Soy el malo molón

Me gusta regodearme en el sufrimiento ajeno, me gustan los planes complicados diseñados por mí. Me gusta pintar y cantar y creo que tengo vena artística. Mis subordinados tiemblan en mi presencia: tiemblan de terror ante mis discursos autocomplacientes. A mi lado, Castro es un aficionado que al rato de empezar a hablar ya está cansado.

Llegan los buenos, me tocan las narices, les invito a cenar, juego con ellos.

Me tocan más las narices, decido quitármelos de encima, mandando a la morralla a por ellos. Total, no son peligrosos.

Cuando me quiero dar cuenta, están en mi casa, pegándose con mis subordinados. Y los vencen, ¡qué divertido!

Así que me preparo, me visto de gala, adecento la habitación, saco el coñac caro, repaso las notas del discurso «qué bueno que soy y qué buenos que son mis planes» para cuando lleguen.

Llegan…

Y apenas he abierto la boca para darles la enhorabuena y contarles mis maquiavélicos planes cuando me están atacando. Por sorpresa. A traición. ¿Qué es esto? ¿Dónde está la tradición? Cuando el malo habla, los buenos escuchan con atención, luego nos ponemos en guardia y nos damos de leches (a ser posible con algo de traición por mi parte, que para eso soy el malo). Pero estos llegaron y, sin dar las buenas noches, sin decir «aquí acaban tus fechorías», sin preguntar «oiga, el responsable del negocio, me hace el favor», me fríen a conjuros y proyectiles.

¿Dónde queda la curiosidad? ¿Dónde queda la decencia? No hay derecho.

Si yo hubiera sido jugador y no máster en esa partida, habría hecho exactamente lo mismo. El personaje está cansado, empapado, tiene frío. Lo que le apetece es un baño caliente, cerveza, comida y una cama cómoda. Y compañía del sexo y especie preferidos, ya que nos ponemos. Lo último que apetece es que un chulo prepotente y megalomaniático quiera contar sus planes de dominación mundial™. ¿Es el responsable? ¿Sí? Pues se le mata y en paz. Tonterías, las justas.

Y si puede ser a traición y por la espalda, mejor. Más seguro.

Que los héroes mueran salvando el mundo. Yo prefiero salvarlo y luego disfrutarlo.

2 comentarios para “Soy el malo molón

  1. Jajajajajaja!
    Te has dejado atrás el ataque a la torre con las armas de asedio (una preciosa silla de madera). Hay que ser bestia, no veas la que lió el personaje de Pirixis para romper un ventanal.

    Seamos sinceros, aparte de cansados, helados, empapados y hasta los co***nes de que nos tocaran las narices, te conocemos y sabemos que si lo hacemos en plan película de ahí no salimos. Además a nosotras no nos van los personajes buenos buenísimos y angelicales, todos tenemos un lado oscuro, ¿no? (y más si te han estado tocando las narices).

  2. Sólo hicimos lo que correspondía a la estupenda fiesta de bienvenida que nos tenía preparada, jeje. ¿O qué creía, qué después de tenernos danzando de allá para acá, bajo la lluvia y sin descansar ibamos a esperar tranquilitos mientras se tomaba el coñac y sin ni siquiera ofrecernos una copita? Vaya anfitrión.

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