Nimaminanión, heraldo de Caos

Nima, para los amigos.

En visión-ka es un bellísimo y delicado ser andrógino, de cautivadora sonrisa, plateado y de aspecto angelical. Le gusta moverse entre bastidores y usar a sus siervos, o a cualquiera que caiga bajo sus poderes ilusorios, para el trabajo sucio. Sin embargo, cuando los Guardianes le encontraron, hacía muy poco que se había librado de la Prisión y estaba emocionalmente inestable. De ahí que cometa errores bastante tontos o el miedo irracional hacia la Marca de la Diosa. Su aparición en esta parte de la historia es muy breve y descafeinada, pero lo volveremos a ver en el futuro.

Sigue un boceto de reglas propias para seres agarthianos (nephilim en un principio, pero ya veremos que no sólo ellos). Resumiendo mucho, en la Tierra (plano material, que diríamos) aparece como un ser de un solo ka-elemento, el dominante, que toma el valor del opuesto mayor (el 20% de su ka real). Mantiene los bonos a las características que le corresponden y puede usarlos como si fueran características reales, es decir, para formar un cuerpo físico, esto es, al contrario que un nephilim, no necesita un simulacro. También puede ocupar un humano, de forma similar a los nephilim con sus simulacros, sólo que en este caso puede abandonarlo libremente. Si su ka es reducido a 0, no muere si no que es expulsado a su plano de origen (que no es la Prisión, pero tampoco un lugar al que quiera volver). El auricalco le afecta como a los nephilim.

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Montségur y VII – La Prieuré en acción

El mal tiempo y las corrientes adversas retrasaron a Sigbert y a Constancio. Era ya enero cuando desembarcaban en Aigues-Mortes, por lo que el asedio llegaba a su fin cuando llegaron al Montségur. El eques Gavin Montbard de Béthune les dio la bienvenida en el campamento que los templarios habían montado en el lado sur de la garganta del Lasset, con una buena vista sobre el castillo. Gavin había llegado con un pequeño destacamento templario a principios del verano y había estado en contacto, vía paloma mensajera, con Sigbert durante todo el viaje de este, así que tenía todo dispuesto según sus instrucciones.

Lo primero había sido formar un grupo operativo. Sus templarios estaban descartados, claro, así que había echado mano de faidits, montañeses, furtivos y guerrilleros. Básicamente, los mismos que estaban aprovisionando el Montségur. Hacerse con su ayuda no fue difícil: la Prieuré llevaba años financiando y armando a los faidits a través de banqueros lombardos y pisanos y a través del Imperio Germánico, con las posesiones que estos habían perdido frente al invasor como garantía y que cada vez tenían más difícil recuperar. Los asfixiados faidits habían recibido carta de sus acreedores durante el verano canjeando sus deudas por un breve tiempo de servicio a frey Gavin. Con el resto había sido más o menos igual: frey Gavin había ayudado a muchos de ellos, o a amigos y parientes, dándoles cobijo, provisiones e información y ahora cobraba esos servicios. Sólo tuvo que convencerlos de que lo que iban a hacer era perjudicar a la Iglesia de Roma y al rey francés. De igual forma, frey Gavin añadió a la nómina informadores varios en el campamento francés, incluyendo el copero de Hugues des Arcis, hombre muy dado al juego.
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