Si es que son buenos II

La tenía aparcada en el disco duro desde hace Dios sabe cuándo. Seguramente, desde algún reshare perdido.

Había intentado empezarla alguna que otra vez, sin pasar del primer capítulo. Demasiado reciente tenía a sus hermanas, estaba empachado. Y, aunque me gustó Clannad, la verdad es que mi favorita es Kanon. Así que ahí la tenía, abandonada. Hasta que me he encontrado con una crisis de series por ver.

Simpática, dije en el primer capítulo.

Cuánta comedia, pensé de los tres siguientes.

Oh, esto me suena, vino el cuarto. Y el resquemor.

La historia es vieja. Con gato, no con zorro. No llega al nivel de aquélla y es predecible.

Pero ya tengo el pañuelo en la mano.

Si es que son buenos los jodíos.

Clannad After Story.

Durarara!!

A buen entendedor… Tenemos novela ligera de Ryohgo Narita (Baccano!), adaptada a anime por el estudio Brain’s Base (Baccano!) bajo la batuta de Takahiro Omori (Baccano!) y… bueno, y el resto del equipo que participó en aquélla. Como Baccano!, amontona un porroplexo de personajes y situaciones aparentemente inconexas, jugando con saltos de tiempo, cambios de punto de vista, amén de mil y una referencias, cameos y guiños. No es tan salvajemente violenta como Baccano!, pero destila el mismo humor a ratos negro, negrísimo, a ratos absurdo. Y el opening, al igual que la anterior serie, es de obligado visionado al principio, pues nos presenta a los distintos personajes. Sin chuleta, al principio es un auténtico lío.


Parecen simpáticos. Y lo son. Pero también dan mucho miedo.

La serie está ambientada enteramente (bueno, salvo algunas escenas) en el barrio de Ikebukuro, en Tokyo. Empezamos siguiendo a Mikado Ryuugamine, un chaval de pueblo que llega a Ikebukuro para estudiar en un instituto de la zona, siendo recogido en la estación por su amigo de la infancia Masaomi Kida. Con él como cicerone aprendemos lo básico del barrio: conocemos a la mala bestia de Shizuo Heiwajima, el gigantón ruso negro de Simón, siempre haciendo publicidad del restaurante Russia Sushi, el pintoresco grupo de Kyohei Kadota, el motorista sin cabeza, la existencia de diversas bandas, como los Dollars… Un lío difícil de desentrañar que irá desplegándose en los siguientes episodios, presentando a los personajes uno a uno mientras hace avanzar la trama en un primer arco de la serie. Tras un episodio extra absurdo y genial, arranca un segundo arco de narrativa más convencional y quizás algo más flojo en su desarrollo, centrado en Mikado, Masaomi, una chica tímida llamada Anri Sonohara y los secretos que cada uno de ellos oculta.

Sin alcanzar la genialidad de Baccano!, Durarara!! es una grandísima serie que mezcla sin complejos realismo y fantasía, humor, violencia y drama. 24 episodios más dos especiales (de los cuales, el primero, como he dicho, es una delicia) que piden un visionado pausado y volver a ella en un futuro para, como en Baccano!, terminar de atar cabos y ver dónde se van sembrando las historias.

He seguido la versión que realizaron conjuntamente Nanikano y Backbeard.

Last Exile

Dos países enfrentados en una serie interminable de guerras, Anatoray y Disith, con sus orgullosos acorazados volantes destrozándose alegremente; Guild, una organización que monopoliza la tecnología y arbitra las relaciones entre Anatoray y Disith; una mujer ambiciosa dispuesta a destruir el mundo con tal de conseguir lo que anhela, Delphine Eraclea, señora de Guild; y un misterio de la antigüedad, el Exilio, nave mítica perdida en una zona de brutales corrientes de aire llamada el Océano Turbulento. En este tablero de ajedrez se mueve el Silvana, acorazado corsario de Anatoray construido a espaldas de Guild con el objetivo de hacerse con el Exile, y a él se ven arrastrados Claus Valca y Lavie Head, dos pilotos de vanship (pequeño aparato volador, cruce de coche de los años treinta y avión sin alas, usado en mensajería y en carreras y, en el Silvana, como cazabombardero).


El Silvana en el Océano Turbulento

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Chihayafuru

El género deportivo es bastante común y popular en el manga y anime para chicos (shonen). Chihayafuru es un ejemplo de serie de deportes para chicas: comparte los habituales temas de esfuerzo de superación, compañerismo y masoquismo (por el tiempo de entrenamiento), pero se aleja (no demasiado, no demasiado) de los combos imposibles y no esconde que, en realidad, nos cuenta una historia de amor, un triángulo amoroso con chica guapa pero tonta, chico raro y distante y guaperas desgraciao. Se adereza con torneos, rivales, secundarios destacables y unos cuantos golpes de humor absurdo y tenemos una serie muy entretenida y emotiva.


¡Zouuum!

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Shin Sekai Yori

Posiblemente la mejor serie de la temporada de invierno pasada y una de las mejores de los últimos años sea esta adaptación en 25 capítulos de la novela homónima de Yusuke Kishi que nos traslada a una sociedad utópica y rural de humanos con poderes (el Conjuro) que viven en paz y armonía. De la mano de la niña Saki Watanabe, muchacha a la vez inquisitiva, inconformista, pasiva y lenta, y sus compañeros de clase Shun Aonuma, genio precoz; Satoru Asahina, amante de historias de miedo y ciertamente belicoso; Maria Akizuki, de hermosa cabellera roja y el delicado Mamoru Ito y a lo largo de 14 años descubriremos los horrores ocultos de este mundo feliz y sus porqués. El porqué de la barrera que separa el pueblo del exterior, el porqué del sistema educativo, el porqué los padres de Saki murmuran en la noche, el porqué del miedo bajo la paz y otros, aún más oscuros y tenebrosos.


Idílico día de clase

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Girls und Panzer

La serie que traigo hoy para reseñar es mala. Pero mala. Es una tontería que sólo se le puede ocurrir a los japoneses. Es una serie de deportes y es una serie de lolis moes, con todos los tópicos juntos a medio batir: personajes definidos a brocha gorda, equipo recién formado con mucha voluntad y poco entrenamiento dispuestos a comerse el mundo, algún drama familiar de las niñas con sus padres. Un horror.


Pero… Hay tanques.

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Sakamichi no Apollon

De la mano de Shinichiro Watanabe (Cowboy Bebop) y con música de Yoko Kanno (Cowboy Bebop, Wolf’s Rain) nos llegó en 2012 esta adaptación en 12 episodios del manga homónimo de Yuki Kodama: melodrama que nos transporta al Japón de los años 60 para hablarnos de la relación de dos estudiantes de caracteres muy dispares —el matón de buen corazón Sentarou Kawabuchi (Yoshimasa Hosoya, Arata en Chihayafuru) y el empollón tímido Kaoru Nishimi (Ryohei Kimura, Nishiriho en Ookiku Furikabutte)— unidos por el jazz. Ritsuko Mukae (Yuuka Nanri, Nao en Mai-HiME) es la chica que completa el trío protagonista, amiga de la infancia de Sentarou e hija del dueño de la tienda de música en cuyo sótano se reúnen a tocar y ensayar los dos amigos.


El trío protagonista

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Kamisama no Memochou

Tras el pomposo título de Kamisama no Memo-chou encontramos la adaptación de las novelas ligeras homónimas de Hikaru Sugii por parte del estudio J.C. Staff en 2011 y dirigida por Katsushi Sakurabi (Asatte no Houkou). El planteamiento base es el habitual chico tímido y poco sociable y chica que lo arrastra a un club poblado de pintorescos personajes. Lo que la hace la tercera serie consecutiva del mismo tipo que reseño aquí, ¿no? Uhm… Casi, casi.


Alice. Pese a lo que pueda parecer, no es una serie ñoña.

Narumi Fujishima (un efectivo Yoshitsugu Matsuoka) es el protagonista, un chaval acostumbrado a ir de un lado para otro por el trabajo de su padre y que vive, a efectos prácticos, solo con su hermana mayor en una casa fría y hostil. Es un chaval tímido y que se aísla voluntariamente del resto de su clase. Sin embargo, sufre el acoso y derribo de su compañera Ayaka Shinozaki (Ai Kayano, Ibara), quien lo arrastra primero al casi extinto club de jardinería y, luego, lo mete en un grupo de Ni-Nis que hacen de detectives liderados por Alice (Yui Ogura), loli hikikomori que vive rodeada de peluches y ordenadores y se alimenta de refrescos y ramen. Narumi termina de «asistente» de la extraña Alice y trabajando a tiempo parcial en el puesto de ramen de Min (Hitomi Nabatame, Margery Daw).

La serie está repleta de momentos cómicos a modo de sketches con la pintoresca Alice como protagonista, destacando los relativos a sus peluches y al grupo yakuza de palurdos liderados por «El Cuarto» (Daisuke Ono) y tiene un capítulo entero de relax y patochadas varias con partido de béisbol de por medio, pero no es una comedia ni por asomo.

Es sórdida, muy sórdida. Violenta y sucia. Con mucha mala leche. Los casos de los que se encargan tan pintoresco grupo de detectives incluyen prostitución, drogas, yakuza, suicidios… y de una forma poco noble, con ajustes de cuentas, interrogatorios a base de patearle hasta que hable, peleas, espionaje. Narumi medio se sumerge, medio es arrastrado de una forma que me recuerda mucho al personaje de Rock en Black Lagoon, involucrándose cada vez más.

Disfrútenla. Son doce capítulos, ideal para un domingo lluvioso.

Hyouka

Volvemos con Kyoto Animation para hablar de la serie de la temporada de primavera de 2012, Hyouka (hace poco reseñamos la de otoño de ese año). El planteamiento nos puede parecer clónico en su base: grupo de chavales que forman un club escolar donde, realmente, hacen bien poco. Como es un planteamiento estándar en novelas, manga y anime, centrémonos en lo que trae esta serie.


El día que Oreki cayó hechizado

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Chuunibyou demo Koi ga Shitai!

El estudio Kyoto Animation (Clannad, Fullmetal Panic!: The Second Raid) se ha convertido en un especialista en series lacrimógenas, sentimentales, preciosistas y, desde K-On!, moe. En otoño de 2012 presentaron (sumándose, de paso, a la moda de los títulos kilométricos) Chuunibyou demo Koi ga Shitai! Basada en las novelas ligeras del mismo nombre, nos presenta a una colección de chicas estrambóticas con un chico bastante corto de entendederas, planteamiento base bien conocido y utilizado hasta la saciedad. Pero KyoAni es KyoAni y al frente de la serie, además, está el veterano Tatsuya Ishihara (Air, Kanon, Clannad, Suzumiya Haruhi no Yuutsu), quien demuestra su maestría para tejer una serie tierna, graciosa, triste y romántica.


¡Invocación!

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