Adaptación del manga del mismo nombre y precedida por un ova a modo de precuela que puso los dientes largos, Mahoutsukai no Yome ha sido una de las mejores series de la temporada de otoño-invierno. La serie sigue las andanzas de Chise Hatori, una mestiza pelirroja que ve desde pequeña a criaturas mágicas, invisibles al ojo humano. Tras una infancia desdichada (el padre la abandona, la madre se suicida tras intentar matarla, los parientes se la pasan de mano en mano), es captada por un tipo extraño justo antes de intentar suicidarse que le ofrece una peculiar salida: venderse en una subasta especial. Así termina en manos de Elías Ainsworth, un extraño mago, un no-humano obsesionado con la humanidad que la quiere de aprendiz y esposa. A partir de ahí, seguimos las andanzas de Chise, adentrándose en el mundo sobrenatural y encontrando a un montón de gente peculiar.
Mahoutsukai no Yome está ambientada en Inglaterra y presenta muy bien el mundo sobrenatural de las islas, que debe resultar muy exótico para el lector/espectador nipón: diseño aparte, la serie recoge muy bien la extraña moralidad (o falta de) de las criaturas feéricas, desde el propio Elías y su incapacidad para entender los sentimientos a las juguetonas hadas. Con ellas lidiará Chise, dispuesta a dejarse la piel ayudando como forma de justificar su vida.
La adaptación viene de la mano de Wit Studio (Shingeki no Kyojin y Koutetsujou no Kabaneri). Es una serie muy hermosa: entra por los ojos con un dibujo muy cuidado y colorista y atrapa con una narración bien hilada y un montón de personajes carismáticos. Ha sido de lo mejor de 2017.
La versión que he seguido ha sido la de Ñyuum.