El teniente de navío Walter White era el oficial de puente de mayor edad del Ícaro y llamaba la atención. Era un hombre de mediana estatura y complexión delgada, de gestos comedidos y pocas palabras. Tenía la piel, negra como todos los daevar, envejecida prematuramente por los elementos; el cabello muy corto y una eterna mirada melancólica en sus hermosos ojos azules. Siempre iba inmaculado, con el uniforme abotonado hasta el cuello, guantes y gorra. En los días más calurosos (casi todos, en una nave con problemas de sobrecalentamiento crónico), llevaba un pañuelo bajo la gorra.
El teniente de navío Walter White era el oficial del Ícaro más temido y repudiado por la tripulación. No era un problema de racismo: el comportamiento del teniente estaba muy alejado de la prepotencia y superioridad que se presuponen a los daevar. Era que la gente a su alrededor enfermaba y moría. Lo llamaban «el problema del teniente» y, entre otras cosas, era responsable de que el oficial fuera el único, junto con el comandante, en tener un camarote propio. Con un sistema de ventilación especial.
El misterio rodeaba al teniente y su problema espoleaba aún más la imaginación de la tripulación. ¿Qué hacía un daevar de, a juzgar por su educación, Togarini en la armada de Lucrecio? ¿Por qué era sólo teniente a sus cuarenta años? Su historial era sólo conocido por el comandante que, como con todos los demás, guardaba un absoluto silencio, pero eso no había impedido las especulaciones.
Era opinión consensuada que el teniente había tenido que abandonar Togarini en su juventud debido a su problema, aunque había división en cuanto a las razones: había quien pensaba que había huido por vergüenza y culpabilidad, tras herir o matar a alguien cercano. Otros opinaban que había tenido que huir de la justicia, por el mismo motivo. Tras aquello, había viajado por el mundo: sus conocimientos de la acupuntura y su extraña forma de luchar debían venir del lejano oriente y había quien decía que había aprendido a volar con los cabalgavientos de Galgados. Se había sabido después que llevaba poco tiempo en la marina, sirviendo en los guardacostas que se dedicaban a la lucha contra el contrabando y la piratería. Un destino donde se pasaba poco tiempo embarcado, algo muy necesario para alguien con su problema, pero donde se fraguó su fama como piloto. No eran pocos los que decían que Walter White había sido cocinero antes que fraile y había tenido que elegir entre la horca o alistarse y atrapar a sus antiguos compañeros.
Tal montón de elucubraciones llevaban a lo único ciertamente sabido: el teniente White llevaba ligado al proyecto de dirigibles de Lucrecio, el proyecto Dédalo, desde el principio. Había sido piloto de pruebas del Ícaro y, cuando fue restaurada, de La Dama. Era el instructor jefe de pilotos y había escrito los manuales de vuelo empleados en los dirigibles. Era un gran piloto, del tipo intuitivo, capaz de realizar con éxito las maniobras más alocadas y de estrellarse miserablemente en las más simples.
En los meses pasados desde que el Ícaro arribara a Ynys Mawr, la relación de Walter White con sus compañeros de tripulación no había mejorado en absoluto (más bien al contrario, siendo ahora mucho más temido que antes), pero había sabido ganarse el respeto de los miembros de Wissenschaft al descubrirse como un agente de campo letal y resolutivo. Seguía con sus modales educados y distantes, pero ahora le afloraba una mueca salvaje cuando empuñaba sus largas agujas.
Teniente de navío Walter White, oficial de derrota del Ícaro (durante la aventura de La isla de los niños)
Ladrón, nivel 6. Humano daevar, natural de Togarini (Gaïa). 40 años.
Características: Agi 10, Con 6, Des 11, Fue 6, Int 10, Per 8, Pod 5, Vol 5. Puntos de vida: 115. Turno base 145.
Ventajas: Apto en un campo (intelectuales), Maestro marcial (1), Esencia venenosa (sin ajuste de nivel), +1 a Destreza. Raíces culturales.
Habilidades de combate: Ataque, 175; Esquiva, 155. Armas conocidas: Sable (arma inicial), Capricornio (agujas). Habilidades de ki: Uso del ki; Eliminación de peso; Extrusión de presencia, Extensión del aura, Daño incrementado y Velocidad incrementada; Uso de la energía necesaria y Ocultación del ki; Inhumanidad.
Habilidades: Acrobacias, 80; Atletismo, 55; Montar, 40; Nadar, 20; Trepar, 40; Pilotar, 165. Estilo, 25; Liderazgo, 25; Persuasión, 40. Advertir, 115; Buscar, 55. Ciencia, 60; Medicina, 115; Navegación, 120; Tasar, 55. Frialdad, 25. Cerrajería, 50; Ocultarse, 90; Robo, 90; Sigilo, 105; Trampería, 70; Venenos, 75. Trucos de manos, 60.
Sobre la creación del personaje: empezó a nivel 4, pudiendo usar libremente los PC de nivel 2 y 4 para coger ventajas, no sólo para subidas de características. Recibió gratis la ventaja de Raíces culturales (versión del Gaïa post-Core Exxet). Para las características, 60 puntos repartidos libremente. El resto de la creación, normal.
El personaje se hizo su hueco al estrellar el Ícaro a los diez minutos de salir «en pantalla» y darnos una de las sesiones más divertidas hasta la fecha. Sin embargo, lo sorprendente es que ha resultado ser una mala bestia en combate, siendo uno de los personajes más temibles (si no el que más) de la expedición. A su alrededor, la gente cae inmovilizada presa de horribles dolores. Es algo digno de verse.
Que le pregunten a Paolo por los dolores, jijijiji.