Nodame cantábile fue la mejor serie de la temporada de invierno de 2007. Adaptación del manga del mismo nombre (que antes había visto también su adaptación en imagen real, dorama, con una calidad de dirección, trabajo actoral, iluminación… que palidece ante las peores series españolas, tipo Al salir de clase, Águila roja, etc.) bajo la batuta de Kenichi Kasai (director de Kimikiss y de Honey and Clover), nos presenta una comedia romántica ambientada en el mundo de la música clásica, con personajes estrambóticos y entrañables, episodios a repartir entre delirantes y muy emotivos, original y bien contada. Una delicia.
Chiaki y Nodame, Rachmaninov a dúo
Nodame cantábile sigue las andanzas de Chiaki Shinichi (Tomokazu Seki, magnífico sargento Sagara en Full metal panic!, Van Fanel en La visión de Escaflowne y Nobu en Nana), un estudiante de piano e hijo de un pianista famoso, gran violinista también y que quiere ser director de orquesta. Un chulo guaperas prepotente, pedante e insoportable (tipo Schumacher, Hamilton o Alonso, vaya), amargado y depresivo porque tiene pánico a los aviones y barcos y no puede abandonar Japón para estudiar y hacerse profesional en Europa. Su vida cambia, después de pegarse con su ex, con su profesor, consigo mismo…, cuando le cae la maldición llamada Megumi «Nodame» Noda (Ayako Kawasumi, otra conocida seiyuu a la que hemos podido disfrutar como Saber en Fate/Stay Night; la estrambótica protagonista de Samurai Champloo, Fuu o, en series de las que hemos hablado aquí, la profesora Tomoko Kawada de Kimikiss, Sara Werec y la androide Holon). Nodame es, al igual que Chiaki, estudiante universitaria de piano (un año menor que él), vive en el apartamento de al lado, comparten profesor de piano… y es rara. Pero más rara que V…, esteeeeee, más rara que cualquier persona que podamos imaginarnos. Y buena, pero caótica, mala estudiante, desordenada compulsiva, imprevisible…
La serie se centra en la extraña relación entre estos dos y su evolución tanto como personas como musicalmente, mientras entran y salen de sus vidas toda una colección de extraños (aunque no tanto como Nodame, ¿eh?) personajes: compañeros estudiantes como el violinista macarrilla Mine (Shinji Kawada, Shino en Naruto), la reina de la percusión Masumi, con su peinado afro y su ridículo bigote (Yoshinori Fujita, el Papa Alejandro XVIII de Trinity Blood), la violinista Miki Kiyora (Sanae Kobayashi, Lucy/Nyu, Akira en Mai HiME, Ennis), el mujeriego chelista Kikuchi Tooru (Junichi Suwabe, Archer en Fate/Stay Night) o el samurái del oboe Yasunori Kuroki (Masaya Matzukaze: Ken, Haruna); profesores y músicos profesionales, como el pervertido mujeriego, vividor y gran director de orquesta Franz von Stresemann, el profesor de piano Harisen Etou (Kazuya Nakai, Tres Iqus o Mugen); familiares varios (Fumiko Orikasa pone voz a la prima de Chiaki), periodistas y críticos musicales, etc. Un gran número de personajes, todos bien dibujados por poco tiempo que aparezcan, con sus propias historias y evolución y, como hemos visto, con un plantel de seiyuus que quita el aliento.
Kuroki (Mozart suena a rosa) y Chiaki con sus caras
Pese al gran número de personajes, la serie no resulta confusa. Queda claro dónde aparece cada uno y sus relaciones con los demás, incluso con aquellos que sólo aparecen para hacer el chiste fácil (las hermanas Suzuki, enamoradas de Chiaki y los dos compañeros enamoradas a su vez de ellas y cuyo mayor empeño es fastidiar a Chiaki). En conjunto, es todo un culebrón: tenemos a Chiaki y a Nodame, a los amigos cercanos y otros músicos de talento ya mencionados, pero también a la ex de Chiaki y a su rival, a la relación entre Stresemann, la directora de la universidad y otros músicos de su generación, y así con todo.
La banda sonora está a la altura: aparte del opening y el ending y la marcha de Puri-Gorota (una especie de Doraemon que le encanta a Nodame y que aparece hasta en la sopa), casi toda es música clásica, claro. Para el dorama se formó la Nodame Orchestra con músicos de la Orquesta sinfónica metropolitana de Tokio, con tal éxito que hicieron, tras la serie, varias giras. También es responsable de gran parte de la música que suena en el anime y, como podéis ver en el enlace, todavía siguen dando guerra. En Japón el manga, dorama y anime han hecho que mucha gente, jóvenes en gran medida, se interese por la música clásica (y no sólo en Japón… el abono de temporada de la Orquesta de Extremadura y las cenas en el Tanuki-san después de los conciertos son consecuencia directa de esta serie).
Miki, te queremos
Técnicamente la serie también da la talla. El dibujo es correcto, en tonos claros, y muy expresivo, tirando de caricaturas cuando es necesario para realzar la escena. La animación también es buena, aunque se usa mucho el plano estático, sobre todo en los conciertos. Pese a lo que pueda parecer, queda bien y, desde luego, mucho mejor que eso que han hecho en los conciertos de la segunda temporada.
En resumen: hay que verla. Y con eso, está dicho todo. Son 23 episodios que saben a poco. Hay una segunda temporada de 11 capítulos que comentaremos en otra ocasión y una tercera prevista para otoño de 2009.
Nota curiosa para Pírixis: casi todos los seiyuus de Trinity Blood andan por aquí: Etou-Tres Iqus, Caín-Kikuchi, Catherina-Keeko Kawano (la periodista de Vida clásica), Alessandro-Masumi, Esther-Sakura Saku (la bajita del contrabajo de la orquesta S) y a Abel (Hiroki Touchi) se le oyen tres frases escasas como Matsuda, el director al que Chiaki deja la Rising Star.
¿Tendrán algo que ver los seiyuus con qué me guste la serie? :); son un aliciente más, pero esta claro que hay que verla (yo ya la he visto unas tres veces).