El miércoles pasado asistí a un recital de piano en la Casa de la Cultura de Villanueva de la Serena. Era eso o corregir otro capítulo de Queen’s Blade, con lo que la elección era sencilla: aceptar la mala acústica del salón de actos, la puerta que golpea por simpatía cuando la puerta de la calle se abre, las toses, los que llegan tarde y haciendo ruido, las bolsas de chucherías y demás maleducancia y «problemas técnicos» y esperar algo interesante a cambio.
Al piano estaba Davinia González Pajuelo, profesora de la Escuela Municipal de Música. Empezó agarrotada, con una Sonata KV333 de Mozart más sosa que una sopa de sobre. Técnicamente correcta, pero capaz de aburrir al más pintado. Pero en la segunda parte del recital, ya más asentada, nos dejó mudos y llorosos con un Almería de Albéniz triste, melancólico y muy expresivo, realmente hermoso. Siguió con las Variaciones Abbeg Op.1 de Schumann, con un arranque agarrotado, para olvidar, quizás provocado por el cambio radical entre la tristeza de la anterior y la alegría de esta, pero pronto se soltó, estando al mismo nivel que con la Almería. La velada terminó con el Estudio Op.10 nº 7 de Chopin y un bis sin identificar.