Este septiembre he dibujado un intrincado sello (sacado del Clavículas de Salomón que tengo en la estantería) y he utilizado un afilado cuchillo lleno de símbolos místicos para sajar mi tiempo libre y ofrecérselo a Mammón, dios de la codicia. En román paladino, he empezado a hacer de lancero libre por las tardes, para traer unos maravedíes más a casa. He empezado a apuntar en mi hoja de pj las pérdidas de puntos de cordura que conlleva estar todo el día con SAP a vueltas y espero adaptarme pronto, por mi salud y mi cordura.
Ciertamente, no me he metido en esto sólo por codicia (donde dice codicia léase también «tengo que pintar o sustituir el coche antes de que el óxido vaya a más»). También intervienen dos factores más:
El primero es que llevo tiempo con ganas de probar algo distinto a mi trabajo. Estuve a punto de dejar la empresa en dos ocasiones en los últimos años, la primera mediada la pandemia, por hartazgo y la segunda el año pasado, por dinero. De la primera llegué a estar de entrevistas que no cuajaron y luego la cosa se reanimó con proyectos interesantes en el curro. Con la segunda se me adelantaron unos compañeros y eso hizo que la empresa se diera cuenta de lo difícil y caro que resulta encontrar programadores con la experiencia que tenemos. Como resultado, este año me están llegando ofertas con salarios por debajo de lo que cobro (¡Señor, ¡qué ven mis ojos!) y voy a empezar el tercer curso del año (que creo hace la quinta formación que recibo desde 2011). Sin embargo, sigo con la gusa de probar algo distinto y ver cómo trabajan otros, y esto me lo permite sin cambiar de empleo.
Por otra parte, no estaba haciendo nada con mi tiempo libre. Y cuando digo nada, es nada. Llevo una temporada demasiado larga donde mi vida se reduce a levantarme, ir a trabajar (y disfrutarlo, estar activo y creativo), llegar a casa y entrar en modo vegetal hasta la hora de dormir. Los fines de semana, pues a vegetar más. No escribo en el blog, no preparo partidas, no juego a videojuegos, no leo y tampoco me pongo al día con la interminable lista de películas y series que voy marcando en las plataformas digitales. No es raro que me pase unos días o semanas en primavera, pero esta vez ya va por demasiados meses.
Éste es el segundo factor. Un intento de obligarme a hacer cosas (de las que no puedo escaquearme), para ver si así arranca de nuevo el motor.
Veremos cómo sale todo esto. Por lo pronto, voy a tener un otoño (o segunda parte del interminable verano) estresante.
Nos vemos en el Forlon.
Yo también llevo meses así y además compartimos oficio (e incluso ciudad!), así que te entiendo perfectamente, aunque en mi caso aún no encontré el punto dulce del que hablas en el curro. Yo sí sigo preparando partidas pero cada vez tengo menos ganas. Estoy con una crónica de Vampiro que empezamos antes de verano y que por vacaciones interrumpidos y ahora retomamos, y me cuesta cada vez más. Últimamente estoy dejando de jugar e incluso de comprar rol porque cada vez me entusiasma menos. La verdad es que me noto quemado y no sé si es únicamente por el trabajo, la verdad.
Duele oír eso. Cierto es que en nuestra profesión es fácil quemarse y conozco más de un caso que ha cambiado totalmente de carrera profesional. Creo que, en mi caso, pese a que he tenido algunas malas rachas, me he salvado porque no trabajo en el mundo de la consultoría. Pero por breves que fueran, también afectaron a mi vida fuera del trabajo. Si te ves cansado de los juegos de rol, puedes probar a cambiar de hobby una temporada: videojuegos, juegos de mesa, lectura, cocina… Si llenan, guay, tampoco pasa nada por cambiar de hobbies. Si no, pues igual el problema está en otro lado. Hay que cuidar la cabeza, que es la única que tenemos.
Por otra parte, viviendo en la misma zona, bien podríamos quedar un día para tomar algo y ponernos caras.
Perdona la tardanza en contestar. Llevo una temporada que apenas miro el blog, más allá de para comprobar que está online y que estoy al tanto de los pagos.
Últimamente estoy volviendo a retomar la lectura. Es algo que siempre me ha encantado pero que con el tiempo he dejado de hacer. Y me refiero a libros normales, al estilo de novelas, no manuales de rol. También he vuelto a ver videos de partidas de rol, que siempre me han gustado.
Por otra parte, por mí seria genial quedar en físico y debatir sobre lo divino y lo humano.