La ternura flota en el aire

Entre las series que he visto últimamente, he encontrado un par de ellas muy tiernas y del tipo de anime que no suelo ver muy a menudo o mejor dicho, no veo muy seguidas: Usagi drop e Ikoku meiro no croisée.

Usagi drop

Imagina un día común, en el que crees que seguirás con el mismo ritmo y estilo de vida, y de pronto, recibes una llamada telefónica en la que te informan que un ser querido ha fallecido. Esto es lo que le ocurre a Daikichi Kawachi (Hiroshi Tsuchida) un hombre de 30 años, con empleo fijo, soltero y el cual ha vivido sólo para sí mismo; así que, tras recibir la noticia de la muerte de su abuelo, decide reencontrase con sus familiares para despedirse de él. Cuando Daikichi llega a casa de su abuelo, conoce a Rin Kaga (Ayu Matsuura), una niña de 6 años que resulta ser la hija ilegítima de su abuelo con una mujer desconocida que abandonó a la pequeña. La niña es una vergüenza para toda la familia y nadie se preocupa por ella. Daikichi, molesto por la actitud de sus familiares, decide hacerse cargo de Rin, a pesar de ser soltero y no tener experiencia con los niños. Así comienza una nueva vida para la tía y el sobrino donde habrá ternura, complicaciones, complicidad (en estos dos últimos aspectos afecta directamente la existencia de Kouki, otro niño) y nuevas decisiones para Dakichi.


Urge encontrar manual de instrucciones

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Hakuouki Hekketsu Roku

Según dice el refrán «segundas partes nunca fueron buenas», pero en este caso podemos aplicar el que dice «la excepción confirma la regla» y en tan sólo 10 capítulos. Hakuouki Hekketsu Roku es la segunda parte de Hakuouki Shinshengumi Kitan: una mezcla de acción, historia, drama y política para la que es aconsejable hacer acopio de pañuelos, porque es un no parar desde el primer hasta el último episodio.

En esta segunda parte, la relevancia de los hechos históricos es el centro del desarrollo de la trama, las batallas, las alianzas entre clanes, conspiraciones etc. Veremos como poco a poco el Shinsengumi se va desintegrando en una espiral incesante de desesperación que se inicia con la caída del shogunato pero que se agudiza con la muerte de Kondo y la marcha de Hijikata a Ezo (actual Hokkaido). Así, algunos abandonan el Shinsegumi, otros se quedan con el clan de Aizu y otros marchan hacia Ezo, aunque todos seguirán luchando.

Ahora sí evolucionan los personajes, cada uno se adapta al transcurrir de los acontecimientos intentando ser fiel a sus principios y movidos por sus propias motivaciones, ya sean arraigadas en el pasado o como consecuencia del devenir de las diferentes situaciones que se van produciendo. Así muchos de los personajes seguirán caminos separados, aunque en el fondo todos siguen unidos por sus convicciones.

Habrá quién opine, que la relación entre Chizuru y Hijikata, podría haber terminado de otra forma, pero yo creo que se integra perfectamente en la trama y que además sigue el desarrollo lógico si se observa desde las distintas personalidades de estos dos personajes y su manera de entender la vida. Hijikata intenta mantenerse fiel a sus ideales, aunque al final se da cuenta de que está enamorado de ella; y Chizuru aunque está enamorada de él, lo respeta demasiado por esos mismos ideales y al haber decidido vivir como humana y no como oni, lleva también sus convicciones hasta el final. Por eso, creo que el final se acopla perfectamente al clima en el que se desarrolla la serie, siendo en mi opinión algo lógico que respeta la ambientación que se ha ido formando a lo largo de estos episodios, o ¿es qué alguien esperaría un final color de rosa después de todo lo que ha ocurrido anteriormente?.

«Lo peor» de todo es que aún sabiendo que no va a haber más que tragedias, te enganchas y tienes que verlo hasta el final, ¿será que nos atrae la parte romántica y bucólica de lo trágico?. Melancólica y triste, se convierte en un drama histórico con una excelente estética y un buen desarrollo.

Nota: Existen 5 OVAs llamadas Hakuouki Sekkaroku que se sitúan sobre la mitad de la primera temporada, sólo he visto cuatro, pero son entretenidas y le aportan más profundidad a algunos de los personajes.


Last Exile: Ginyoku no Fam

El estudio Gonzo marcó la primera mitad de la década pasada con varias series de gran calidad que lo encumbraron a lo más alto. Desde entonces ha vivido una larga decadencia, primero creativa y luego económica, que les llevaría al borde de la quiebra. En un intento quizás de recuperar esa marca de la casa perdida en los últimos años recurrieron al ilustrador Range Murata, que había estado detrás del diseño de dos de las obras visualmente más emblemáticas del estudio: el OVA Blue Submarine nº6 (curiosa adaptación de La isla del doctor Moreau, torturada por una atroz banda sonora) y la serie Last Exile, eficaz vuelta de tuerca al manido «pirata con poderosa nave y chaval piloto de la leche que termina en ella».


¡Ah, Tatiana! ¿Cómo? ¿Que no es la prota? ¿Y?

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Hakuouki Shinsengumi Kitan

Después de dos reseñas de juegos de rol y que a Cubano se le ocurriese que publicase yo misma algo en su blog, aquí os dejo el comentario sobre una de las series que he visto últimamente: Hakuouki Shinsengumi Kitan.

Una serie de estudio DEEN que se emitió en 2010 y consta de 12 episodios (también existe una segunda parte de 10 episodios). Es una serie que mezcla varios estilos como género histórico, shounen y shojo (la vida cotidiana del Shinsengumi durante las luchas que se produjeron en la última etapa del shogunato mezclado con situaciones provocadas por el día a día en un harem de chicos que protegen y ayudan a la protagonista); de hecho la serie está basada en un otome game (hasta hoy no sabía ni que eran), un juego para chicas donde tienes que conseguir una cita con el protagonista.

La historia tiene lugar durante el último período del shogunato Tokugawa. Todo comienza cuando Yukimura Chizuru decide viajar desde Edo a la capital imperial (Kioto) disfrazada de hombre para buscar a su padre, un médico practicante de la medicina occidental que trabaja para el Bafuku pero que ha desaparecido sin dejar rastro. Allí, es atacada por dos hombres vestidos con los uniformes del Shinshengumi, pero que exhiben una violencia extrema, tienen los ojos rojos y el pelo blanco. En el último momento es rescatada por los miembros del Shinsengumi. Estos la toman en custodia, y descubren que es la hija del doctor que también buscan. El Shinsengumi decide acoger a Chizuru y ayudarle en la búsqueda de su padre.

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Arrietty y el mundo de los diminutos

Este mes de septiembre ha llegado a España (con un añito de retraso, no está mal) esta adaptación libre de Los incursores de la escritora británica Mary Norton. Considerada desde su estreno una obra menor del estudio Ghibli (Porco Rosso, La princesa Mononoke), con un debutante a las riendas, Hiromasa Yonebayashi, y una sorprendente Cécile Corbel a la música en lugar del habitual de la casa, Joe Hisaishi, Arrietty es una pequeña joya y, posiblemente, la película más bonita que se ha podido ver en el cine este verano (y puede que en todo el año). Yonebayashi nos atrapa con una historia melancólica del día a día de una familia de incursores, pequeños seres de unos diez centímetros de alto que viven en el sótano de una vieja mansión rapiñando lo que pueden. No le hace falta una historia épica o absurda ni un ritmo endiablado: con un dibujo exquisito, unos colores impresionantes, unos efectos de sonido de primera y el acompañamiento musical puesto por Corbel, Yonebayashi desgrana con ritmo pausado el mundo de los diminutos desde los ojos de Arrietty, una muchacha adolescente. Sencillamente impresionante la primera incursión de Arrietty, bajo la guía de su padre, plasmada en todo detalle: el enfrentamiento a la enormidad de la casa humana, el uso de lo que han podido rapiñar (clavos, pinzas, alfileres, pilas…), la tensión superficial en los líquidos…

Un mundo, el de Arrietty y su familia, frágil y que se ve amenazado por la llegada de Shou, un muchacho humano enfermo y que descubre a Arrietty. A partir de ahí, el frágil mundo de los diminutos se tambalea, demasiado frágil ante el quehacer de los grandullones. Tiempo para un primer amor, para ver la negrura del alma mezquina, para el miedo y la esperanza. Para dejar atrás la niñez y encarar el futuro con la frente alta.

Hora y media de buen cine. Hora y media de poesía para gozar. Y con un gran, gran doblaje. No se puede pedir más.

Macross Frontier

Confieso que lo único que conocía del universo de Macross era el diseño de algunos mechas, versión Battletech. Pero de cuando en cuando hasta a mí me apetece ver una serie de mechas y tenía por ahí Macross Frontier, que ha resultado ser una serie curiosa. Poco ambiciosa en algunos momentos, donde el guión flojea y no resuelve la situación planteada y demasiado superficial en otros, donde podría explotar más algunos personajes, presenta, no obstante, una mezcla extraña de tópico y originalidad. En lo tópico, lo habitual: el chaval de instituto que empieza a pilotar mechas de combate porque sí (¡cuántos niños soldados ha dado el anime!); el capitán pirata y su pintoresca tripulación con algún caso estrambótico; el piloto duro y veterano de corazón tierno; el ligón, el genio torpe, las relaciones amorosas varias entre los secundarios y la del prota. En este caso, un triángulo amoroso interesante que languidece por culpa de unos guionistas que no se atreven a resolverlo.


¡Ah, Sheryl!

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Samurái 7

Decía hace un par de meses que Los siete magníficos es la mejor adaptación de Los siete samuráis. Hace unos años, el estudio Gonzo presentó su propia adaptación bajo el nombre de Samurái 7, una serie de 26 episodios que se ceñía a la perfección a lo que ofreció este estudio en la primera mitad de la década: diseño de personajes espectacular, seiyuus de primer nivel, animación avanzada para su época, animación irregular, episodios dibujados por el becario, caídas terribles de ritmo, anticlímax estúpido… Resumiendo, un producto irregular, pero que se puede considerar, en su conjunto, una buena serie.


Los siete samuráis

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Inspiración de ida y vuelta

Cuentas las crónicas que allá por 19xx un cineasta italiano de felino nombre hizo una adaptación maleducada (maleducada porque no pidió permiso) de una película de un conocido director japonés, muy apreciado en Occidente. Esa película y las que la siguieron revolucionaron un género tan típicamente americano como el western: personajes, planos, duelos… También revolucionaron la forma de unir música y película de la mano del compositor Ennio Morricone. Una de las películas nos dejó un duelo memorable, más recordada aún por el reloj y la música.

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Basilisk Kouga Ninpou Chou

Gonzo ha sido el estudio que ha marcado la primera mitad de la década, con series de gran calidad técnica pero por norma afectadas de algún error que impedía clasificarlas como realmente grandes (anticlímax horrorosos, episodio dibujado por el becario y cosas así). 2005 fue el gran año de Gonzo y el principio del fin. En la primavera presentaron tres series enormes y dignas de ser recordadas en los años siguientes. Si ya es difícil colocar una serie entre las mejores del año, y conseguir que cinco años después se siga recordando con agrado, tener tres, todas juntitas, todas a la vez, es un logro que pocos han logrado alcanzar. Este trío inolvidable lo formaron Trinity Blood, adaptación de las novelas del mismo nombre, Speed Grapher, una de las series más curiosas e interesantes de toda la década, y la que hoy trato aquí, Basilisk Kouga Ninpou Chou.

Basilisk es la adaptación del manga del mismo nombre de Futaroh Yamada y Masaki Segawa y es una variante de Romeo y Julieta con ninjas. Situada tras la era de guerras de donde surgió el shogunato de Tokugawa, en el siglo XVII, narra la historia de dos aldeas ninjas (Kouga e Iga) enfrentadas desde hace siglos. Atadas por una tregua, en ambas aldeas conviven aquellos deseosos de seguir lavando afrentas en sangre (creando otras nuevas) y los que buscan la reconciliación definitiva, de la mano de la boda de los primogénitos de las familias dirigentes de ambas aldeas, Gennosuke Kouga (Kousuke Toriumi, visto por aquí como el pistolero rubio de Bakumatsu) y Oboro Iga (la popular Nana Mizuki). La tregua se rompe cuando Ieyasu Tokugawa, el primer shogun, elige decidir su sucesor con un enfrentamiento de diez guerreros de cada aldea.

Al ser un enfrentamiento entre ninjas, la honorabilidad se asume como inexistente. A lo largo de 24 episodios vemos un combate a muerte cruel, sin piedad para los protagonistas, algunos de los cuales desaparecen demasiado pronto y a otros les cogemos demasiado cariño. No hay un enfrentamiento de buenos y malos, aunque al principio podamos tomar partido por una de las aldeas y al final lo que nos quedan son los personajes, muy curiosos incluso los que antes se mueren.

La serie es técnicamente impecable: el dibujo, muy curioso y alejado de lo habitual, oscuro y tenebroso. La animación, más que correcta. La narración bien medida, aunque al principio los saltos de lugar y tiempo se pueden hacer confusos, juega muy bien con la violencia inicial para enganchar al espectador e ir metiendo la parte más emocional (como los recuerdos de los buenos días en cada aldea) conforme avanza la serie. La música, también oscura, acompaña bien a la serie, y por sí sola tiene algunas piezas destacables, con un opening muy pegadizo. Los seiyuus, algunos muy conocidos, otros no tanto, también están a un gran nivel.

La versión que tengo tiene una calidad muy baja para hacer capturas, así que me vais a perdonar que no ponga ninguna imagen.

Por otra parte, creo recordar que la serie fue licenciada en España en su día. No sé si fue echada por el canal Buzz ni cuál es su estado actual.

Kenran Butoh Sai

Hay un género en el anime bastante popular que incluye una infame nave pirata y un chaval que se cae en ella y resulta ser la clave para el futuro de todo. Muchas veces, además, el chaval resulta ser un hacha en un campo totalmente ajeno a su experiencia: el pilotaje o copilotaje de las máquinas de combate (mechas, casi siempre) que usa la nave para salir airosa en sus batallas. Así, el joven inexperto y de extraño origen se convierte no sólo en la clave para la supervivencia de la Humanidad (o lo que sea), sino también en imprescindible para la supervivencia de una nave que hasta el momento se las había apañado únicamente con los mejores pilotos del universo conocido. El estudio Bones es todo un experto en este tipo de series: Kenran Butoh Sai, Eureka 7 y Bounen no Xamdou. Kenran Butoh Sai, the Mars Daybreak fue la primera, en 2004, y es la más tópica y absurda (en su trama) de todas. Sin embargo, tiene tres cualidades que la hacen una serie recomendable, y más para las calurosas tardes de verano: primero, es una serie que no se toma en serio a sí misma, todo acción y humor y con una trama ligera, alejada de los intentos de dramones de las otras dos; segundo, tiene unos cuantos personajes atractivos que mantienen la serie; y por último y por extraño que parezca, el protagonista es carismático, útil, mañoso y consigue caernos bien.


Kubernes

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