Decía el año pasado por estas fechas que 2020, sin ser un año que dejara buenos recuerdos, se iba sin dejarme sin más daños que los sufridos por mi salud mental. De 2021 no puedo decir lo mismo. Ha sido un horror de año, en el que la vejez parece haber hecho presa en mí. Una gripe en invierno, aislado y con el temor al Covid de marras, me dejó unos problemas de ansiedad que me han perseguido buena parte del año. Tras la gripe, tomó el relevo la rodilla izquierda, quizás por efecto de los diez días encerrado en el dormitorio. Los problemas para conseguir cita médica agravaron otros problemas, aunque para diciembre (sólo 8 meses después) ya sabía que el menisco había caído por fatiga de materiales (mala calidad que es uno).
Llegó un punto en el que ni el trabajo, donde me refugié en 2020, servía de alivio y se fue sumando el fallecimiento de mi abuela, problemas de estómago, efectos secundarios de la vacuna, efectos desagradables de la ansiedad y alguna cosa adicional de origen desconocido. Total, que llegué a las vacaciones de agosto pidiendo la hora. Por fortuna, los diez días en mis pinares burgaleses ejercieron su acción curativa y me devolvieron al servicio activo.
Termino el año arrastrando achaques, pero mejor de ánimo. Ha sido un año escaso en lo lúdico, por confinamientos perimetrales y por salud. Avanzamos por Discord y en modo texto Baile de máscaras en primavera (un experimento de resultado interesante, pero agotador) y probé en mesa el nuevo Runequest y ahí lo aparqué todo. En otoño, jugué varias partidas de D&D5, retomando al bardo Íomhar mac Lyr (tras un inicio fallido de campaña en 2019), que reavivaron el gusanillo y, hace unos pocos días, 14 meses después de la última, volví a sentarme en mi lado favorito de la pantalla para volver con Baile de máscaras.
En fin, 2021 ha sido el año del fuego, el año del sufrimiento, el año de la destrucción, el año de la gran tristeza. A ver si el 2022 es el año del renacimiento, el año del júbilo, el año en que recuperemos lo que era nuestro.
Nos vemos en el Forlon.
Hay años jodidos, eso es indiscutible. Meses en los que encadenas una desgracia con otra. Las cosas tienen a mejorar o, al menos, a estabilizarse, así que te deseo que el 2022 sea mucho, mucho mejor que este. Un abrazo.
No suelo ser de los que escriben post.
¡ Mucho animo!: Lo mas probable es que la cosa no vaya a peor.
Un abrazo.
Gracias a los dos por comentar. Esperemos que el 2022 venga mejor para todos (aunque aún nos falta la invasión alienígena, Godzilla y el meteorito).