Este diciembre di por completada la segunda temporada de Los viajes del Ícaro, con un parón debido a las fiestas y trabajos varios. Esto supone que llevamos ya un año y medio de campaña (desde julio de 2013), con un ritmo casi semanal con sesiones de seis o siete horas (a veces, incluso más). Esto la convierte en la segunda campaña más larga que he dirigido, después de Los Guardianes del Grial. Posiblemente en horas de juego sea la primera, pero los ritmos no son comparables. Estoy muy contento con su desarrollo, pese a las carencias. La primera, mi inexperiencia llevando campañas de estilo sandbox, que me ha hecho sentirme perdido en varias ocasiones.
La segunda, que empecé la campaña demasiado pronto, con grandes lagunas en la ambientación. Para otro máster o para mí en otras circunstancias no habría sido demasiado problemático, pues la podría haber ido desarrollando entre sesión y sesión. Pero ha coincidido con un año estresante en el trabajo que me ha dejado poco tiempo libre y me he encontrado con apuros de tiempo a la hora de preparar las aventuras un número preocupante de veces. No hablemos ya de sacar tiempo para profundizar en la ambientación.
La tercera fue el plantón del cuarto jugador que, además, al no decir claramente que no vendría a jugar nos impidió buscarle sustituto. La campaña estaba pensada para grupos de cuatro personajes y su falta se ha notado en bastantes aventuras. Más o menos los jugadores lo han solucionado ampliando los registros de sus personajes, haciendo personajes adicionales e intentando adecuar la composición de los grupos a lo que esperaban encontrar en las distintas aventuras.
Pese a estas carencias, digo, creo que está siendo una gran campaña, sucia y gris, pero también épica, con personajes llenos de claroscuros, situaciones puñeteras y decisiones difíciles, donde lo mismo hay vikingos que goblinoides con uzis y que, creo, aún tiene cuerda para rato. Empezamos con personajes en nivel 4 y cuatro han terminado la temporada ya en nivel 7 (al escribir estas líneas uno de ellos, el capitán Paolo, ya ha alcanzado el nivel 8). Esto me supone problemas adicionales, pues la potencia de fuego de los pjs empieza a ser brutal y yo nunca he dirigido a estos niveles antes.
Sin miedo. Con el año hemos empezado la tercera temporada, con la separación definitiva del spin off del SG-5 (con una misión de un año por delante, aislados del grupo principal), de forma que las historias de Charlie y las mías pueden desarrollarse sin temor a pisarse mutuamente. Veremos a dónde nos llevan.
Nos vemos en el Forlon.