneros. La Isla de los Huesos era el islote más meridional, el que más se veía desde mar abierto, y recibía su nombre de los esqueletos de barcos blanqueándose al sol. Un lugar donde los contrabandistas se sentían a salvo, pues no había barcos de la Armada capaz de adentrarse en aquellas aguas traicioneras.