—Lo quiero muerto.
La dama Heiko, la geisha más famosa de todo Phaion, se había quitado todos los maquillajes, afeites, los ricos kimonos y la ilusión que la protegía. Vestida con un sencillo kimono hecho a medida y que resaltaba sus alas de súcubo, servía sake a su compañera, una hermosa joven de cabellos rubio ceniza recogidos en un improvisado moño y bajo cuyo coqueto vestido de corte shivatense de raja lateral casi indecente se veía unos cómodos pantalones y unas botas de caña alta.
—Es un bocazas, zafio, patán… Me ha insultado… Lo quiero muerto —Repitió.
—La culpa es tuya. Tú eres quien se busca tíos de baja condición para divertirte con ellos, y también para alimentarte de ellos. Ahora no te quejes.
—Angélica, mátalo. ¡Lo quiero muerto! ¡Te pagaré el doble de lo habitual!
La joven apoyó la barbilla sobre su rodilla y miró, divertida, a la súcubo. Luego, negó con la cabeza.
—No es problema de dinero. Es un perro de los Visnij, y Goran protege a los suyos. Si voy a por uno de sus mercenarios sin una buena razón, y esta no lo es, ni Rika podría salvarme. Sin embargo —Hizo una pausa y sonrió, enseñando el colmillo derecho, con un brillo de acero en sus claros ojos—, sin embargo… Si me encuentro con él otra vez en el campo de batalla, lo mataré por ti y te traeré su cabeza.
Va a aprender mucho de sus frases dichas a destiempo. Adivina quién no va a ir a ayudarle; eso le pasa por bocazas.
Jajajajaja, ¿qué tal si cuando vayan a por él nos vamos todos a una terracita a disfrutar del espectáculo con una cerveza bien fría?
Veis lo que habeis conseguido? ahora Angelica y yo intimaremos (si no me mata antes)
Además, no fui tan irrespetuoso, solo pregunté que habia hecho con aquel hombre al que perseguiamos en el reservado… Los orientales y sus reglas de comportamiento…