George Winston

El pasado 4 de junio nos dejó George Winston, mítico pianista de las nuevas músicas y artista más reconocible del no menos mítico sello Windham Hill. Posiblemente, el primer nombre que se nos venga a la cabeza al pensar en un pianista de finales del XX. Descansa en paz y gracias por todo.

Disclaimer: yo siempre he sido más de Narada y al pensar en pianista, el primer nombre que se me viene es David Lanz, pero George Winston vendrá detrás.

Ian Bairnson

Me entero por mi hermano de que el 7 de abril de este año nos dejó el guitarrista Ian Bairson, uno de los pilares fundamentales y más reconocibles de The Alan Parsons Project.

Descansa en paz y gracias por todo.

Patrimonio de la Luz

Todos los veranos hay tiempo para visitar algún sitio nuevo. Este año, descubrimos Patrimonio de la Luz, nombre, un tanto pomposo, que recoge las canteras de la zona de Hontoria de la Cantera, al sur de Burgos dirección Soria. Fue un encuentro fortuito, que surgió de nuestra tradicional visita a Covarrubias y un cartel promocional.

La rampa de La Catedral, con las puertas al fondo. La cámara de Menxar tiene sangre enana; yo iba trastabillando en la oscuridad, como buen humano.


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No te echaré de menos, 2021

Decía el año pasado por estas fechas que 2020, sin ser un año que dejara buenos recuerdos, se iba sin dejarme sin más daños que los sufridos por mi salud mental. De 2021 no puedo decir lo mismo. Ha sido un horror de año, en el que la vejez parece haber hecho presa en mí. Una gripe en invierno, aislado y con el temor al Covid de marras, me dejó unos problemas de ansiedad que me han perseguido buena parte del año. Tras la gripe, tomó el relevo la rodilla izquierda, quizás por efecto de los diez días encerrado en el dormitorio. Los problemas para conseguir cita médica agravaron otros problemas, aunque para diciembre (sólo 8 meses después) ya sabía que el menisco había caído por fatiga de materiales (mala calidad que es uno).

Llegó un punto en el que ni el trabajo, donde me refugié en 2020, servía de alivio y se fue sumando el fallecimiento de mi abuela, problemas de estómago, efectos secundarios de la vacuna, efectos desagradables de la ansiedad y alguna cosa adicional de origen desconocido. Total, que llegué a las vacaciones de agosto pidiendo la hora. Por fortuna, los diez días en mis pinares burgaleses ejercieron su acción curativa y me devolvieron al servicio activo.

Termino el año arrastrando achaques, pero mejor de ánimo. Ha sido un año escaso en lo lúdico, por confinamientos perimetrales y por salud. Avanzamos por Discord y en modo texto Baile de máscaras en primavera (un experimento de resultado interesante, pero agotador) y probé en mesa el nuevo Runequest y ahí lo aparqué todo. En otoño, jugué varias partidas de D&D5, retomando al bardo Íomhar mac Lyr (tras un inicio fallido de campaña en 2019), que reavivaron el gusanillo y, hace unos pocos días, 14 meses después de la última, volví a sentarme en mi lado favorito de la pantalla para volver con Baile de máscaras.

En fin, 2021 ha sido el año del fuego, el año del sufrimiento, el año de la destrucción, el año de la gran tristeza. A ver si el 2022 es el año del renacimiento, el año del júbilo, el año en que recuperemos lo que era nuestro.

Nos vemos en el Forlon.

Jon Mark

Me enteré el otro día por esta entrada que el blog Solsticio de invierno dedicaba a The Standing Stones of Callanish de la muerte el febrero pasado de Jon Mark. Jon Mark fue uno de los muchos y grandes músicos que conocí en Discos Tak, donde entré con 13 años a curiosear y salí con el Elemental de Loreena McKennitt y el convencimiento de que iba a estar corto de dinero desde entonces.

A Jon Mark lo conocí por el Land of Merlin, el único disco suyo que tuve en cinta. Fue un disco que me resultó muy evocador y fresco (fresco en el sentido de lluvia, musgo, robles mecidos por el viento, Tintagel a la luz de la Luna con el mar rompiendo a sus pies…) y que, en los años siguientes, se convertiría en un fijo para estudiar, pues cumplía sobradamente con lo que yo necesitaba: tapaba el ruido ambiente, no obligaba a escucharlo, pero ahí estaba, para, en los descansos, transportarme de forma inmediata a los paisajes artúricos.

Alhambra, su siguiente disco, fue, si no el primer CD que me compré, el segundo (compite con Dali, the Endless Enigma) y tardé como que un año en poder escucharlo (en escuchar el CD, entendámonos; antes conseguí que un amigo me lo grabara en cinta). Luego vino Celtic Story, A Sunday in Autumn y The Leaving of Ireland. Más discos no encontré en su día (algo que me fastidió especialmente con The Standing Stones…) y luego dejó de interesarme ese tipo de música. Hace años que apenas escucho algo de él, salvo A Sunday in Autumn, que pongo siempre en casa un domingo de otoño.

Sólo conocí una parte de su carrera y sólo lo seguí durante una pequeña parte de mi vida. Aun así, es un músico que me es muy querido y me fue y es muy importante.

Descanse en paz y gracias por todo, Jon Mark.

John, Nadia, Arkady, Sax, Hiroko, Ann…

Ha sido un fin de enero y comienzo de febrero peculiar. Comencé con síntomas compatibles con ya-sabes-qué poco después que un compañero de trabajo y un par de días antes que un tercero. Me tocó aislarme en el dormitorio, con el contacto con mi mujer reducido a lo mínimo (pasarme la bandeja de la comida o recogerla), en el momento en el que la tercera ola rugía con más fuerza.

Antes de encerrarme, busqué algo para leer. Vale, iba con ordenador y teléfono y una biblioteca en el Calibre de miles de volúmenes, pero hay algo en un libro de papel que me resulta cálido, tranquilizador. Reconozco que hace años que casi no leo, pero fue pensar en fiebre + cama y, automáticamente, se añadió libro a la ecuación. Entré el despacho y la mano fue sola a Marte rojo.

Conocí la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson en los 90, en la universidad. Los había comprado mi tío, con quien me quedaba en Madrid. En los años siguientes me los volvería a leer un par de veces y aún tengo en el disco duro mapas de la NASA a color de Marte, que usaba para seguir los viajes de sus protagonistas.

Hace más de veinte años que no me acercaba a Marte. Pero acudí a ellos sin pensar. No hay nada como pasar un mal trago en compañía de buenos y viejos amigos. Viajar otra vez con John Boone, Frank Chalmers, Maya, Nadia, Arkady, Sax, el silencioso Simon, el discreto Spencer, Hiroko y su grupo; compartir con Ann su profundo amor por Marte y sus no menos profundas depresiones; sentir el desolador vacío del espacio con Peter; sufrir durante el viaje en rover del 61 o aborrecer a Phyllis y, alegrarme de que sobreviviera a lo de Clarke. Tampoco se me ocurría mejor última lectura, llegado el caso.

Al final, diez días aislado. Síntomas leves y mucha ansiedad. Fuimos dando negativo en las PCR todos los implicados y estoy por encargar una camiseta que diga «yo pasé una gripe en 2021». Me está llevando bastante más liberarme de la ansiedad y recuperar el sueño y el ritmo normal de mi cuerpo que el tiempo que he tenido síntomas de algo. Cuando pasas el invierno medio asfixiado con flema y mocos y dolor esporádico en el pecho por lo mismo o por un poco de ansiedad, el sospechar que has cogido el bicho no ayuda en lo más mínimo a la salud mental.

Pero, bueno, Marte es más verde, Sax se enfrenta a la etapa más frustrante de su vida y estoy paseando por la extraña ciudad de piedra de Medusae Fossae con Art, Coyote y Nirgal.

Satai Delenn

Se me ha convocado y he venido. En nombre de Valen, ocupo el lugar que se ha dispuesto para mí. Soy Gris. Estoy entre la vela y la estrella. Somos Grises. Estamos entre la oscuridad y la luz.

Me he despertado esta mañana con la triste noticia en el Twitter de JMS. Adiós, Mira Furlan, y gracias por todo.

Desde 2021…

…ofreciéndole el mejor servicio.

José el Cubano Sánchez Aguamejía creó Cuberterías de Albacete, Import & Export durante el 2021. Fue una tapadera para el tráfico de armas al por menor con el que complementaba sus negocios legales (como Guardaespaldas el Cubano). Eso fue en 1998, en una campaña de Cyberpunk 2020 que sigue siendo la mejor campaña que he jugado (soy, por obligación, máster eterno, así que tampoco es que haya tenido muchas oportunidades desde entonces). En 1998, 2020 quedaba más que lejos.

En diciembre de 2007 creé este blog. Aunque en un principio lo hice principalmente para narrar Guardianes del Grial, mi campaña de Nephilim, le di el único nombre posible (CdA es, por ejemplo, el espacio de nombres raíz en mis proyectos de programación personales) y escogí el lema «Desde 2021…» porque el 2020 quedaba igual de lejano. No le daba yo al blog más de dos o tres años de vida, como para pensar en que el lema dejaría de tener gracia cuanto más nos acercáramos al 2020. Tampoco me planteaba yo para entonces, donde mi relación con los juegos de rol era más teórica que práctica por falta de jugadores, que en 2020 pudiera seguir jugando.

Y el tiempo pasa, Sam, y resulta que el año 2020 se acaba. Y Cuberterías de Albacete, I&E lleva 13 años en línea. Hace 15 años que me regalaron Ánima Beyond Fantasy, mi juego de cabecera todo este tiempo. 17 han pasado desde que inicié mi reconversión a administrador de sistemas (y 7 desde que terminé como programador). 24 desde que empecé a jugar y a dirigir de forma regular (Star Wars D6 fue mi primer juego como máster, una única partida; nunca lo he vuelto a tocar, ni a un lado ni al otro de la pantalla) y 27 o 28 de mi primera partida. Y encaro una nueva década con ganas de hacer rodar los dados, de hacer de médium para más historias que desean ser contadas, con ganas, en definitiva, de seguir sentándome con los amigos alrededor de una mesa y disfrutar.

No es 2020 un año que vaya a dejar buenos recuerdos, pero parece que saldré sin más daños que los sufridos por mi salud mental. En el blog terminaré con algo más de 40 entradas, bastante mejor que las 28 del año pasado o las 26 de 2018. Cierto es que la mayoría son relatos y resúmenes de mis campañas, que poco interés va a despertar salvo para los jugadores, con lo que seguimos en un rinconcito de la bloguesfera, sin llamar la atención.

No ha sido mal año para el blog, en todo caso, y creo que es una buena despedida para el lema, que deja de tener sentido en el momento en que entremos en 2021. De aquí a fin de año tendré que pensar en el nuevo.

Nos vemos en el Forlon.

PD: estaría bien que el 2021 no saliera demasiado cabrón. En el trabajo hay mogollón de proyectos que piden sitio. Tengo Runquest Glorantha y seguimos con Baile de máscaras. De lo de jugar, ya me he rendido. Está claro que me retiraré como máster sin haber jugado otra campaña como jugador.

Sobreviviendo

El jueves pasado tuvimos la primera partida desde febrero. Un paso para recuperar mi vida normal tan deseado como necesario. Han sido y son días difíciles. Por fortuna, me he escapado de ERTE y demás, ya que en mi departamento teníamos trabajo de sobra por hacer y el que el resto del mundo esté parado hasta nos favorece. He tenido tiempo de probar el trabajo desde casa: tengo una habitación que hace de despacho en el piso y sólo tuve que traerme un monitor y la silla de la oficina (la que tengo en casa no es para estar mucho rato). Ya teníamos antes VPN para acceso remoto (comerciales, nosotros para emergencias y actualizaciones en horas peculiares) que hubo que estirar para dar acceso al resto del personal que se quedaba. Días de agobio al principio, con muchas horas echadas en soporte; luego, poco a poco la rutina: mcuho tiempo para programar, mucho trabajo avanzado.

En la Cubanocueva, cuando aún hacía frío


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Marcos Mundstock

El día 22 de abril nos dejaba Marcos Mundstock. No hay mucho más que decir. Es el tercer integrante de Les Luthiers que nos deja y el más visible. El narrador de sus espectáculos, la voz que nos presentaba las obras, que nos hacía reír con lo que decía y con lo que no decía.

Mi primer contacto con Les Luthiers fue en la universidad. Un amigo me dejó una gastada cinta de audio, preparada para empezar con Cartas de color, ya saben, la de «Yo nací en el África…». El tiempo pasa y casi no nos damos cuenta de todo lo que vamos echando a la mochila.