Viaje a Bizancio

La entrada que los Guardianes del Grial hicieron en Bizancio fue muy diferente a su primera visita. La entrada de la Liadain en el puerto, altiva y mostrando el pabellón, inquietó a templarios, hospitalarios, teutónicos, genoveses, venecianos y a cualquier otro con intereses marítimos. También preocupó a los nephilim de la ciudad, temerosos de que tanta ostentación provocara movimientos indeseados en las sociedades secretas.

Fue un espaldarazo para Nalen, la gárgola, que había luchado esos años por mantener vivo el Imperio de Kirkjabyr. Ya no se trataba de dinero y suministros que le llegaban a través de rutas secretas, sino de la visita de un cónsul de otro Imperio. La sede bizantina del Emperador había crecido y había dejado el Sapo verde pudiendo, más o menos, garantizar por sí misma su seguridad.

Sin embargo, la visita de Yaltaka a Bizancio no tenía nada que ver con el Emperador o Nalen. De hecho, el flamante cónsul de las Galias declinó la invitación del de Bizancio y prefirió alojarse en el refugio de los Enamorados con sus compañeros.

Hablando de compañeros, Pírixis organizó un buen revuelo, no tanto por su naturaleza selenim (algunos se pasaban por las fiestas de los Enamorados) como porque la Dama del Lago era muy conocida. Aun así, ni su cambio le permitió librarse de sus cuatro iluminados, que estaban esperando su vuelta como si fuera la Salvadora y la recibieron como si hubiera vuelto de entre los muertos.

Pero hablaba del motivo de la visita de los Guardianes del Grial a Bizancio, que tampoco era la búsqueda del Grial, aunque aprovecharon el tiempo para recopilar y estudiar la información que había conseguido la Torre, por la mediación de Dashiell, y de sembrar sus propias redes de espionaje, tanto entre nephilim como humanos e incluso selenim.

En el fondo, los Guardianes del Grial habían acudido a Bizancio, arrastrando al fénix y sus dos nuevos compañeros, acompañando a la Portadora de la Marca de la Diosa, Menxar, que había venido a verme a mí, al viejo y olvidado Vndyrwynd.

Habían sido unos años de renovada ilusión para mí, y de mucho trabajo. Hacía siglos que había dejado la búsqueda de Caos y la Gran Guerra, cansado de la falta de resultados y el desprecio de mis compañeros. Tras ver con mis propios ojos la Marca de la Diosa, me había lanzado a la tarea de reconstruir mis documentos y apuntes y de resumirlo y presentarlo de una forma coherente a la Portadora… Si tal cosa era posible.

Para empezar y como ya dije, no había encontrado en cuatro mil años o más ningún indicio medianamente sólido a favor de la existencia de la Gran Guerra hasta que vi a Menxar con la Marca. De hecho, ni siquiera había visto nunca un dibujo de la Marca, sólo descripciones de tercera o cuarta mano cuyo origen era siempre un dibujo o grabado que alguien había visto y que se decía representaba la Marca de la Diosa, a veces la de Horus, a veces identificada como símbolo de peligro extremo, o un símbolo llevado por los malditos por los dioses o los benditos por ellos, o del cielo luminoso cuando sale el sol tras una terrible tormenta (ésta fue siempre la que más me gustó), o…

Pero conseguí lo que me proponía y armé una historia resumida y más o menos coherente de lo que creía que había ocurrido y resultó que, uniendo mis notas y sus aventuras, encontramos una pista digna de tal nombre que les llevaría a una aventura que cambiaría su destino y sus vidas para siempre (los que no la perdieron, claro) y donde se enfrentarían a la más terrible criatura con la que se habían cruzado hasta entonces: la Tuna.

3 comentarios para “Viaje a Bizancio

  1. No te preocupes Vndy, nosotros no nos olvidamos de ti (eres mi bibliotecario-experto-investigador favorito ;)).

    Y si os encontrais a la tuna… corred, corred, corred sin mirar atrás.

  2. Jajajajajajaja
    Con sólo oír hablar de ella nos echamos a temblar. Cuántas cosas pasaron en esa aventura….
    Yo me quedé con las ganas de ver salir al Fénix por una ventana…

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