El mandaloriano ha sido la serie reclamo utilizada para el lanzamiento de la plataforma de streaming de Disney. Una temporada de 8 capítulos bajo la batuta de Jon Favreau, un presupuesto exorbitante y ambientada en el universo de Star Wars. Mucho western, muchas referencias (Horizontes de grandeza, Grupo salvaje, Los siete magníficos y un largo etcétera), mucha autoparodia (varias veces, por ejemplo, con el tema de la puntería de los soldados de asalto) y unos personajes carismáticos para una serie que, realmente, es floja.
La historia está muy vista (esto, por sí sólo, no supone un problema, si está bien contada): un supuesto profesional que se encapricha de su encargo, como en The Transporter; sólo que el supuesto profesional no es Statham, sino un tipo bastante chapucero, poco dado a planificar sus acciones y con una inmerecida suerte. Los capítulos son predecibles, por lo general entretenidos, bien rodados y disfrutables… los que se salvan. Que, con sólo ocho episodios, la ratio de episodios buenos es para llorar. Por fortuna, duran poco más de media hora, por lo que no da mucho tiempo a aburrirse o suspirar. Lo mejor, eso sí, son los dibujos que resumen el episodio, justo al final de cada uno.
Lo grave de todo esto no es tanto que la serie sea floja, sino que no decepciona porque, con todos sus males, sus aciertos hacen de ella lo mejor en imagen real de Star Wars desde Rogue One.
Warren el criticón tiene una reseña de la serie capítulo a capítulo donde la destripa a placer.