Undécimo y penúltimo concierto de Abono A de la Orquesta de Extremadura. La temporada 2008-2009 se acaba ya (¡qué lástima!) y uno de los más «clásicos» de toda la temporada. Empezó con el Concierto para violonchelo y orquesta de Dvořák, un concierto que, particularmente, me encanta porque la parte solista y la de orquesta forman un todo conjunto poco habitual, donde el cello solista trabaja con la orquesta sin llegar realmente a despuntar pero estando siempre ahí. El solista fue Boris Andrianov, joven intérprete ruso que, por si nos quedaba alguna duda de su maestría después del concierto, nos deleitó con dos bises espectaculares.
Tras el descanso disfrutamos de la Sinfonía nº 3, «Escocesa» de Mendelssohn. Una obra que en las grabaciones que tengo suena grave, algo melancólica, pero que el director y violinista venezolano Eduardo Rahn nos la presentó alegre, con mucha fuerza, cerrando así un buen concierto. El maestro Eduardo Rahn supo sacar a la sección de cuerda de la Orquesta de Extremadura un sonido único, cálido y vivo que no lo habíamos escuchado en toda la temporada y que fue agradecido por el público con una fuerte ovación. Ese sonido estuvo presente desde el concierto de cello, pero donde demostró todo fue en la sinfonía, desde su mismo arranque, acompañado por el excelente trabajo de las trompas. Tiene la Orquesta de Extremadura muy buenos trompas y en la Escocesa no tuvieron tiempo para aburrirse (me hubiera encantado poder ver el tercer concierto del abono B con el Concertstück Op.86 para cuatro trompas y orquesta de Schumann). Por el contrario, la sección de viento madera no tuvo su mejor noche.
En resumen, un gran concierto en el que disfruté de dos obras que me encantan con una puesta en escena distinta (más alegre y cálida, como ya he dicho) y muy interesante. Y dos nombres que me anoto y que espero volver a ver en el futuro.