Cuentos viejos: cuidado con el escalón

Ocurrió en Piratas. Por supuesto, con Diego de protagonista. Una medio adaptación de Alien que dirigí dos veces (y espero hacerlo alguna vez una tercera) y que ha dado para muchas risas. Empezaba la aventura con los personajes reclutados para una búsqueda del tesoro en mitad de la selva… de la selva… Bueno, de alguna selva, con pirámide incluida.

Resultó que la pirámide, además de escalones (y muchos) de subida, también los tenía de bajada, y el primero que iba bajando era Diego, tanteando con un largo palo que se había agenciado antes de subir. Detrás de él, a dos pasos, iban sus compañeros. En esto, el escalón que tantea cede un poco. Diego se queda inmóvil. Una gota de sudor frío recorre su frente.

—Chicos, cuidado con el escalón —Susurra con voz queda.

—¿Qué escalón? —Gritan sus compañeros, que, de repente, han retrocedido hasta lo alto de la pirámide.

—¡Este escalón! —Exclama Diego, enfurecido por tan mal compañerismo, mientras su jugador da unos fuertes golpes en la mesa, con el puño.

Momento de pausa. Todos le miramos. Miradas de incredulidad. El jugador mira su puño. Mira la mesa.

—Uuuuups.

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