Mahoutsukai no Yome

Adaptación del manga del mismo nombre y precedida por un ova a modo de precuela que puso los dientes largos, Mahoutsukai no Yome ha sido una de las mejores series de la temporada de otoño-invierno. La serie sigue las andanzas de Chise Hatori, una mestiza pelirroja que ve desde pequeña a criaturas mágicas, invisibles al ojo humano. Tras una infancia desdichada (el padre la abandona, la madre se suicida tras intentar matarla, los parientes se la pasan de mano en mano), es captada por un tipo extraño justo antes de intentar suicidarse que le ofrece una peculiar salida: venderse en una subasta especial. Así termina en manos de Elías Ainsworth, un extraño mago, un no-humano obsesionado con la humanidad que la quiere de aprendiz y esposa. A partir de ahí, seguimos las andanzas de Chise, adentrándose en el mundo sobrenatural y encontrando a un montón de gente peculiar.

Mahoutsukai no Yome está ambientada en Inglaterra y presenta muy bien el mundo sobrenatural de las islas, que debe resultar muy exótico para el lector/espectador nipón: diseño aparte, la serie recoge muy bien la extraña moralidad (o falta de) de las criaturas feéricas, desde el propio Elías y su incapacidad para entender los sentimientos a las juguetonas hadas. Con ellas lidiará Chise, dispuesta a dejarse la piel ayudando como forma de justificar su vida.

La adaptación viene de la mano de Wit Studio (Shingeki no Kyojin y Koutetsujou no Kabaneri). Es una serie muy hermosa: entra por los ojos con un dibujo muy cuidado y colorista y atrapa con una narración bien hilada y un montón de personajes carismáticos. Ha sido de lo mejor de 2017.

La versión que he seguido ha sido la de Ñyuum.

Just Because

En sus últimos meses de bachillerato, un chaval vuelve al instituto del que se fue tres años antes, encontrándose con viejos amigos y viejos amores. Éste es el planteamiento de Just Because, serie de otoño de 2017, con historia de Kiseki Himura (Getsuyōbi no Tawawa) y de Hajime Kamoshida (Sakura-sō no Pet na Kanojo), dirigida por Atsuchi Kobayashi y producida por el estudio PINE JAM (Gamers!).

Eita, el protagonista, y Ena Komiya, posiblemente lo mejor de la serie

No hay mucho que decir de la serie: no tiene un planteamiento ni un desarrollo originales; se limita a contar una historia sencilla y cercana de las relaciones entre los chavales y de sus preocupaciones por el futuro (universidad, trabajo…), con unos personajes que se hacen querer y con los que es fácil identificarse. Su falta de pretensiones es su principal baza. Tiene un algo que engancha y es de ver agradecido.

El apartado técnico no es para echar cohetes. El dibujo es curioso y distintivo, que entre tanto moe clónico se agradece, pero la animación en los primeros episodios es para irse a un rincón a llorar, en especial las del movimiento de los personajes contra el fondo (andando o subiendo escaleras).

La versión que he seguido ha sido la de Ani Henjin Fansub, con un gran curre en la traducción de las eternas conversaciones de LINE de la serie (hay tantas que, a veces, parece un anuncio de la dichosa aplicación).

Amaama to Inazuma

No sé si clasificar esta serie como «de cocina» o «extra ternura«. Tenemos un profesor de instituto y padre viudo que intenta sobreponerse a la pérdida de su esposa y criar a su hija. Ésta, de buen paladar, sufre no sólo la pérdida de su madre: también de quien le preparaba la comida, porque el padre y la cocina no se llevan nada bien. En una extraña carambola del destino, ambos terminan relacionándose con una de las alumnas del padre, una joven de buen yantar cuya madre, dueña de un cuco restaurante, no está casi nunca en casa tras haber encontrado más éxito en la televisión. Los tres formarán un extraño grupo de cocina, quedando en el restaurante de ella para aprender a hacer diversos platos que permitirán al padre y a la hija seguir adelante con su nueva vida.

¡A zampar!

No hay mucho más que contar de la serie: extra de ternura con recetas de cocina (no ver con hambre) en 12 episodios. Para verse un capítulo de tanto en tanto, soltar la lagrimita o la sonrisa y coger fuerzas para seguir en este mundo.

La versión que he seguido ha sido la de Unmei no Chikara.

Maoyuu Maou Yuusha

Me hice con esta serie en un reshare, me vi los primeros minutos y dije «Ah, serie de fantasía con héroe resultón y harén donde destaca la mala o la hija del malo», la guardé y me olvidé de ella. Hace unos días, buscando algo que ver durante la cena, la rescaté. Tras el primer capítulo, Menxar y yo nos miramos sorprendidos y nos pusimos a buscar más información sobre la «cosa» que acabábamos de ver y fuimos de sorpresa en sorpresa.


No te lo creerás, pero esta serie habla de rotación de cultivos, viruela, aranceles…

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Made in Abyss

La temporada de verano nos ha dejado un remake curioso de Marco. En este caso, tenemos a una niña de doce años, Riko (Miyu Tomita), con su mascota Reg (Mariya Ise, la princesa Raynesia de Log Horizon), un androide con apariencia de un niño de doce años, pilila incluida, y gran capacidad destructiva. La madre no ha desaparecido en los Andes, sino en el fondo de un abismo sin fin, lleno de peligros y maldiciones, en el que aguerridos exploradores se adentran para encontrar algunas reliquias, locura y muerte (el Abismo me recuerda a cierto cuento de William Gibson, qué queréis que os diga).

Riko y Reg. Clase práctica de limpiar y cocinar pescado del Abismo

Coñas aparte con Marco, la serie sorprende con diseño de personajes que da aires de serie infantil que no se corresponde para nada con lo descarnado y cruel de los episodios, con escenas con muy mala leche, incluyendo instrucciones de cómo hacer una amputación de emergencia. Hasta la conejita achuchable deja un regusto amargo de pobreza infantil, abusos y cosas peores.

La serie (12 capítulos normales y un especial de 47 minutos) adapta el manga del mismo nombre de Akihito Tsukushi, bajo la dirección de Masayuki Kojima (Monster) y con música de Kevin Penkin. Es de lo mejor, si no lo mejor, del año: diseño de personajes, guion, diseño de fondos, animación, música… Da gusto encontrarse con una serie tan redonda. Como el manga sigue en curso, la serie no tiene un final real (aunque cierra muy bien una etapa), por lo que veremos si hay segunda temporada en un futuro.

La versión que he seguido ha sido la de Anacrónico Fansub-Fictional Movement.

Toaru Hikuushi e no Koiuta

A nadie sorprenderá ya si digo que tengo debilidad por el subgénero bélico de escuadrón. Toaru Hikūshi e no Koiuta (Canción de amor para un piloto) entra dentro de este género. Es una serie de novelas ligeras de Koroku Inumura (historia) y Haruyuki Morisawa (ilustraciones), adaptada al anime en 13 capítulos bajo la dirección de Toshimasa Suzuki y producido por el veterano estudio TMS Entertainment.


Kal-el y su hermanastra Ariel en uno de los cascajos de entrenamiento

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Isekai Sokudou

Peculiar serie de este verano, basada en la serie de novelas ligeras de igual título, que nos habla de un restaurante de cocina occidental del Tokio actual que los sábados abre sus puertas en un mundo medieval-fantástico. Puertas en plural: la puerta del restaurante aparece repartida a lo largo y ancho del mundo, en muchos lugares. Y, así, los sábados se junta una variopinta colección de personajes en el local: un viejo mago, un samurái, un hombre león cubierto de cicatrices, un hombre lagarto, un grupo de hadas golosas, una dragona antigua y cuasi divina…

El restaurante, en hora punta

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Koe no Katachi

La comentaba la semana pasada por redes sociales, recién vista y demasiado vapuleado emocionalmente como para dedicarle una entrada. Tengo que confesar que ni me había enterado de la existencia de esta película, y es raro porque intento seguir los trabajos de Kyoto Animation.

Koe no Katachi (A Silent Voice, no sé si Selecta traducirá el título) es una película de 2016 que adapta el manga homónimo de Yoshitoki Oima, dirigida por la directora de la casa Naoko Yamada (K-On, Tamako Market). Cuenta una historia de acoso escolar en tres fases: cuando el protagonista acosa, cuando el protagonista es el acosado y, luego, en el instituto, cuando intenta enfrentarse a lo que ocurrió y seguir adelante.

La madre de Souya, una mujer sin igual

La película, dentro del estilo moe que caracteriza a la casa, tiene mucha mala baba. Habla de la maldad de los niños, de la cobardía de la gente, del egoísmo intrínseco de cada uno, de la necesidad de encajar en el grupo y de lo que llega a hacer uno por ello, sin ser realmente consciente de la gravedad de sus actos. Mantiene un ritmo constante y no tiene giros repentinos del argumento. Se ve por dónde va, sin que eso lo haga desmerecer. Va en busca de la lágrima fácil y juega bien sus cartas.

Tiene muy buenos personajes. El protagonista, Shouya Ishida (Miyu Irino), despierta lástima y asco a partes iguales y al final se hace querer. Los secundarios están todos muy bien, destacando la madre de Shouya, Miyako (Satsuki Kaname Chidori Yukino) y la hermana de la protagonista y chupando cámara de manera inmisericorde el contrapunto humorístico, Tomohiro Nagatsuka.

Película para tarde lluviosa de domingo, para ver en compañía y con provisión de pañuelos.

Kimi no na wa

Conocida en medio mundo (España incluida) como your name. (en minúscula y con punto final), el último largometraje de Makoto Shinkai (Hoshi no koe, 5 centímetros por segundo, El jardín de las palabras) levantó mucha expectación fuera de los círculos habituales por ser la película más taquillera de Japón en 2016 con una historia que, a raíz de lo poco que se contaba, parecía en exceso trillada. En España se ha llegado a estrenar en cines de la mano de Selecta, en principio para un único fin de semana, pero en muchos cines estuvo varios en cartel. Por mi parte, me quedé sin verla porque el precio de dos entradas de fin de semana (más de 20 euros) era más de lo que me podía permitir ese mes.

Mitsuha Miyamizu, ella

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El recuerdo de Marnie

Tras el interesante debut de Arriety y el mundo de los diminutos, tenía mucho interés en la carrera del director, Hiromasa Yonebayashi. Su segunda película, El recuerdo de Marnie, se basa también en una novela para jóvenes de una escritora británica (When Marnie Was There, de Joan G. Robinson), con los cambios pertinentes para adaptarlo al Japón actual.


¿Es Marnie una chica real, una amiga imaginaria o un fantasma?

Nos cuenta la historia de Anne, una adolescente huérfana, asmática y necesitada de encontrar su sitio en el mundo que trae de cabeza a sus padres adoptivos. Sin saber muy bien qué hacer, la mandan con unos parientes a un pueblecito costero, con la típica excusa del clima, pero con la secreta esperanza de que la vieja Setsu Oiwa la ablande (vale, esto último es de mi cosecha, pero el amoroso acoso y derribo fraternal de la mujer es espectacular). La muchacha se adapta a la vida con los Oiwa, pero no con el resto del pueblo y busca refugio en la única amiga que encuentra: Marnie, una chica extranjera que vive en la mansión al otro lado de la marisma.

El recuerdo de Marnie es relato más íntimo que Arriety, más realista y, al mismo tiempo, más mágico, con personajes sólidos, incluso los que apenas salen en pantalla (en algún caso, también tópicos, pero un viejo gruñón y solitario, ya sea pastor o pescador, nunca sobra). Un gran segundo trabajo de Yonebayashi. Tengo ganas de ver el tercero.