El Banquete Sangriento fue el más duro golpe sufrido por los britanos desde la Traición de los Cuchillos Largos de Hengest. Aquella noche de mayo de 495 en el salón del castillo de Villa Sancti Albani murieron los más grandes señores de Logres, sus consejeros y oficiales. Murió el rey Uther. Murió el rey de Somerset. Y el viejo rey de Cameliard. Murió el duque de Caercolum. También el de Clarence. Y los condes de Hampshire, de Hertford, de Jagent, de Malboro, de Rydychan, de Huntington… Murió tanta y tanta gente esa noche que es más fácil recordar a los que no murieron. No murieron ni el duque Ulfius de Silchester ni sir Brastias, ambos en el hospital de la abadía de San Albano. No murieron ni el duque Corneus de Lindsey ni sus señores vasallos que, sitiados en sus castillos durante el invierno, ahora hostigaban la retaguardia sajona. Tampoco murió el rey Nanteleod de Escavalon, que no pudo acudir a la llamada de Uther al estar ocupado con sus belicosos vecinos.
De Salisbury murieron el conde Roderick y el marshall sir Amig el Viejo de Tilshead. Sir Arcavius y sir Aeron, invitados de honor, salvaron la vida al estar buscando al enloquecido sir Elffin. Lo encontraron rezando en la abadía de San Albano y, tras arreglarse y vestirse, llegaron al castillo a tiempo de escuchar los gritos de las damas y sirvientes y ver a un moribundo Uther clavar Excalibur en un sillar de piedra.
—Nadie blandirá Excalibur, ¡salvo yo!
El caos se adueñó del castillo. Aunque la Hermandad de la Daga de Plata intentó organizar una investigación e incluso un consejo de regencia en Logres, los distintos ejércitos volvieron a sus tierras con los cuerpos de sus señores. No quedaban señores en Logres y todos tenían prisas por volver a sus casas, atrancar las puertas y mirar temerosos al futuro.
La comitiva de vuelta a Salisbury fue aún más triste porque también llevó el cuerpo de Uther, aunque con un reducido cortejo fúnebre. Fue enterrado en Stonehenge, junto a su hermano Aurelio y su hijo Madoc. Excalibur, bien clavada a su bloque de piedra, fue depositada también en Stonehenge por la Hermandad.
El entierro del conde Roderick fue más movido. No se habían apagado los ecos de la misa fúnebre en la catedral de Sarum cuando los señores del condado ya estaban discutiendo por el futuro. Había intenciones para todos los gustos: desde apoyar al heredero del difunto conde, el niño Robert, a irse cada uno a su casa y que cada mástil sujetase su vela. Los señores belgas de Warminster y Wilton temían la influencia que los atrebates podrían tener sobre el condado si la condesa viuda tomaba las riendas. Incluso temían que el señor de los atrebates, el duque Ulfius de Silchester y primo de lady Ellen, pudiera anexionarse el condado. Los de Wilton, además, se sentían explotados por Sarum. Fosbury era fiel a la condesa (normal, la bannerety había sido su dote y lord Garym había sido el campeón de lady Ellen todos estos años). El rico lord Alan de Devizes se dedicó a pinchar a unos y a otros. Lord Cennyd de Warminster y lord Arcavius de Winterslow se enzarzaron en una discusión sobre el linaje de cada cual y terminó con el viejo asunto de la mula coja que el tatarabuelo de lord Cennyd había vendido a la tía del bisabuelo de lord Arcavius y que había provocado la enemistad entre los belgas de Hampshire y los de Salisbury. Marco Decio de Upavon, como administrador de la dote de lady Jenna, la hija del conde Roderick, guardó silencio. Lo mismo que lord Elffin el Aburrido de Ebble, que bostezaba ostensiblemente, y lord Tungyr, castellano de Du Plain. De los caballeros de Sarum, sir Jaradan apostaba por un consejo de notables, sir Leo el justo por la condesa y sir Lycus predicaba que necesitaban un líder fuerte, como lord Arcavius. Los de West Lavington y Tilshead, por su parte, querían irse a casa a enterrar a sus muertos.
Finalmente, lord Elad el Inválido, castellano de Vagon y antiguo marshall de Salisbury, propuso aplazar la decisión hasta enterrar a los muertos y guardado luto y propuso reunirse en cuarenta días. Para la mayoría de los señores era un plazo excesivo, pero era una buena salida. Se pospuso el tema diez días y cada cual se fue para su casa.
Los hechos se precipitaron con rapidez. El primero en mover ficha fue sir Aeron, que siguió el consejo dado por sir Elffin de la Parca Quebrada («Primero, planta tu pabellón; discute luego»). Durante el funeral de su tío, sir Gwilym de Little Cheverell, compró el señorío a su viuda, adelantándose al resto de su familia. Consiguió el apoyo de su primo, sir Riguallaun de Great Cheverell al contarle sus planes para con su prima lady Eleri de West Lavington y así, escoltado por su primo, su padre y su hermano, fue a West Lavington a plantar su pabellón.
Sir Cinnor de Imber, tío de lady Eleri y regente de la bannerety, había tenido la misma idea y se presentó en West Lavington para asegurarse la boda entre la muchacha y su hijo acompañado por lord Cennyd de Warminster y sir Cunvelyn, vasallo del anterior. No hubo negociación posible y saltaron las espadas. Sir Aeron, inspirado por la lealtad y cariño que sentía hacia la muchacha, saltó como un tigre sobre sir Cinnor y, de un fortísimo golpe, destrozó escudo, brazo y costillas, dejándolo medio muerto. Lord Cennyd, sin nada que ganar y mucho que perder, buscó una salida negociada al enfrentamiento y sir Aeron le arrancó su apoyo a la condesa.
En el sur del condado, los de Wilton se habían puesto en marcha. El castillo de Vagon, entre Wilton y Warminster, era la clave que decidiría el futuro de las dos ciudades. Los poderosos legionarios de Wilton y su caballería habían intentado un audaz golpe de mano sobre el castillo, pero el viejo Elad no era tonto, se olió algo raro y atrancó puertas. Al anochecer llegaron refuerzos de Sarum: sir Elffin de Sutton había distribuido sus escuderos y sargentos para vigilar los movimientos de Wilton. Aunque les costó la vida a uno de los sargentos y a uno de los escuderos, en Sarum estaban al tanto del movimiento de Wilton antes de que estos hubieran salido de sus tierras. Tras dejar a sir Jaradan, el único en quien confiaban, al cargo de la capital del condado, partieron a toda prisa con los caballeros y sargentos disponibles.
Al alba del siguiente día se enfrentaron la caballería de Sarum y la de Wilton. 18 caballeros y sargentos contra seis. Pese a la desventaja, la primera carga fue brutal y sin piedad. Lord Arcavius localizó a lord Marco Livio Pansa y lo derribó. Sir Elffin cruzó lanzas con sir Tiberio Flavio Balbo de Clarendon, el hombre responsable de la muerte de su sargento y su escudero, y cayó derribado y herido de gravedad.
Se levantó al punto sir Elffin y, como viera a su lado a lord Marco Livio, lo atacó con la espada mientras, más allá, el inspirado lord Arcavius perseguía sin piedad al resto de los caballeros de Wilton. Muchos golpes intercambiaron ambos guerreros, pues eran ambos experimentados en estas lides, pero fue sir Elffin quien se alzaría con la victoria, hiriendo mortalmente al romano.
Sin su jefe, los caballeros se rindieron y fueron hechos prisioneros por lord Arcavius: Cayo Livio Pansa, hijo de Marco, y los caballeros vasallos Tiberio Favio Bulbo de Clarendon y Gneo Decio Turdetano de Bardford, los tres heridos de consideración. Los legionarios, sin embargo, no depusieron las armas y negociaron agresivamente de forma que, aunque lord Arcavius reclamó Wilton por derecho de conquista y por la traición de Marco Livio Pansa, el resto de los caballeros, legionarios y señores rebeldes retuvieron sus posesiones, derechos y prebendas.
De aquel día, por cierto, viene una duradera enemistad entre Wilton y Warminster. Los primeros acusan a los segundos de haber incumplido su alianza y no haberse presentado en Vagon.
Diez días después del funeral de lord Roderick, los señores de Salisbury volvieron a reunirse para decidir el futuro del condado. Esta vez todos estaban de acuerdo en que el pequeño Robert era el heredero legítimo y que sería conde a su mayoría de edad. Hubo discusión sobre quién sería el regente hasta entonces, si lady Ellen o lord Arcavius, pero éste votó en favor de la condesa y se acabó la discusión. El abanderado de Winterslow y nuevo señor de Wilton, con todo, fue nombrado nuevo marshall de Salisbury. Lord Elad anunció que se retiraba a un monasterio a esperar el fin de sus días, por lo que la castellanía de Vagon recayó en sir Elffin de la Parca Quebrada. Sir Jaradan fue nombrado castellano de Sarum.
Y así, a finales de 495, la Hermandad de la Daga de Plata se había hecho con el control efectivo del condado de Salisbury y se preparaban para el negro y violento futuro de una tierra sin rey y sin ley.
A sir Aeron le habría salido redonda la historia si en lugar de hber herido de gravedad a Cinnor de Imber lo hubiese matado…
Puedes cobrarle rescate por dejarlo marchar, pero no quedaría bien, no deja de ser un vasallo de tu señora. El hijo, que está en edad de ser escudero, debería quedar en tus manos como rehén. Lo mejor, mandarlo a Winterslow o a Sutton.