Ocurrió esto hace la tira (para variar). Una Semana Cultural en Aeronáuticos. Campeonato de Comandos de Guerra. Llevábamos cinco minutos de partida, el tiempo justo para que nos contasen la misión, volar dos mil millas y saltar en paracaídas. Acabábamos, pues, de tomar tierra (todos de una pieza, sí, aunque suene increíble) y estábamos intercambiando santo y seña con el enlace de la resistencia. En estas, sin mediar palabra, Lechuga que tira de pipa e intenta volarle la cabeza al enlace. Conseguimos sujetarlo entre todos mientras él se revolvía:
—¡Es un traidor! Soltadme, que es un traidor.
—Todavía no hemos hablado con él. No le has visto en tu vida. Es el enlace, el Cuartel General responde por él. ¿Cómo va a ser un traidor? Tranquilízate un poco, que acabamos de empezar. ¡¿Quieres estarte quieto?!
Al final, el puto enlace era un traidor y nos la jugó bien. Desde entonces, si Lechuga dice «traidor», yo disparo. Como si es Churchill. Yo, disparo.
PD: de ahí tengo un Comandos de Guerra firmado por su autor. ¡Qué tiempos!
Ese libro de Comandos de Guerra está en mi poder, jejeje.
PD: Sí, lo sé. Si le ocurre algo puedo darme por muerta.