Hoy toca una entrada de autocomplacencia. Esta hace la número cuatrocientos (que se dice pronto) en este blog desde diciembre de 2007. En estas 400 entradas ha tenido cabida prácticamente de todo: reseñas de anime y de cine de diversos géneros; toscos comentarios de los conciertos de la Orquesta de Extremadura los dos años que estuve de abono. Éstas me costaron Dios y ayuda, pero me lo impuse como obligación y lo cumplí: todos los conciertos a los que acudí y uno al que no asistí reseñados.
He recogido esporádicas opiniones sobre temas del momento y breves y torpes homenajes a aquellos que nos dejaron. Tuve hasta una sección de informática, que creció y terminó con su propio blog. Y rol, claro: reseñas de manuales, reglas caseras, mi participación en la Rolesfera, algunos artículos más teóricos que hablaban, por ejemplo, de los combates o del lenguaje del rol.
Muchas y variadas entradas, pero las más queridas por mí son las que menos interés suscitan al visitante: la narración de mis campañas, pasadas y presentes. La razón por la que empecé este blog, la razón por la que sigue existiendo. Escribirlas por el placer de escribir, claro (aunque algunas hayan quedado deslucidas, tras atragantarse más de lo debido, y les tenga que pedir perdón cada vez que las veo), pero también por recordar esos momentos, esas tardes y noches únicas y maravillosas en que unos grandísimos jugadores cogieron el pobre mundo que les ofrecía y lo llevaron a límites que yo no podía ni soñar. Recuerdos que quiero atesorar, que me niego a perder y que mi pobre memoria me lleva a plasmarlos en palabras, mis niños, para que no se pierdan solos, en la noche.
Más de 150 entradas en torno a las 1000 palabras de media, con algún monstruo ocasional de 3000 o 4000 recogiendo la venerable, nunca acabada y siempre recordada campaña de Nephilim Los Guardianes del Grial o las más nuevas de Ánima de Los Visnij (dos temporadas), Tres Valles y Fort Nakhti (ambas en curso), anécdotas viejas de otras partidas, incluso de aquellas en las que uno era jugador (detrás de cada director hay un actor frustrado, nos dijo Fermín Cabal en un curso de dirección de teatro al que asistí en la Universidad, allá en el albor de los tiempos, y, en mi caso, encuentro que es perfectamente válido también cambiando los términos por «director de juego» y «jugador»).
No es de extrañar, pues, que de las 400 entradas hasta la fecha, mis favoritas estén entre esas ciento cincuenta y tantas historias de aventuras, partidas y entreactos:Al otro lado del velo y La Roc de la Tour. La primera, de esas que se tiene la idea y hay que forjarla a cabezazos, un mes o así de trabajo. La segunda, de las que salen tal cual, en un rato y sólo necesita una corrección externa (uno no ve sus propias erratas aunque le muerdan) para publicarla. Si de aquí a la entrada 500 consigo añadir otra más a esta lista de favoritas, estaré más que satisfecho.
Fin del ejercicio de autocomplacencia. Mañana volvemos por la tónica general (exaltación del ego, que para eso soy un bloguero, ¿no?).
El caso entre director (o master como a mi me gusta llamarlo en homenaje a mis primeras partidas) y jugador es diferente,creo: Detrás de cada jugador hay un director de juego demasiado vago para hacer aventura…:p ¡¡Felicidades por esas 400!! (Uhm, signos de exclamación múltiples…un claro signo de una mente enferma…)
Creo que se considera «mente enferma» a partir de 3; profundamente desequilibrada, con 4 y absolutamente desquiciada a partir de 5 signos.
Felicidades atrasadas por tus 400 entradas, tiene su mérito y una muy buena memoria detrás, jejejeje.
Gracias. La memoria no es tan buena, hay mucha labor arqueológica e inventiva detrás :D.