El Rey Pescador les recibió en el gran salón. En lugar de trono, había un lujoso diván sobre el que estaba echado el Rey Pescador, envuelto en mantas, pálido y demacrado, quien les dio la bienvenida con voz queda. Para Pírixis sobre todo, que era quien más le había tratado de los Guardianes, fue un shock encontrar así al otrora majestuoso y poderoso nephilim. El grupo se sentó en silencio, sumido en sus pensamientos, a la mesa que los pajes preparaban ya. Entonces, se abrió una puerta al fondo del salón por la que entró la procesión del grial: encabezados por un muchacho que sostenía una lanza de la cual caía un hilillo de sangre, todos los objetos mágicos y místicos que poseía el Rey Pescador pasaron, portados por nephilim de su corte, por delante de los atónitos visitantes. Todos los objetos menos uno: el Grial, que hubiera sido reconocido al momento por los Guardianes. El Rey Pescador, como comentamos en su día, había recibido el Grial, así como las estasis de los Guardianes, de manos del de Arimatea. Después de ser herido por Balin, el Caballero de las Dos Espadas, el Rey Pescador temió no ser lo suficientemente fuerte como para defender el más importante de los objetos que tenía, así que lo había entregado a la Doncella de Hielo.
La extraña comitiva pasó entre el silencio respetuoso de los Guardianes, que percibían la magia que desprendía, y el atónito Éctor, que fue incapaz de formular pregunta alguna. Una vez el salón volvió a la normalidad, empezó la cena, frugal por el sitio de Klingsor y las tierras baldías. El Rey Pescador, muy fatigado, fue llevado a sus aposentos, así que los Guardianes quedaron en compañía de algunos nephilim del castillo. Así pudieron comentar con la dama Brisen, que hacía de lugarteniente del Rey Pescador, la situación y los posibles caminos a tomar. La dama les pidió que fueran en busca de ayuda, pues temía que el Caballero Pardo, herido como le dijeron que estaba, no pudiera traer los refuerzos a tiempo. Les dio los nombres de amigos y aliados del Rey Pescador, así como de aliados de Klingsor que seguramente vendrían a la batalla, encomendándoles que trajeran a todos los posibles de los primeros y, si podían, convencieran a los segundos de no acudir a la llamada de Klingsor. También les habló del Enemigo Injusto, quien estaba destinado a matar al Rey Pescador a causa de un terrible malentendido. Era muy importante identificarlo y sacarlo de su error (la dama Brisen era vidente y sus visiones, para lo acostumbrado, eran muy exactas… pero no lo suficiente como para poder indicar siquiera algún rasgo del Enemigo Injusto que sirviera para reconocerlo).
A la mañana siguiente los Guardianes abandonaron el Castillo del Gozo por la poterna, apoyados por un destacamento de soldados de bronce que retuvo al enemigo el tiempo suficiente para que pudieran ponerse a salvo tras las colinas. Siguiendo las indicaciones de la dama Brisen, pronto salieron a Este Lado, llegando a un pueblo con una gran casa señorial donde pidieron refugio. El pueblo era Brandigan y su señor, Eurain, el primero de la lista de aliados de la dama Brisen. Eurain era un señor humano cuyos dominios estaban al norte de Catterick, un señor celta apegado a la tierra y las viejas costumbres. Conocía a las hadas y su familia tenía cuentas pendientes con el rey Balor de los fomorianos. En principió se negó a acudir en ayuda del Rey Pescador, pero cuando supo que el rey Balor estaba frente al Castillo del Gozo, prometió que allí estaría con sus tropas. También les dio información sobre los demás aliados y también sobre los enemigos del Rey Pescador. Con esta información, los Guardianes decidieron que lo mejor era separarse: así, Yaltaka partió en búsqueda de amigos y aliados, mientras que Pírixis, acompañada por su esposo Éctor, intentarían reducir el número de enemigos.
Las aventuras que vivieron fueron muchas, en una carrera contrarreloj, corriendo de un lugar a otro de Britania, en las pocas semanas que tenían. Yaltaka lograría encontrar a Alain le Gros, nephilim pariente del Rey Pescador. También a sir Lamorak de Gales, caballero de Arturo y parte del clan de Gales, grupo de nephilim muy poderoso en aquella región y que, siguiendo a su señor, el rey Pellinore, habían jurado lealtad a Arturo. Lord Bleddyn, padre de Bedwyr, el campeón de Arturo, un señor de Rheged cuya familia siempre había tenido buenas relaciones con el Rey Pescador, declinó la petición: había sido convocados por Arturo para la campaña de verano [N. del A.: Bleddyn sustituye a Baudwin de Britania que es quien aparece en la aventura original; demasiado cristiano para el trasfondo pagano que tiene mi versión]. De Alain le Gros, además, consiguieron la forma de volver al Castillo del Gozo, mediante la ayuda de la Doncella Salvaje, un nephilim que vivía en el Bosque Peligroso.
Con los enemigos tuvieron peor suerte: sólo convencieron al rey Carados de los scottii, que se había aliado con Klingsor por el botín. Pírixis lo intentó con el rey irlandés Breunor, pero no logró convencerlo, aunque ganó su concurso de belleza de las damas teniendo su simulacro los cuarenta cumplidos. Pírixis se encontraría de vuelta al Castillo del Gozo con el Enemigo Injusto. Se trataba de sir Bavid, pariente de Balin y Balan. Sir Bavid estaba convencido de que el Rey Pescador había matado a Balin e iba con sus tropas a matarlo. Por fortuna, los Guardianes conocían lo que de verdad había ocurrido (que Balin y Balan se habían matado entre ellos por un trágico error) y a Pírixis no le fue muy difícil convencer a Bavid. No olvidemos que lord Uisnach Yaltaka, señor de Rydychan, lord Éctor de Wallingford y su esposa, lady Rhonwyn Pírixis, tenían sus tierras limítrofes con las de Balin y habían sido amigos y aliados y que Rhonwyn Pírixis era una poderosa y respetada Dama del Lago.
La vuelta al Castillo del Gozo y lo que ocurrió entonces es confusa, que es otra forma de decir «no tengo notas y casi no me acuerdo». En los manuscritos de la época aparece que Yaltaka, Alain, Lamorak y Eurain, con sus tropas, estaban ya en el Castillo del Gozo cuando llegó Pírixis con sir Bavid y el rey Madog del Bosque Salvaje, este último acompañado por los Cinco Hermanos. Sin embargo, durante la batalla, Pírixis estuvo dentro del Castillo, junto a los nephilim «no combatientes», así que todo se torna confuso. Lo más probable es que el ejército del Rey Pescador, con Yaltaka, Alain y los demás, hiciera una salida para proteger la llegada de Pírixis, Madog y Bavid. Una vez reunidas ambas fuerzas, Pírixis cruzaría el llano para buscar refugio en el castillo.
Sea como fuera, lo cierto es que Alain le Gros dirigió el ejército del Rey Pescador, formado por él mismo, Lamorak de Gales, Yaltaka, Madog y los Cinco Hermanos. Alain llevaba consigo 6 nephilim, mientras que en la corte del Rey Pescador había otros 15, la mitad de los cuales sabían combatir. Los humanos estaban representados por lord Éctor, lord Eurain de Brandigan, que aportaba 18 caballeros y un centenar de infantes bien equipados, y sir Bavid de Savage, con dos parientes, una veintena de sargentos a caballo y otros tantos infantes. Enfrente tenían a Klingsor, Balor y el Caballero del Dragón, señor de los atecotti, rey de las Islas Lejanas, acompañados de veinte nephilim, 35 fomorianos y 10 trolls sajones, un tipo de khaiba común de aquellas tierras. Contaban con el apoyo humano del rey Breunor y las tropas del Caballero del Dragón, que sumaban unos 150 caballeros, varios centenares de infantes mejor o peor equipados y más de un millar y medio de pictos y atecotti. También se habla del rey de las marismas, pero no es seguro que estuviera presente. Si lo estuvo, sus tropas, escasas en número, formarían con las del rey Breunor y del Caballero del Dragón. También estuvo allí Morgana, con una escolta de cuatro fomorianos, pero, como veremos, no participó en la batalla. Ambos bandos alineaban asimismo un buen número de efectos-dragón, entre los que destacaban más de un centenar de Centinelas de bronce de los jardines dorados de Pharphar en el bando del Rey Pescador (invocación que los Guardianes sacaron como premio por este jaleo) y un pequeño pero peligroso grupo de Ministros implacables en el de Klingsor. Al estar en el Otro Lado, todas las criaturas, incluso aquellas normalmente invisibles al ojo humano, eran visibles y vulnerables a las armas de acero. Por otra parte, el pánico de los soldados humanos ante tan extraña batalla fue un problema con el que tuvieron que lidiar en ambos ejércitos.
La batalla comenzó cuando los sitiados iniciaron una salida (creo que para recibir a Pírixis, Madog y Bavid, pero no puedo estar seguro). Klingsor, alertado por un vidente, tenía a sus tropas prestas y ocultas en las trincheras, así que la batalla empezó confusa. Alain tomó el mando de la infantería, con los centinelas de bronce avanzando en cuadro, en el centro del ejército. Yaltaka tomó la caballería y la condujo desastrosamente: en pocos minutos fue barrido del campo. Consiguió reagrupar a sus tropas cuando le quedaban menos de una docena de hombres válidos y con ellos lanzó carga tras carga contra sus atónitos enemigos, que nada pudieron hacer para frenar su ímpetu. Finalmente, Uisnach caería atravesado por docenas de largas lanzas pictas y los cinco caballeros supervivientes se replegaron con su cuerpo agonizante tras el muro de escudos de Alain. En el otro flanco, Madog y los Cinco Hermanos aprovecharon el caos y desconcierto provocado por Uisnach Yaltaka para intentar llegar hasta los jefes del ejército, pero se vieron entorpecidos por los trolls y fomorianos. Por otra parte, impidieron a su vez que estos destrozaran a la infantería de Eurain.
Cuando cayó Yaltaka la batalla duraba ya varias horas. La caballería de Klingsor, comandada por lord Breunor, que había desbandado inicialmente al batallón de Yaltaka, había sido atraída por Alain hasta el laberinto de trincheras que Klingsor había excavado ante el castillo y allí, sin poder maniobrar, se habían visto envueltos en una lucha fea, a cara de perro, con la infantería de Eurain. El Caballero del Dragón intentó ir en su ayuda con la infantería, pero los centinelas de bronce maniobraron con la precisión de una cohorte romana de tiempos de Cayo Mario y les cortaron el paso, mientras que la caballería de Yaltaka, reagrupada, les destrozaba por el flanco. Pese a abatir a Uisnach, aquello fue demasiado para los pictos, que huyeron en desbandada.
La batalla seguía incierta. Pese a la huida de los pictos, el ejército del Rey Pescador seguía en gran inferioridad. La caballería de ambos ejércitos había caído, pero el Caballero del Dragón había conseguido con sus atecotti bloquear a los centinelas de bronce, permitiendo que Klingsor con el resto de la infantería los desbordase y avanzase sobre las tropas de Eurain, que no habían conseguido aún salir del laberinto de trincheras y adoptar una formación cerrada. Los nephilim del Rey Pescador y de Alain, guiados por Lamorak, intentaron interceptar al enemigo y dar tiempo a Eurain, pero eran muy pocos y algunas reinas pálidas lograron llegar a la infantería causando locura y pánico. Madog intentó forzar el paso y logró que la ondina y el djinn de los Cinco Hermanos alcanzaran las trincheras, a través de las cuales pudieron flanquear las tropas de Klingsor y empezar la carnicería, para alivio de Eurain. Sin embargo, Madog, la serpiente, el elfo y el ángel quedaron rodeados por Balor y en muy mala situación. Yaltaka aún no había conseguido librarse de su simulacro moribundo y volver al combate, para desesperación de Alain (Pero, ¿tanto apego le tiene a su jodido cuerpo?, exclamó bañado en sangre).
Entonces llegó la ayuda buscada por el Caballero Pardo. Primero llegó el frío. Invernal, desagradable, mordiente. Luego llegó la cólera. Los poetas hablan de la cólera ardiente, pero esta era fría, gris y terrorífica como el Atlántico norte en invierno, azotado por un tren de borrascas que se extienda de Terranova al golfo de Vizcaya. Ella llegó después. Pequeña, menuda. El cabello rubio agitado por el viento que ella misma traía. Tras ellas, incapaces de seguirle el paso, sus dos espíritus guardianes. Así llegó la Doncella de Hielo al Castillo del Gozo, para horror de todos.
Cruzó el campo de batalla mientras los contendientes se esforzaban por apartarse de su camino. Los atecotti, acostumbrados a enfrentarse a los horrores del Mar del Norte, huyeron aterrorizados. Varios soldados de Eurain, los más cercanos a por donde pasó ella, murieron de puro terror. Todo el campo le abrió paso en respetuoso y atemorizado silencio, pero ella no miró a nadie: sólo miraba a Klingsor.
Lo que pasó después provocaría pesadillas a los presentes durante toda su vida. En palabras de Madog, Klingsor fue víctima de la mayor bronca de la historia. Fue tal el rapapolvo que la Doncella de Hielo echó al rey del Castillo Mortal por atentar contra la vida del Rey Pescador y enfrentar a nephilim contra nephilim, fue tan grande, decía, que todo el poder de Klingsor desapareció, barrido ante su ira. Klingsor quedó reducido a un débil espíritu local que a duras penas lograría volver a sus dominios y de donde jamás saldría. Balor y el Caballero del Dragón salieron mejor parados, pero ambos afirmarían que preferían mil veces enfrentarse a un escuadrón de teutónicos con armas de auricalco que volver a pasar por aquello. Madog, que estaba demasiado cerca, logró salvarse y salvar a los suyos levantando un holocausto de fuego entre la Doncella y ellos y recurriendo a todo su poder. Alain y los demás nephilim hicieron como las ratas y se ocultaron en lo más profundo de las trincheras, esperando a que la Doncella de Hielo se desahogara, tras lo cual daría la vuelta y se volvería por donde había venido. Cuando la calma volvió a la llanura, los supervivientes poco a poco salieron de sus agujeros. Los efectos-dragón o habían huido o habían sido disueltos. Los nephilim se alegraban de estar con vida, se pidieron disculpas entre sí y todos suplicaron el perdón del Rey Pescador por mancillar sus dominios con la guerra. Los humanos se prometieron honrar y respetar a las hadas pero, sobre todo, jamás tener nada que ver con ellas.
Los supervivientes del ejército del Rey Pescador se agruparon en el castillo, donde fueron atendidos por los nephilim que en él habían quedado y esa noche participaron en un gran banquete para celebrar que aún estaban vivos. El Rey Pescador, sin la amenaza de Klingsor y sin tener que concentrarse tanto en la defensa de sus dominios y en sus tropas, estaba mucho mejor y participó en el banquete. El mismo reino se recuperaría en parte, floreciendo durante los días siguientes.
Poco a poco, todos abandonaron el Castillo del Gozo volviendo a sus tierras. Al cruzar a Este Lado se enteraron de que Arturo había vencido a los sajones en Badon, en la mayor batalla que se recordaba, y había sido aclamado como rey por sus tropas tras la victoria. También supieron que el verano fue muy frío, con nevadas y heladas en el mismísimo julio. Lord Éctor (que había sobrevivido por los pelos a la debacle de la caballería de Yaltaka), Rhonwyn Pírixis, Yaltaka, Madog y los Cinco Hermanos llevarían el cuerpo de Uisnach en solemne cortejo de vuelta a Rydychan, donde se lo entregarían a su viuda Liadain y se oficiaría un funeral que nadie olvidará.
Uhmmmm… Se me olvida algo. ¡Claro!: Lo que de verdad importa.
Hubo quien consideró la Batalla del Castillo del Gozo una mera distracción para lograr sus planes: Morgana. Aprovechando la confusión, intentó robar los objetos mágicos que poseía el Rey Pescador (la lanza, el tajador de plata, el caldero de la abundancia…), y mando para ello a sus fomorianos. Sin embargo, no contaba con que en el castillo estuviera Pírixis. La Guardiana del Grial vio a los fomorianos acercarse al castillo por detrás y los interceptó, luchando con ellos dentro del castillo y derrotándolos. No sería la última vez que Pírixis desbaratara los planes de Morgana.
N. del A.: ¿podían los jugadores perder la Batalla del Castillo del Gozo? La respuesta es no. En el peor momento, llegaría la Doncella de Hielo a sacarles las castañas del fuego. Esperaba que se les ocurriera a ellos avisar a la Doncella de Hielo, usando al dragón mensajero que ella misma les había dado, Elliot (dragón gordo, bonachón y de lunares), pero como plan B estaba el Caballero Pardo quien, sabiendo que Merlin estaba ocupado con Arturo y que éste era su máxima prioridad, fue en busca de la Doncella de Hielo. Sin embargo, sí podía ocurrir que Morgana se hiciera con todos o alguno de los objetos del Rey Pescador. Esto habría sido entre malo y nefasto (según qué hubiera conseguido) de cara al final de esta temporada de la campaña.
Morgana y yo nos divertiremos mucho.
¿Qué pensaban, qué el castillo estaba indefenso porque los que pegaban no estaban? Existen formas más imaginativas de defenderse, como controlar a un formoriano y que él se encargue de sus amiguitos (Pirixis 1- Morgana 0).