Remontar el río me ha traído recuerdos y nos ha permitido a todos relajarnos de cara a lo que nos espera. He necesitado tener una pequeña charla con Gwen para dejarle claro que lo mío con Julien es un secreto y que, aparte de los que estamos, no debe enterarse nadie. Es un amor, se ha encogido de hombros y me ha dado una charla anticonceptiva.
Diario de Colette Leclair, junio de 988.
Solucionado el problema familiar de los Laffount, los seis jóvenes (Julien, Jacques, Michel, Chloé, Colette y Gwen) continuaron su viaje hacia Arkángel en un barco de pasaje que remontaba el Zafir, el caudaloso río que cruzaba la Pradera Eterna de Abel y unía la capital del Imperio con los estados del Mar Interior. No era muy distinto a los viajes que habían hecho ya entre Chaville y Dupois por el Carignan, salvo que el Zafir tenía, si cabe, más tráfico. Viajaban de día y, al caer la tarde, atracaban en pueblos y pequeñas ciudades donde podían aprovechar para dar un paseo entre curiosos y vendedores. La corriente era lenta y el barco cortaba las aguas con soltura, por lo que en pocos y cómodos días llegaban a la ciudad.