El otro día retomamos la olvidada campaña de D&D bajo la batuta de monsieur Du Pont, que se ha currado de paso este resumen de una partida donde las vimos muy negras al faltarnos parte del grupo. Aun así, Rashid como Umrae, Menxar como Ryld y un servidor como Höel el Revellín nos las apañamos, con algo de suerte (a favor y en contra) para hacer lo necesario para que resultara lo conveniente y salir vivos de aquello.
Mientras Flana Mikosevaar y Fan Jalen custodiaban la reata de lagartos de carga, el semiogro Tull se quedó también para apoyar a sus compañeros de viaje. La pinchuda armadura del duergar Höel se clavaba en los lomos de los lagartos, y estos refunfuñaban y gruñían bajo el peso de tanto metal, así que se fue a pie junto con la elfa oscura Ryld y la elfa lunar Umrae en una suerte de avanzadilla para tratar de cazar al drow Reftael, el cual había sustraído la mercancía que tan secretamente transportaba el difunto Hadrog Prol. Si bien el enano gris ralentizaría la marcha, desde luego la agudeza visual de sus ojos hechos a la oscuridad más absoluta sería una ventaja para evitar las emboscadas que podrían sufrir. La verdad es que Tull no se fiaba de Umrae, pues una elfa de la superficie no suele estar tan bien adaptada a la Infraoscuridad como ella… incluso confortablemente. Lo cierto es que sus dotes de rastreo eran necesarias en la caravana, ya que Umrae era capaz de ser una decente exploradora, así él podía ir de avanzadilla del segundo grupo.
Höel caminaba con paso lento pero infatigable; constante como el gotear que forja con los milenios los relieves de las grutas por las que avanzan. A su lado Ryld parecía flotar con cada paso, siendo ligera como una pluma y mirando contrariada la lentitud y el estruendo que la armadura y pesadas botas del enano causaban en el eco de las cuevas. A medio kilómetro por delante abría camino Umrae, como siempre. Podría correr sobre una cuarta de polvo sin dejar huella ni causar el más tenue rumor. A pesar de la distancia enorme que les separaba, si se daba la voz de alarma Ryld podría llegar corriendo en unos segundos hasta Umrae; Höel tardaría mucho más.
Tras un requiebro del túnel, Umrae vio cómo la caverna se ensanchaba en una sala flanqueada de estalactitas y estalagmitas que se unían en columnas naturales. El mismo silencio de sus pisadas, acompasadas con el murmullo del gotear, la recibió en el mismo umbral. Súbitamente su aguda visión detectó un destello imperceptible al ojo de una lechuza. Estratégicamente depositados sobre el suelo, se encontraban una serie de abrojos en el paso entre las formaciones calcáreas. Tras estos parapetos naturales Umrae vio a unos drows emboscados. Estaban mimetizados y ocultos, indistinguibles de las rocas de la caverna para cualquiera, excepto para el ojo de Umrae. En la lengua silenciosa gestual de los drow los hijos de Lolth se preguntaban contrariados «¿Dónde está?». Parecía que de alguna forma habían logrado atravesar la magia de indetectabilidad que Umrae empleaba y sabían que estaba allí, pero estaba fusionada con la roca del techo de la gruta. Era la táctica de Umrae, avanzar por el techo y dejarse caer sobre el enemigo. Podían detectarla, pero no podían verla. ¿Qué clase de magia empleaba Umrae para hacerse invisible? Ninguna más que la técnica y la experiencia de ocultarse de los peligros. Ella nunca lo sabría, pero eso fue su salvación. Dejando a los furtivos drows perplejos, recorrió el túnel hacia atrás para poner sobre aviso a sus camaradas.
El sudor del enano gris era tan almizclado como el de los lagartos de carga, o más. Ryld estaba acostumbrada a los inciensos de meditación del gimnasio de la casa Millithor y su olfato estaba embotado por la constante ahumadera. Aun así el duergar hedía como un demonio muerto, y bajo el yelmo asomaba una barba con tantos restos de comida que se podría alimentar a un esclavo kóbold durante una semana. De entre dos estalactitas sobre ellos se asomó un rostro familiar. Nadie podría saber cuánto llevaba allí, pero ya se habían acostumbrado a no sobresaltarse por las entradas de Umrae. Con un elegante movimiento descendió del techo e informó de la emboscada entre susurros.
Los drows apostados escuchaban un retumbar en la caverna. Parecía que un gólem de hierro desfilaba con paso militar túnel abajo, pero no podían ver nada… hasta que fue demasiado tarde. Apareció a la entrada de la sala la figura imponente de un coloso metálico parapetado tras un escudo torreón y con el brazo derecho extendido. ¡Había lanzado algo! A menos de diez metros adelante se desató el infierno. Un estruendo que sacudió la oscuridad, iluminándola por una fracción de segundo, lo que les dio tiempo a parapetarse en el último momento, salvo a uno de ellos, que no vio lo que se le avecinaba. En un parpadeo Ryld y Umrae aparecieron justo tras ellos con aviesas intenciones, plegando Umrae el entramado del espacio para dar un salto entre mundos y aparecer de la nada junto con Ryld lanza en ristre. La impía energía negativa que daña a la vida y alimenta a las creaciones no muertas se acumuló en torno a su mano y tocó sutilmente a un sorprendido drow. No obstante la innata resistencia a la magia de esta oscura raza disipó inofensivamente el sortilegio que podía haberlo matado. Su camarada no tuvo tanta suerte y sólo se salvó de una lanzada en el corazón por la espalda porque la costilla se interpuso oportunamente. Del fondo de la caverna se oyó el chasquido familiar de unos arcos bien tensados. Höel, confiado, elevó su parapeto y detuvo sin problema la lluvia de proyectiles, pero cuando hizo lo propio con el pequeño virote del flanco, saltó un arco eléctrico que le rizó los grasientos cabellos de alambre de su barba.
Ryld y Umrae recibían una punzada en sus cuerpos, acompañadas de un escozor propio del veneno. Afortunadamente estaban acostumbradas a tolerar dosis de esta ponzoña, y se resistieron al somnífero drow.
Umrae logró lanzar un conjuro que la haría invisible, táctica arriesgada, pero funcionó y se esfumó de la vista de su atacante, logrando retirarse por el techo hasta una posición ventajosa. Ryld golpeaba como un torbellino de pies, codos y rodillas, dejando fuera de combate a su oponente. Otro de ellos se abalanzó sobre Höel sin lograr minar la muralla que se levantaba. Pero todo era una maniobra de distracción para permitir a una siniestra figura que tomase ventaja por su espalda, retorciendo entre las junturas de su armadura una espada de diseño drow. Umrae tensó su arco desde su posición del murciélago, colgando bocabajo. Favorecida por la gravedad, una flecha se incrustó en el brazo del asesino, al que se le nubló la vista y cayó presa de la ponzoña de sueño con la que Umrae untaba sus flechas. A pesar del éxito, no logró evitar que dos flechas más desde el fondo de la gruta se clavasen en el pecho de Höel, pasando silbando al lado del enemigo que aun tenía éste en frente. No parecía que les importase demasiado la vida de su compañero, pero es que a los drows no les importa la vida de nadie más que la suya.
Ryld partía el cuello de su contrincante, que aún buscaba sin éxito a Umrae, con una certera patada giratoria, y mientras Höel clavaba profundamente su Cuchillo Real en el vientre del enemigo que hacía las veces de inútil parapeto, la guja curvada de Ryld terminaba de despacharle.
Los dos francotiradores desde el fondo de la caverna vieron la carnicería. Su jefe yacía en el suelo, sus aliados fuera de combate, y ahora ellos eran dos contra tres. A pesar de las sangrantes heridas del duergar, sabían que habían impactado más por el azar que por la lógica. Se miraron y comprendieron que más valía el deshonor que una muerte cierta, así que dieron media vuelta y huyeron a toda velocidad, casi tan rápido como un caballo al galope, pagados de sí mismos, seguros de escapar. Ryld esbozó una leve sonrisa. Nunca había perdido una carrera y hoy tampoco iba a ser el día que la dejaran atrás.
Mientras las flechas envenenadas de Umrae dejaban dormido a su compañero, dos certeros ensartes en la espalda propinados por Ryld le arrebataban la vida. ¿Cómo era posible que hubiese corrido esta hembra tanto, partiendo desde una posición tan atrasada? La muerte se lo llevó antes de comprender la respuesta: Simplemente ella era mejor que él.
La escaramuza había concluido en apenas treinta segundos. Höel se llevó la peor parte, a punto de desfallecer. Miró al asesino que a punto estuvo de acabar con su vida y vio un rostro conocido. Era Reftael, el lugarteniente de Yssissiryl en Manthol Derith.
—¡Acaba con él, Höel! —gritó Umrae—, será imposible mantenerle como prisionero y acabará matándonos.
Höel no necesitaba mucho apremio. Ya estaba desenfundando su hacha, y como quien parte leña para la chimenea, la dejó caer inmisericorde sobre el cuello del elfo oscuro, cercenando su cabeza. Mientras tanto en la distancia Umrae sonreía. No habría testigos que desenmascarasen su versión de que Reftael había robado la mercancía que ella ocultaba. A la par, en un rincón de El Abismo, Vaheraun reía complacido por el engaño mantenido.
Al fondo de la caverna encontraron inconsciente y atado a un elfo lunar. Tenía moratones y cortes por todo el cuerpo, y habían vertido vinagre en sus heridas. Parecía que lo habían torturado durante horas por puro placer, pero… ¡¿Qué demonios hacía un elfo de la superficie en la suboscuridad?! Es decir… Otro elfo de la superficie si contamos a Umrae.
—Parece malherido —dijo la elfa tras examinarlo.
—¡HURRA! —exclamó el duergar—. ¿Para eso te hacía falta malgastar el botiquín? Hasta yo veo que le han zurrado de lo lindo.
La drow miró a Umrae, incapaz de atravesar su disfraz de elfa oscura, y esbozó una media sonrisa a la par que sacudía la cabeza. El duergar siempre tan amable y refinado como el yunque de un herrero.
—Es mono, para tratarse de un elfo de las tierras de la luz, claro. Deberíamos sacrificarlo a Lolth o venderlo en Menzoberranzan. Mi Casa lo sacrificaría gustosa como botín de guerra.
La verdad es que las dos jóvenes no podían apartar la vista del torso semidesnudo del elfo, a pesar de no estar en su mejor momento.
Jejeje. La verdad es que nos reimos de lo lindo. A ver si se puede continuar la partida, a pesar de la ausencia de la mitad del grupo de jugadores. El hecho es que se está jugando al pillo-pillo (muy al estilo drow) entre Umrae y Ryld. El pobre Höel está en medio, paciente, al menos hasta enterearse bien de cómo va el asunto. supongo que se le pasa por la cabeza mellar el filo de su hacha en los lomos de cierta drow.
De momento tiene suerte de que la perspectiva de negocio futura sea más atrayente que el cobro de agravios pasados.