Baile de máscaras — Interludio de otoño

Octubre fue un mes de reuniones para nuestros amigos. Y noviembre, un mes de cambios. Quizás lentos, a los ojos de la impaciente juventud, pero en estos dos meses entrelazaron sus destinos con el futuro de Gabriel.

Michel Laffount de Gévaudan fue el primero en mover ficha. Acudió a casa del marqués de l’Aigle Couronné para decirle que declinaba su oferta de unirse al servicio secreto, con el pretexto de que se debía a sus recién comenzados negocios. Acto seguido, quedó con el marqués de La Tour d’Azur y aceptó su ofrecimiento, entendiendo que el futuro de Gabriel pasaba por Alystaire Fardelys y no por el (a sus ojos) pusilánime de su hermano. Michel le contó al marqués lo vivido en los últimos tiempos, teniendo cuidado en no exponer demasiado a sus amigos, y le entregó el anillo duk’zarist, el que recuperaron en la extraña tumba bajo el castillo de Ourges y que había recuperado de la señora de Carbellac para la ocasión.

…ganó clientes en el extranjero…


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Baile de máscaras — Visita a Astria

Lo que sigue es un fragmento del diario de Colette que escribe su jugadora, Menxar, con mis notas del máster donde toca. Me está costando muchísimo escribir estas semanas de confinamiento. Ella ha tenido a bien permitir que lo publique y yo no quiero retrasar la narración de la campaña más tiempo, pues cuanto antes me ponga al día, antes empiezo a preparar la segunda temporada.

Diario personal de Colette Leclair, septiembre de 987.

Cuando llegamos está amaneciendo, pero no me puedo ir a la cama, hay que curar heridas, comer, asearnos y constarle a la señora de Carbellac lo acontecido. Pero hay un pensamiento que me ronda y no me abandona, no quiero dormir sola, aún tengo la necesidad de no soltarlo. No creí que aceptara, pero cuando tenemos un segundo a solas se lo pido y me dice que sí. Mi corazón salta y amenaza con salir de mi pecho, en este momento me da igual la posibilidad de que alguien nos sorprenda y me olvido de las consecuencias.

Astria


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Baile de máscaras — La tumba bajo el castillo

Septiembre no acabó aún. Los aguardaba un nuevo viaje al norte, a Astria. Recordemos que los padres de Chloé de Carbellac la habían matriculado en la academia como condición para aceptar su relación con Michel Laffount, tercer hijo del conde de Gévaudan, cuyo futuro económico era… incierto. Corría el 20 de septiembre cuando embarcaban rumbo a Dupois la señora de Carbellac, su hija, su dama de compañía y un cochero. Y, también, Colette Leclair, acompañando a su amiga; los hermanos Lafleur, como escolta, y Michel Laffount y su hermana, Marie, que, por intermediación de Michel y de su madre, también se había matriculado en Astria. La muchacha, prometida a un marino y armador, tenía 16 años, esto es, dos y medio menos que Colette.


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Baile de máscaras — La música de las esferas

Madeleine Prevoye era obsesiva hasta límites insospechados, como descubrieron, muy a su pesar, Noel y Colette. La muchacha se enfrascó en el montaje de la caja de música, perdiendo la noción del tiempo, saltándose comidas y olvidando compromisos previos. Noel fue quien más la sufrió, convertido en su ayudante. No porque supiera de música, pues no tenía más formación que la habitual en jóvenes de la alta sociedad, sino por su talento con las matemáticas. Haciendo caso omiso a las, por lo demás tibias, protestas de los padres de Noel, ocuparon los dos el salón del piano y, con la ayuda de un relojero que les suministró piezas para hacer de pasadores y las herramientas que Madeleine no tenía, la reconstrucción de la caja avanzó a ojos vista.


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Baile de máscaras — La caja de música

La semana siguiente hubo mucho movimiento en las casas de los D’Aubigne y de los Dunois. En la primera, como imaginarán, motivado por el secuestro y liberación de Julie y la posterior ofensiva mediática contra la responsable, la condesa de Boussac. En la segunda, por la presencia del malherido Michel y las visitas que recibía. Chloé se negaba a separarse de él, lo que incomodaba al joven, que temía los rumores que pudieran surgir.

Los hermanos D’Aubigne

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Baile de máscaras — Venganza por el hijo muerto

El verano de Jacques Lafleur fue movido. Como seguía con la cabeza puesta a precio por el conde de Malache, por el duelo con su hijo en Dupois, en primavera, contrató a un par de guardaespaldas para librarse de celadas. Esto disparó los rumores sobre su falta de bizarría en los mentideros de Chaville, donde no se conocían los detalles de la historia, y terminó resolviéndose, como no podía ser de otra forma, con un reguero de duelos que dejaron varios heridos, incluyendo a su hermano Julien, y un muerto.

…contrató a un par de guardaespaldas…


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Baile de máscaras — Verano: Julien

A Julien le consumía el peso de la maldición que veía recaer sobre sus hombros desde la fatídica patrulla en que el virote le atravesó el pecho, a la altura del corazón. Sentía que debía haber muerto ese día, con el resto de compañeros que no volvieron de aquella misión. Recordaba la mirada de terror de los bandidos al verlo. Recordaba la mirada perpleja del cirujano. ¿La maldición le había caído a él por algún motivo desconocido? ¿O era algo de su linaje? Decidió visitar el château de su familia y buscar en la polvorienta biblioteca por si encontraba un diario de algún antepasado que contuviera respuestas.


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Baile de máscaras — Verano: Michel

Michel Laffount, tercer hijo del conde de Gévaudan, volvió a casa cambiado. Quizás porque partes muy internas de él habían visto la luz del día. Consciente de su mortalidad, consciente de la oscuridad de su alma y consciente, también, de que su vida de joven adinerado juerguista y mujeriego no era una vida de la que sentirse orgulloso cuando tocaba verla pasar ante sus ojos.

Dejó el cómodo puesto en el ayuntamiento que le había conseguido su padre y se lanzó a abrir su propio negocio, una línea de alta costura, aprovechando tanto el tirón que había tenido su traje para en el Gran Baile de Máscaras de Dupois como los recursos de su familia, de cuyas rutas comerciales podría obtener los tejidos y elementos exóticos que necesitara. Su padre, comerciante hasta la médula, se alegró de que su hijo buscara su propio camino y le ofreció todo el apoyo familiar en los difíciles primeros años… a cambio de un buen paquete de acciones, claro.


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Baile de máscaras — Verano: Colette

A la vuelta a Chaville, Colette tuvo que dar muchas explicaciones a sus padres. Al enfado que tenían por haberse embarcado en tal aventura, se sumó el que había sido descubierta. Noel, que ya había sido blanco de la primera fase del enfado, a su vuelta de Dupois cuatro semanas atrás, no se escapó de esta nueva andanada. Aun así, la peor parte se la llevó Colette. A fin de cuentas, era una señorita y quien debía cuidar de su hermano. ¡Irse al monte con tres varones! ¡Y dormir con ellos al raso! ¡Qué vergüenza, si se entera la gente! ¡Ay, que me da! El padre no le dirigió la palabra durante semanas y la madre se pasó varios días llorando. ¿Qué le estamos haciendo a nuestra hija? ¿No sería mejor renunciar al título y la fortuna familiar y dárselo todo a esos malditos Mazet? Pero, entonces, ¿quién querría casarse con ella? Y si seguimos con la pantomima, ¿a qué vida la estamos condenando?


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Baile de máscaras — El Culto de la Carne

Empezamos la siguiente sesión con Michel gravemente herido, con tres o cuatro semanas por delante antes de poder levantarse de la cama. En los días y, sobre todo, noches siguientes muchas personas abandonaron el pueblo, a veces familias completas. Miembros del culto o gente aterrorizada.

Una de las primeras cosas que hicieron fue registrar la vivienda de Laora. Hallaron un libro de registros, parcialmente en clave, de donde pudieron averiguar los nombres de varios de los miembros del culto, un seguimiento de alguna de sus víctimas (como el padre Bertin), un informe de reuniones… Liliane Trouvé no aparecía como tal, pero la identificaron con unas iniciales que se repetían, referidas al envío de chicas y chicos a Chaville y otras cosas, como avisos e instrucciones, y supusieron que debía ser la superior del culto o una de sus cabecillas. En todo caso, no obtuvieron pruebas sólidas que les permitiera ir contra la hija de un marqués.

El viaje de primavera: de Chaville (6) a Dupois (1); de ahí, por barca, a Grausse (2); en mula a Ourges (3); en carro y con cuidado con los baches hasta Le Drac (5) por Voillemont (4) y en barco de vuelta a Chaville.


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