Hijo de unos granjeros de Helenia, su aldea fue arrasada por unos monstruos lobunos y él fue el único superviviente: su madre logró esconderlo en el sótano y él permaneció durante horas o días en silencio, escuchando como las bestias se alimentaban de su familia, con su olor almizclado mezclándose con el de la sangre y las vísceras de sus víctimas.
Fue recogido por una caravana de nómadas zínner, que se ganaban la vida con pequeños espectáculos circenses. Vivió con ellos como uno más de la familia: comió con ellos, rio con ellos, lloró con ellos y, con los demás pequeños, comenzó a participar en los espectáculos. Esta nueva vida duró dos años, hasta que la caravana y la aldea donde estaban fueron atacadas por los mismos o similares monstruos. Esta vez, Vilhelm los oyó y, aterrorizado, se refugió en la iglesia de la aldea con una chiquilla de la caravana, Mara. Sobrevivieron ellos dos y el sacerdote. El inquisidor que acudió al informe del sacerdote encontró interesantes a los chavales, o bien se apiadó de ellos, y los envió a El Dominio, a Cadeus, para ser entrenados como inquisidores. Llegó a probar a Vilhelm y el agudo oído del niño lo sorprendió.
En el viaje en barco a Cadeus coincidirían con otros dos niños: Cordelia, una chica sabionda que sometía al mundo a un tercer grado tras sus gafas, y Henry, un chaval que parecía desconocer el miedo y, a ojos de Vilhelm, carecía del más mínimo sentido común. Eran dos niños extraños, pero nada comparado con lo encontró en Cadeus: chiquillos con habilidades de combate propias de un adulto, otros con poderes extraños, capaces de lanzar a sus compañeros por los aires —la propia Cordelia—, o con criaturas imposibles como compañeros. Vilhelm evitó relacionarse mucho con ellos en un principio —»Yo no sé qué pinto aquí, si soy normal», se repetía—, pero unas excursiones con Henry y Cordelia donde vio cosas que no debía haber visto y la relación con su compañero de cuarto, Steve, y una chica con una extraña ave de hielo, Flora, le hicieron sentirse integrado y uno más de la familia, llegando al punto de atreverse a enfrentarse de tú a tú con Primalia, una aprendiz de hechicera con poderes mentales y muy mala leche, durante una prueba de supervivencia. Como no podía ser de otra forma, la chica barrió el suelo con él de forma muy dolorosa, dejando bien claro en qué liga jugaba cada cual.
Aquello no fue sino un prólogo. El asesinato, pocos días después, de su amiga Flora y de su tutora durante un baile a manos de una criatura monstruosa y dentro de los teóricos seguros muros de Cadeus llevó al muchacho a convencerse de que estaba maldito: era la tercera familia que perdía en tres años. Tras aquello, Vilhelm se aisló, levantando un muro entre él y sus compañeros, creyendo que manteniéndose aparte y sin establecer lazos los mantendría a salvo. También se prometió que salvaría tantas vidas como por su maldición se habían perdido.
Vilhelm «Vil» Zadovsky
En la adolescencia
Vilhelm es un muchacho de mediana estatura, delgado y fibroso. Tiene la tez ligeramente bronceada por el sol; lleva el pelo, moreno, corto y alborotado, como si no encontrara nunca un peine al levantarse; los ojos, de un hermoso tono miel, casi dorados, trasmiten tristeza. Rara vez mira a su interlocutor al hablar. Viste, cuando puede, con un sobrio traje gris de corte militar, como un uniforme de oficial o de estudiante, con una corbata blanca y negra, del mismo estilo que llevaba en el baile, cuando murió Flora.
Ladrón, nivel 1.
Características: Agi 10, Con 8, Des 9, Fue 6, Int 6, Per 8, Pod 6, Vol 6. Puntos de vida, 115. Turno base, 75.
Ventajas: Sentidos agudos: Vilhelm tiene un oído y un olfato de una sensibilidad casi inhumanos. Aprendizaje natural en atléticas: el oído de Vilhelm le proporciona un excelente sentido del equilibro, haciéndole muy dotado para las habilidades atléticas. Novato: desventaja de campaña, al empezar los personajes por debajo de nivel 0.
Habilidades de combate: Ataque, 70; Esquiva, 80. Armas conocidas: Aikido base; tabla de armas cortas.
Habilidades: Acrobacias, 70; Atletismo, 55; Trepar, 55. Etiqueta, 10. Advertir, 85; Buscar, 80. Memorizar, 10; Ocultismo, 10. Frialdad, 20. Cerrajería, 30; Disfraz, 35; Ocultarse, 55; Sigilo, 50; Trampería, 25. Baile, 20; Trucos de manos, 25.
Hablar de un personaje mío es tentar al destino. Cada vez que lo he hecho, no he vuelto a jugar con él. Espero tener más suerte con el pobre Vil.
No diré que es un personaje que me habla porque, en realidad, es un tipo de personaje que puedo llevar en automático. Está directamente inspirado en Obi, de Akagami no Shirayuki-hime, el guardaespaldas de origen misterioso que siempre está aparte. Con Charlie moviendo la partida y Menxar dándole apoyo, me permite a mí buscar un papel más secundario y más cómodo, dejando que otro jugador me arrastre (el enfrentamiento con Primalia). Hace mucho que no tengo ocasión de tener esta posición y me trae recuerdos (una partida de Kult con los tres jugadores de pie, de puro nerviosismo, o aquella vez que un pj sufrió una maldición que le obligaba a hablar en verso y terminé yo también haciéndolo, cruzándonos las rimas y tal, para desesperación del resto de la mesa y regocijo del máster).
Puestos a pedir, podríamos tener a Pírixis en mesa, pero eso igual resultaba peligroso.
PD: la razón del apellido Zadovsky es muy sencilla y tiene que ver con pingüinos.
Buenas,
Soy Delfion, del foro de Edge de Anima. ¡Y me encanta tu blog! Me parece que tienes un gran gusto para el anime, y me gusta la forma que tienes de escribir. Realmente estoy disfrutando leyendo tus entradas y sugerencias sobre películas y series. ¡Por no mencionar los relatos sobre Gaïa!
Me alegra haber encontrado un blog tan estupendo 😀 ¡Sigue con él!
Se me olvidó mencionarlo: A mis amigos – compañeros de armas en Gaïa – y a mí también nos sorprendió muy gratamente Grimgar.
Bienvenido, Delfion. Me alegra que encuentres interesante mi pequeño blog. Por aquí seguiré, por lo menos hasta noviembre.
Gracias por comentar y por leerte resúmenes de partidas ajenas.
De verdad que estoy maldito. En fin, te echaré de menos, Vil.
Con lo que comentas de noviembre, ¿Qué quieres decir? ¿Tienes pensando dejar el blog? Sería una lástima.
Me suben el precio del hosting. Tengo que mirar opciones, echar cuentas y ver qué hago. Si finalmente tengo que mudarlo, dependerá del tiempo y las ganas que tenga.
Vaya, qué faena. En cualquier caso, es un alivio saber que vas a seguir con el blog. Pero, al cambiar de hosting, ¿se perderían las entradas antiguas?