Night City Herald — El culto del reverendo Malcolm Dempsey inaugura hoy trece nuevas capillas

6 de marzo, Los Ángeles Metroplex, EE.UU.

Cinthia Jones, jefe de Relaciones Públicas de la Iglesia de la Sagrada Revelación Virtual, anunció ayer la apertura en el día de hoy de trece nuevas sucursales de este culto que se extiende a velocidades vertiginosas por el país, ganando miles de nuevos adeptos cada día. Tras el día de hoy la nueva religión (no podría calificarse cuando el número de seguidores excede ya los cinco millones) del reverendo contará con centros de acogida y veneración en las siguientes ciudades: LA Metroplex, NightCity, San Francisco, Seattle, Alpha, The Caves, Dallas/Fort Worth Metroplex, Nueva Orleans, Miami, Nueva York, Memphis, Boston Metroplex, Cleveland, Detroit, Duluth, Springifield, Amarillo, Kansas City, Nashville, Charleston, Salt Lake City, Houston, Gloconda, Arcadia y Los Juegos.

Las autoridades gubernamentales y corporativas miran con desconfianza mientras los seguidores y predicadores, y ya son pocas las ciudades que no de este país que no han visto a ninguno de los Monjes Altos, máximos representantes de la fuerza de los dempsitas. Estos singulares personajes se han visto envueltos últimamente en innumerables disturbios causados por combates entre los no creyentes y los dempsitas, y se empieza a rumorear que se trata de la fuerza policial de los cultistas. La función exacta de estos monjes, seguidores fanáticos ciberimplantados con extremidades de anormal longitud, sigue sin estar clara, pero como la policía está averiguando con temor en estos últimos días, allá donde un predicador no es bien recibido estarán los Monjes Altos evangelizando al viejo estilo de la Iglesia Católica.

Ante las presiones gubernamentales, Cinthia Jones afirmó ayer que su Santo Líder había tomado medidas para sacar paquetes de acciones y convertir si no toda su Iglesia, al menos buena parte en una corporación, con todos los derechos de extraterritorialidad y a un ejército propio que poseen las demás corporaciones mundiales. Y, mientras, sigue sin conocerse al reverendo Dempsey, al que nadie parece haber visto en persona, excepto sus más acérrimos seguidores, que afirman que se les aparece en la Red. El reverendo ha rechazado conceder una entrevista a todos los grandes medios.

Y aparecen ya los dichosos Monjes Altos que tantos dolores de cabeza (y resto del cuerpo) nos dieron.

© MvR 1998. Publicado con el permiso del autor.

Night City Herald — ¡Guerra en España!

3 de marzo, Madrid, España.

Con el ruido de los cañonazos y las explosiones de los bombardeos en el ambiente es difícil dar por válidas las declaraciones de los representantes del gobierno francés que afirmaron que la revuelta era en realidad un grupo minúsculo de españoles, retrógrados incapaces de aceptar el nuevo orden, que no tardarían en sucumbir ante las fuerzas armadas galas.

Según fuentes del gobierno provisional hispano, ese «minúsculo grupo» suma un 80% de la población en edad militar, y los reporteros de los diversos grupos de noticias hemos podido ver con nuestros propios ojos los restos de numerosos vehículos blindados de esas fuerzas que iban a hacer sucumbir a los rebeldes.

En definitiva, que a pesar de lo que los de Relaciones Públicas pretendan hacer creer a la Comunidad Internacional, en España tenemos una guerra en toda regla. De un lado, el ejército francés que hace ya varias semanas atravesó los Pirineos arrasando todo a su paso. Del otro, un número incierto de soldados españoles que, haciendo uso de la guerra de guerrillas que tan buenos resultados les dio contra el mismo enemigo en otro conflicto ya viejo, ataca y desaparece, haciendo tan difícil vencerles como asegurar su cantidad.

La UE se encuentra dividida ante el conflicto, aunque parece que siguen fieles a su política de no intervención y acabarán por aliarse con el que resulte vencedor en la contienda. Pero por de pronto, los países escandinavos, junto a Alemania, Irlanda, Reino Unido y Grecia apoyan a los rebeldes y el resto, a los franceses.

N. del E.: me resulta extraño preparar esta entrada sobre una guerra ficticia planteada en 1998 con una guerra real y de consecuencias aún imprevisibles sacudiendo la Vieja Europa.

© MvR 1998. Publicado con el permiso del autor

Night City Herald — Robo en el Vaticano

1 de marzo, Roma, Italia.

Después de nueve meses, la mitad de los objetos robados al Vaticano siguen desaparecidos.

Miembros de los servicios de seguridad e inteligencia vaticanos han confirmado los rumores de que buena parte de los objetos robados del Museo Vaticano han sido recuperados ya por los mismos agentes o por los numerosos agentes libres que se apuntaron a la cacería. Esta noticia, sin embargo, tiene una doble lectura, pues si bien es indudablemente una buena noticia la recuperación de varios de los valiosos objetos, el anuncio no hace sino poner de manifiesto y reconocer públicamente que, efectivamente, numerosas piezas de la colección siguen desaparecidas. Las previsiones más optimistas apuestan por una pronta captura de los ladrones y de las restantes obras, sobre todo si tenemos en cuenta que entre los gentes vaticanos y los libres se suma una fuerza de búsqueda cuyo tamaño sería la envidia de más de un ejército.

© MvR 1998. Publicado con el permiso del autor.

Baile de máscaras — La vieja mansión

Colette se desahogó con Julien esa noche y con Chloé a la mañana siguiente. Terminó con los ojos enrojecidos, pero decidida, otra vez, a buscar la cura para su hermano. Con el añadido de evitar que la maldición pudiera afectar a sus descendientes.

Noel se levantó al alba y acudió a la iglesia del pueblo, para hablar con Dios. Titubeó frente a la puerta. Él era más de espirituosos que espiritual, así que se sentó en la taberna que abría en ese momento sus puertas y conversó consigo mismo. Ya se sabía muerto antes del viaje. Había encontrado las pruebas que buscaba de la legitimidad de su abuelo. Pero también algo terrible que afectaba a su hermana. No podía rendirse aún. Y había un nombre que investigar.


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Baile de máscaras — La maldición de los Leclair

Bélis, a 7 leguas de Aubigne, era el centro de las tierras de los Leclair. Era una zona de colinas escarpadas y valles estrechos y vieron cultivos en terrazas, mucho bosque y dehesas para el ganado. El propio pueblo se encontraba entre dos colinas, la menor coronada por la iglesia y la mayor, por la mansión de los vizcondes de Vizaret. Era una mansión alargada, que seguía la cresta de la colina y que había crecido desde una torre de piedra de origen, sin duda, militar.

Colette y Noel habían mandado a su cochero tan pronto llegaron a Aubigne para avisar de su visita y les esperaba un coche al bajarse de la diligencia, un elegante faetón tirado por mulas. Con los hermanos Leclair iban Michel, Marie y Chloé, que querían aprovechar el viaje al máximo.

Fueron recibidos en el jardín de la mansión, que se extendía en terrazas ladera abajo, por la vizcondesa, una anciana tan encantadora como aguda.

La vizcondesa de Vizaret tenía un aire a esta señora.


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Baile de máscaras — La maldición de los Lafleur

Llegaron a la mansión de los D’Aubigne el cuarto día al anochecer, sin más imprevistos. Estaba situada a media legua del propio pueblo de Aubigne y era grande, más incluso que la casa de los condes de Carbellac y mucho más que el palacio que la familia tenía en Chaville. El servicio, encabezado por Olivier, el mayordomo (un hombre de sesenta y tantos años, recto y serio), les dio la bienvenida. Los postillones recogieron los caballos y se los llevaron de vuelta a la casa de postas del pueblo, los mozos de cuadra se encargaron de retirar los coches y los criados se hicieron cargo del equipaje, mientras Olivier y su esposa, el ama de llaves, enseñaban, a los dos hermanos y a sus invitados, las habitaciones. Julien y Jacques se hospedaban en sus cuartos, en el ala familiar, claro. Los invitados nobles se repartieron por el ala de invitados de la misma planta, que disponía de amplios dormitorios con antecámara y baño. Gwen y los niños fueron alojados en el ala preparada para invitados menores.

Había un lago, alimentado por un riachuelo que venía del parque, en el que pudieron pescar y disfrutar de una hermosa puesta de sol.


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Baile de máscaras — Espectros en la niebla

En la mañana del lunes 27 de agosto de 988, diez días después de su vuelta y una semana tras la muerte del conde de Gévaudan, Colette, Jacques, Julien y Michel se reunían en la casa de postas, listos para comenzar su viaje a tierras de los condes d’Aubigne, donde esperaban tanto disfrutar de unos días de descanso alejados del mar y del ajetreo de la ciudad como, algunos de ellos, investigar sobre sus linajes. Iban con ellos Marie Laffount, Noel Leclair y Gwen y sus hermanos. Julien, artífice de la expedición, había alquilado un cómodo coche de viaje, mientras que los Leclair aportaban en landó familiar, ambos con tiro de cuatro caballos.


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Series Marvel 2021

2021 ha sido el año de las series Marvel en Disney+. 4 series, nada menos, y con estilos muy dispares. Pese a mis temores iniciales, el resultado final es de notable alto. En todas luce el presupuesto, tanto en la puesta en escena como en los efectos especiales, y se ve reforzada por unos grandes actores que sacan partido a unos guiones, eso sí, más irregulares de los que a todos nos gustaría.

WandaVision

La primera del año fue también la más original y arriesgada. Una historia sobre la pérdida y cómo nos enfrentamos a ella con un delirante estilo visual que rendía homenaje a las sitcom americanas, haciendo un recorrido por su historia, cada episodio dedicado a unas series y época concretas, recreados de forma magistral: puesta en escena, forma de actuar, situaciones… La traca final, empero, no estuvo a la altura, con algunas lagunas de guion y cierres apresurados que quiero achacar a los problemas causados por la pandemia.

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No te echaré de menos, 2021

Decía el año pasado por estas fechas que 2020, sin ser un año que dejara buenos recuerdos, se iba sin dejarme sin más daños que los sufridos por mi salud mental. De 2021 no puedo decir lo mismo. Ha sido un horror de año, en el que la vejez parece haber hecho presa en mí. Una gripe en invierno, aislado y con el temor al Covid de marras, me dejó unos problemas de ansiedad que me han perseguido buena parte del año. Tras la gripe, tomó el relevo la rodilla izquierda, quizás por efecto de los diez días encerrado en el dormitorio. Los problemas para conseguir cita médica agravaron otros problemas, aunque para diciembre (sólo 8 meses después) ya sabía que el menisco había caído por fatiga de materiales (mala calidad que es uno).

Llegó un punto en el que ni el trabajo, donde me refugié en 2020, servía de alivio y se fue sumando el fallecimiento de mi abuela, problemas de estómago, efectos secundarios de la vacuna, efectos desagradables de la ansiedad y alguna cosa adicional de origen desconocido. Total, que llegué a las vacaciones de agosto pidiendo la hora. Por fortuna, los diez días en mis pinares burgaleses ejercieron su acción curativa y me devolvieron al servicio activo.

Termino el año arrastrando achaques, pero mejor de ánimo. Ha sido un año escaso en lo lúdico, por confinamientos perimetrales y por salud. Avanzamos por Discord y en modo texto Baile de máscaras en primavera (un experimento de resultado interesante, pero agotador) y probé en mesa el nuevo Runequest y ahí lo aparqué todo. En otoño, jugué varias partidas de D&D5, retomando al bardo Íomhar mac Lyr (tras un inicio fallido de campaña en 2019), que reavivaron el gusanillo y, hace unos pocos días, 14 meses después de la última, volví a sentarme en mi lado favorito de la pantalla para volver con Baile de máscaras.

En fin, 2021 ha sido el año del fuego, el año del sufrimiento, el año de la destrucción, el año de la gran tristeza. A ver si el 2022 es el año del renacimiento, el año del júbilo, el año en que recuperemos lo que era nuestro.

Nos vemos en el Forlon.