El sábado 25 fue el segundo concierto de abono A de la temporada 2008-2009 de la Orquesta de Extremadura en Badajoz, compuesto por la Sinfonía nº9 de Dmitri Shostakovich y una segunda parte con la versión orquestal de Ravel de Cuadros de una exposición de Modest Mussorgsky, bajo la batuta de Yuli Turovsky. Dos piezas del siglo XX que usan a fondo la orquesta y en el escenario se notaba, estaban bien apretados.
Con la primera parte, Turovsky ya se hizo con nosotros. La novena sinfonía de Shostakovich es juguetona, con presencia llamativa de metal y percusión y donde la cuerda está casi que para acompañar. Los solos de clarinete y fagot marcan los dos movimientos lentos. Por el solo (el programa habla de recitativos… iré aprendiendo qué es cada cosa poco a poco, paciencia) de fagot Reynold Cárdenas se llevó una gran ovación.
La segunda parte era el plato fuerte: un espectáculo que combina el concierto con la proyección de una versión animada de unas pinturas de la violinista y pintora Natasha Turovsky, hija del director, hizo inspirándose en la obra de Mussorgsky. Ambos Turovsky, con la colaboración del artista digital Gaël Hollard, han creado una delicia. Los cuadros son preciosos, muy expresivos y la animación realza la música, pero sin ser tan abundante como para no dejarnos prestar atención a la orquesta. Así, Cuadros de una exposición vuelve a ser, otra vez, el acompañamiento para ver una exposición pictórica. ¡Y qué acompañamiento! La versión orquestal de Ravel (no conozco otras, ni siquiera la de piano original, lo reconozco) es fantástica. Son 15 piezas cortas, entre los cuadros y los paseos (promenade) entre ellos, muy distintas entre sí donde la orquesta al completo se luce: el pegadizo tema de los Promenade, la presencia del saxo (me entraron ganas de ver otra vez a Paxariño en directo) en El viejo castillo, el pesado andar de la carreta de Bydlo, el diálogo entre Samuel Goldenberg y Schmuyle, judío rico el primero representado por un maleducado y prepotente tema a cargo de las maderas y cuerdas y el segundo un lastimoso y lamento de la trompeta con sordina (una de mis piezas favoritas), el misterio y terror de La cabaña de Baba Yaga sobre patas de gallina, otra de mis favoritas, o el tremendo final de La gran puerta de Kiev, por citar sólo algunas.
Un programa que se nos hizo corto, pero nos mantuvo pegados a las butacas con ojos y oídos bien abiertos.
Más al respecto:
Página oficial de Natasha Turovsky donde podéis ver los cuadros.
En Youtube podéis encontrar algunos de los cortos, como el del Gnomo y el de los Polluelos.
PD: Estoy enamorado del contrabajo que toca Miguel A. Rodríguez. Es precioso a la par que impresionante