Nana

Una de las series de esta temporada es Fukumenkei Noise, adaptación del manga del mismo título. Un triángulo amoroso entre una chica y dos chicos que se reencuentran después de varios años. Ella, aún obsesionada con su primer amor y el segundo chico, aún obsesionada con ella. Chico A es compositor, chico B no compone desde que perdió a su musa, pero vuelve a componer cuando la reencuentra. Chica canta, chico B tiene grupo y chico A le compone las canciones (creo, no he visto muchos capítulos). En fin, un lío que podría estar interesante, pero con el que tengo un problema de base: el presente es en el instituto, el pasado es en primaria y no tiene sentido esa obsesión. Es una serie que pide a gritos personajes de más edad, con el presente en los 18-20 años al menos y el pasado en secundaria.

En casa no pudimos evitar compararla con Nana, claro. Y no pudimos evitar ver un capítulo de Nana, aunque fuera sólo para comparar la cosa de opening que tiene Fukumenkei con la fuerza del Rose de Anna Tsuchiya. Después del primer capítulo vienen los demás, claro. Son cosas que pasan.

Nana es un manga de Ai Yazawa (Paradise Kiss), su obra más conocida. 21 tomos y algún capítulo más. Una obra incompleta y pausada por tiempo indefinido por la enfermedad de la autora. De cuando en cuando, surgen rumores sobre su continuación. Quizás alguna vez se cumplan, quizás no. Fue mi primer manga. Empecé a comprarlo tras terminar los 47 episodios del anime, que cubren los 11 o 12 primeros tomos. De vez en cuando, vuelvo al manga, pero al anime no me acercaba desde su estreno. Tengo la versión de Anime Rakuen y de Hikari Anime, nombres que me devuelven a casa de mis padres, a tiempos donde teníamos un ADSL ramplón y un viejo PII conectado 24h al día con eMule y Azureus. Nana fue editada en España por la desaparecida Jonu, pero nunca llegué a comprármela. El presupuesto mandaba incluso entonces. Esperé a una segunda temporada. Al manga no debía faltarle mucho para terminar, ¿no?

Aún sigo esperando.

Nana cuenta la historia de dos chicas que se llaman igual, se conocen por casualidad en su viaje a Tokio y terminan compartiendo piso. Nana Komatsu es una chica enamoradiza, superficial, absorbente, incapaz de estar en silencio y con una capacidad de atención de unos 3 segundos que va a Tokio para estar con su novio. Kaori Suzuki lo borda, no hay episodios en que no quieras tirarla al río atada a un bloque de cemento para tener algo de paz. Nana Osaki parece todo lo contrario: una chica de pocas palabras, carácter fuerte y pasado doloroso que quiere triunfar como cantante. La veterana Romi Park (Teresa, Edward Elric, Temari, Toshiro Hitsugaya, Katsuchiro y un largo etc.) y la cantante Anna Tsuchiya le dan voz.


Un sudohsaurio. Originario de No soy un ángel, también se deja ver en Historias de un vecindario.

Con esto de partida, montamos el resto. Ai Yazawa siempre se las apaña para sacar personajes entrañables y en Nana los tenemos a carretadas. Aunque pronto la serie se centra más en Osaki y su mundo: su banda, Yasu, Nobu y Shin (Akira Ishida, me encanta este seiuyu desde que me lo encontré en Mai HiME y en Chrno Crusade); la historia con Ren, el amor de su vida que se fue a Tokio a triunfar con otra banda, Trapnest, con Takumi Ichinose (Toshiyuki Morikawa, Chan en Black Lagoon, Alex Row en Last Exile), Naoki y Reira (Aya Hirano, que luego se haría muy popular y, después, terriblemente odiada y la cantante Olivia Lufkin), quedando más en segundo plano los amigos de la otra Nana: su novio Shoji, su amiga Junko, Kyosuke, la dulce Sachiko… Y me dejo otros sin nombrar (como la diosa Shion, pero ésta no llegó a salir en el anime, la serie no avanzó tanto).

Nana tiene mucha mala baba. No veo en ella el optimismo de otros mangas de Yazawa como Paradise Kiss, Historias de un vecindario o No soy un ángel. Es una serie de fugaces momentos de felicidad entre patadas y zancadillas del destino o del azar. En el manga es peor, porque llegan los flashforwards. Los personajes no son tampoco ejemplo de nada: Yasu deja su carrera de abogado por un amor imposible; Ren se droga; el equilibrio emocional de Nana Osaki, tras su fachada de mujer dura e independiente, es terriblemente frágil; Shin es un adolescente de 15 años que bebe como una esponja, fuma como un carretero y se prostituye con mujeres maduras; Nobu es eterno adolescente rebelde de familia acomodada… Y conforme avanzamos, todo empeora. O mejora, desde un punto de vista narrativo. Es un manga que gana conforme avanza y la segunda mitad, la que no recoge el anime, se come a la primera con patatas y mala leche. Más mala leche. Mucha.

Aunque hay veces que parece un anuncio de tabaco.

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