Después del empacho de culebrones que me di el año pasado (y hasta esta primavera, cuando me envicié con Nana) necesitaba algo de acción sin demasiadas complicaciones. Claymore me dio eso, con los males propios de este tipo de series pero con los suficientes puntos buenos como para considerar que merece la pena ver.
Teresa de la tenue sonrisa
Los puntos malos son, como digo, los habituales: Personaje protagonista cargante, en este caso el chaval, que, como pasaba con Seya, te pasas toda la serie suplicando, ¡por Dios!, que alguien lo mate y acabe con nuestro sufrimiento; escalada absurda de poder, que se vuelve realmente estúpido en los episodios finales; combates absurdamente planeados, donde el grupo espera que medio maten a la prota para entrar ellos y, luego, la prota espera a que se los cepillen para volver al tajo; abuso de secuencias estáticas en los combates, que a estas alturas resulta francamente insultante. En fin, la falta de ideas habitual.
Los puntos buenos, que equilibran (hasta el final, ése ya no hay manera) los malos, se pueden resumir en el buen tratamiento de los personajes, en general bastante bien definidos, y la calidad de algunas historias, en especial la de Teresa y Clare.
En resumen, una serie de acción sin complicaciones digna hasta el episodio 20.
Ah, se me olvidaba hacer una sinopsis de la serie. Veamos. Es un mundo medieval donde hay demonios, llamados Yoma, que se alimentan de las entrañas humanas y pueden camuflarse entre ellos. Una misteriosa organización se dedica a cazarlos por un precio. Su arma son guerreras medio humanas medio yoma, fácilmente distinguibles por su pelo claro y sus ojos plateados, que son conocidas por la gente como Claymore, supongo que por las espadas que usan. La serie sigue las andanzas de una de estas claymore, Clare (Houko Kuwashima, Kirikia en Noir, Dolores en Zone of the Enders) y sus ansias de venganza.
La lista de seiyuus es muy completa y de gran calidad, casi merece la pena la serie sólo por ellas (digo «ellas» porque personajes masculinos hay pocos). Kikuko Belldandy Inoue, Nana Oboro Mizuki y Romi Nana Osaki Paku nos pueden servir de ejemplo.
La versión que he seguido es de Tanoshii, con el formato y calidad habituales.