Pues, dados míos, lo que se dice míos, pocos. Es decir, tengo dados de 4, 6, 8 y 12 según necesidades (un puñado de d6 que compré cuando dirigía a Piratas!!, por aquello del daño, un trío verde-rojo-gris que compré para The Babylon Project), pero son dados «del fondo», donde los coge quien los necesite cuando los necesite. Los míos son estos:
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El trío rojo-morado-verde los compré en el 95, no recuerdo si en Arte-9 o en Gen-x de Moncloa-Argüelles. Junto con uno negro liso que ya tenía, formaron mis dos d100 durante una buena temporada, siendo el rojo-negro el dado titular. Por desgracia, perdí el negro y el d100 titular pasó a ser el rojo-morado. Esos dos dados son los que uso en otros juegos que usen d10, como Cyberpunk, Piratas!! o (acompañados), juegos con sistema Sombra.
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Cuando empecé a dirigir a Ánima me encontré con que el par rojo-morado se había acostumbrado tanto a BRP (Nephilim, Runequest y derivados) que no rendía bien, así que me compré otro d100, el negro/dorado-púrpura/dorado. Los números son un coñazo de ver, pero les he cogido mucho cariño.
Estos son mis dos dados de 100, que jamás se mezclan y jamás se prestan. Y, sí, con los dados de 10 y de 100 soy muy maniático.
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Dados de 20 tengo dos: uno azul-gema que es para Pendragón y uno gris-mármol que es para D&D.
Los dados ajenos: además de mis dados y de los dados del fondo común, tengo dos d100 que no son míos. Son para uso de otros jugadores. El verde que mencionaba antes y uno trasparente forman uno de los dados; dos dados gema, uno marrón y otro morado, el segundo. Esto viene de los tiempos de mi campaña de Nephilim Los Guardianes del Grial, en la que tenía a dos jugadoras novatas (Nephilim fue su primer juego de rol) y les tuve que prestar dados. El transparente no sé de dónde salió y el par marrón-morado lo compré ya en Badajoz. Son dados que llevo por si algún otro jugador está sin dados, pero que yo jamás uso. Hace unos meses empecé como jugador una campaña de Stormbringer y quise recuperar el par morado-verde, pero tras media hora revolviéndome incómodo en mi silla, entendí que, por mucho que me doliera, el verde ya no es mío y volví al rojo-morado.
Y, colorín, colorado, este desafío se ha acabado. La última pregunta, proponer una para el siguiente desafío, no la voy a contestar porque no se me ocurre ninguna. Cuando tenga un rato prepararé una entrada con mis reflexiones sobre el desafío y lo que ha dado de sí y cerraré este ajetreado mes de noviembre.
Un saludo a todos, todos.