Llevo años sin dirigir bien. No hay manera. Podría justificarme en que no podemos jugar de manera regular o en que Ánima me resulta terriblemente incómodo de dirigir, pero ya me pasaba de antes. Me resulta casi imposible alcanzar ese estado, así que intento suplirlo con la experiencia: preparar la partida, improvisar lo más rápido posible, usar tópicos, tirar dados cuando me atasco (da tiempo a pensar) y otras mil triquiñuelas del oficio.
Pero, de vez en cuando, lo consigo. Aunque sea sólo por un momento, lo alcanzo. El momento en el que no hace falta improvisar, no hace falta ver las notas, no hace falta usar la imaginación.
Porque sólo tienes que dejar la mirada perdida y lo ves. Y no hay que imaginarse la posada, porque la estás viendo, escuchas a los parroquianos, hueles la comida. Y todo lo que hay que hacer (difícil, no digo que no) es describir eso a los jugadores lo mejor que se sepa.
El otro día alcancé ese estado un momento, ya al final, cuando liberaron a Seline. Y vi la oscuridad enroscarse en las altas columnas de la catedral, ocultar las vidrieras. Oí su rumor aterciopelado al extenderse por las gastadas losas del suelo. Sentí su cálido y a la vez tenebroso abrazo.
Quiero más. Quiero dirigir más. Quiero volver a sentirlo.
Hubo un año que lo tuve casi cada semana, durante dos o tres horas. Sé que no volveré a ese nivel pero, igual que quien ha visto el Grial, no puedo hacer otra cosa que buscarlo, anhelante.
Necesito volver a sentirlo.
Aunque no dirigias tu, algo de eso coseguiamos pillar (como jugadores), cuando dabamos tumbos como locos por Night City y eramos potencia nuclear… snif snif, que mala que es la distancia (y el tiempo).
Creo que ya ni me acuerdo de como se tira un dado…
Es el otro estado, el que se consigue como jugador. De ese ya casi ni me acuerdo.
Pero recuerdo ver mi furgo saltando hacia arriba y yo batiendo el récord de 200 metros lisos.
Tú sentiste a Seline, y nos la hiciste sentir a las 2. Yo guardo una imágen muy vívida de esos segundos.
Y ya sé que no soy imparcial, pero eres el mejor máster co el que me he topado.
Un besazo.