Jinbo era el nombre que les había dado Honjo Satoshi, el samurái renegado: el nombre del agente de los yogoreta que hacía de enlace con el shogún oscuro y los cuatro shugenjas del grupo de Kamyu Arata. También era el nombre a quien Saburo, el archivero traidor, rendía cuentas. Y era, esperaban Reiko y Genji, el hombre que los llevaría hasta el mismísimo Arata.
Salieron en su busca en cuanto acabaron sus asuntos en Tsukikage, la capital imperial: recoger las nuevas tsubas para sus armas y la vaina Taiyonotsuki y comprobar que Ishikawa Nobou se recuperaba bien del ataque ninja. Partieron Ishikawa Reiko, Hosoda Genji e Hitomi. A Manobu Raiden lo enviaron de vuelta a Aimi.
Sabían que Jinbo se movía en esos días en la carretera del noreste, la de Koga, y tenían la ayuda de los agentes del señor Saito. No tardaron mucho en dar con él.
Primero sospecharon de unos malabaristas ambulantes y de un ronin. Los probaron y contrataron al ronin para que vigilara una posada. No tenían claro si los malabaristas eran ninjas, así que se aseguraron de que oyeran la conversación con el ronin. Cuando, a los pocos días, encontraban el cadáver del mercenario, no les quedó duda.
Luego encontraron a un boticario ambulante. Iba solo, se presentó como Jinbo sin dudar y mostraba tal aplomo que hizo que Reiko optara por una aproximación diplomática. Yukikaze no paraba de temblar y Genji, usándola para ver lo invisible, comprobó con espanto que el yogoreta tenía como escolta una shinigami de tez de alabastro y ojos velados.
La táctica de Reiko fue la misma que empleara con los ronin días atrás, cuando la aventura de la hija del hatamoto: presentar la espada de Honjo y decir que venía en su nombre, tras haber quedado éste incapacitado en el norte.
—Tenemos lo que Kamyu Arata estaba buscando y, por orden de Honjo, tenemos que entregárselo —vino a decir.
No les quedó claro si Jinbo se creyó lo que le contaron o si, como ellos, prefería evitar un combate incierto, pero les consiguió la cita con Arata: en quince días en la Casa Blanca de la aldea de Shiro.
Shiro era una aldea en el Bosque Sellado, al límite norte del territorio Asakura. Ninguno la conocía personalmente, pero Genji recordaba haber visto indicaciones cuando estuvieron en tierras Okuzaki. Desde donde estaban, el mejor camino era seguir la carretera de Koga, cruzar los Kajiyama y bajar luego hacia el sur. Sin embargo, el temor a crecidas y avalanchas por el deshielo del largo invierno les hizo desechar el plan y volver a Tsukikage. Reiko entonces pensó en ir por el sur, vía Aimi, donde podría encontrar ayuda en casa de su madre, pero luego les obligaba a cruzar las tierras más fértiles y pobladas de los Asakura, haciendo casi imposible que pudieran pasar desapercibidos.
El problema principal que tenían era que enfrentarse a Arata no solucionaba nada: necesitaban probar que Kamyu Arata era Araya Souren, el onmyoji personal de la familia Asakura que estuvo presente la noche del asesinato del daimio Ishikawa Hideo. No sólo probarlo: también alertar a sus señores feudales de la serpiente que tenían en casa. Pero, ¿de quién fiarse?
Se acordaron de que Manobu Raiden les había contado que la capitana Asai Kikuko estaba en Tsukikage, a cargo del palacio Asakura. Reiko había tratado con la capitana durante su estancia en el castillo Asakura, durante la segunda boda de su padre y la tenía por un samurái honorable. Decidieron jugársela y mandaron un mensajero para concertar una reunión.
Fue una reunión tensa, con la muerte de las guerreras Asakura en la lucha de la casa Matsuda siempre presente. Fue, precisamente, esta escaramuza la que terminó por convencer a la capitana. Imada Aiko, la jefa del destacamento, había intentado llevarse a Reiko, incluso a cambio de la vida de Genji. La quería llevar, le había dicho, a un lugar donde se encontraría con la regente Katsumi. El nombre del lugar hizo palidecer a Asai Kikuko.
—No volváis a mencionar ese nombre —les advirtió—. Es el templo interior donde se guarda la Magatama de la Tierra. Un lugar cuya ubicación es secreta.
Tenían pruebas manuscritas (el diario del Tigre Blanco) del interés de los cuatro shugenjas en las Magatamas sagradas. La de la Tierra, guardada por el clan Asakura, regía sobre el cambio de las estaciones, lo que explicaba el interés de Kamyu Arata en el ritual del invierno.
La amenaza sobre la Magatama hizo que Asai se involucrara y decidiera acompañar en persona a Reiko a la aldea de Shiro. Por su posición, no podía abandonar palacio sin un buen motivo (y acompañar a una fugitiva acusada de cómplice en el asesinato de su padre no lo era), pero tenía un as en la manga.
Al día siguiente, partían de Tsukikage como parte de la reducida escolta de un gran señor que viajaba de incógnito: el shogún Kagutushi Shin. El shogún, inquieto ante el futuro de Lannet, quería escuchar la voz de los antepasados en Kagami Jin, el Santuario del Espejo. No era la primera vez que hacía este discreto viaje y siempre le había acompañado un oficial Asakura. El plan de Asai era ir con el shogún hasta el templo y continuar ellos (la propia Asai, su sobrina, un onmyoji de confianza y el grupo de Reiko) hasta Shiro.
Ya no había vuelta atrás.
Sakura, un cuento de Lannet 3×03. Con Hosoda Genji (Menxar) e Ishikawa Reiko (Charlie).
Retomamos Sakura tras cuatro meses de parón. Jinbo era un problema para mí desde que lo presenté en la derrota de Honjo. ¿Cómo hacer un encuentro para llenar un buen rato de partida que no fuera el enésimo enfrentamiento con ronin o ninjas? ¿Y un personaje con entidad suficiente pese a que iba a aparecer apenas un rato? Se me ocurrió dándole vueltas a una idea de aventura de relleno con una shinigami. No pude tenerla preparada para el sábado por la mañana, así que la fui rumiando en segundo plano hasta que la tuve lista para después de comer. Con un mucho de miedo, porque no había podido repasar la coreografía del combate, pero al final salió bien: los jugadores decidieron ir con pies de plomo y evitar el combate.
Que recurrieran a Asai Kikuko fue toda una sorpresa (el pnj apareció en la boda, se mencionó durante la aventura del Abanico Rojo y en la anterior, al contarles Manobu que estaba en Tsukikage). Daban así solución a un problema que venían arrastrando desde la anterior sesión: querían desenmascarar a Arata ante los Asakura, pero no podían estar seguros de si el tipo se había infiltrado solo, si tenía agentes en puestos claves o si había corrompido a altos cargos. El enfrentamiento de la casa Matsuda, tan lejano en el tiempo, cobraba así su importancia.
Y así, pasito a paso, nos acercamos al desenlace de la campaña. O no, con los jugadores nunca se sabe.