Dupois, la ciudad del cisne blanco, la joya de la corona de Gabriel, edificada en una zona de manantiales y lagos que alimentaban el Carignan. Sus grandes bulevares, sus magníficos palacios y teatros, sus populosos barrios se levantaban en terreno ganado a las marismas y, a su alrededor, granjas, ríos, bosquecillos y los lagos supervivientes lucían hermosos y perfectos, como si un regimiento de jardineros obsesionados e incansables cuidasen de que hasta la última briza de hierba estuviera en armonía con el resto. Las aves que invernaban en los lagos seguían siendo la estampa más conocida de la ciudad y el espectáculo de la migración de primavera, es especial de los cisnes, había sido tema de poemas, sonatas y sinfonías y era festejado con verbenas y bailes de toda condición social.

La Danza de los Carruajes
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