El Ícaro — Segunda temporada (episodios 1 a 4)

El trabajo me tiene matao pero, poco a poco, vamos avanzando la segunda temporada de Los Viajes del Ícaro. Tan avanzando que ya llevo cuatro resúmenes de partida que me he saltado por unas cosas u otras. Así, pues, y para que la cosa no se vaya de madre, toca un resumen telegráfico y sin (pobres) adornos literarios.

Habíamos cerrado la primera temporada con un memorable enfrentamiento con un temible enemigo, La Máquina, que terminó con la victoria de los personajes jugadores y, de forma increíble, sin ninguna baja mortal. Entre los personajes jugadores, porque la pequeña ciudad-estado de Nidik quedaba arrasada y con un tercio de su población asesinada. En el plano político, la muerte del rey dejaba una situación inestable en el flanco derecho del grupo del Ícaro, es decir, de los personajes jugadores. El heredero era un chaval de unos diez años más pendiente de libros que de seguir los pasos de su belicoso, mujeriego y fecundo padre y el asunto de la regencia acabó pronto en la nueva mesa de reuniones del Ícaro. Con su apoyo, Starnia, hija bastarda del rey y sacerdotisa de un culto local, tomaba las riendas del poder (apoyo interesado, pues los del Ícaro necesitaban de los telares de Nidik para reparar la cubierta del dirigible), imponiéndose al capitán de la guardia Bodoni (que abandonaría el reino con parte de sus hombres) y los levantiscos señores vasallos del sur.

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La Perla

La Perla era un barco largo al uso, de 20 metros de eslora, estrecho y de altas bordas. La cubierta, como era habitual, consistía en un armazón de costillas y largueros sobre el que se apoyaban unas planchas sujetas por pasadores de fácil extracción para permitir el paso a cualquier punto de la bodega, que apenas tenía metro y medio de alto. La bodega no se usaba para carga, salvo para vasijas de agua y alcohol. En ella estaban los puestos de los remeros: huecos estrechos en los que el marinero, usando la plancha que lo cubría como respaldo, su cofre como banco y aferrado a unas agarraderas de cuero, acciona los primitivos pedales que, a través de engranajes de madera, poleas y sogas, hace girar el eje y la hélice cuatripala de 5 metros de diámetro. En la bodega se encontraba también el motor de Claudia, un motor simple de tres circuitos de tubería de cobre (primario, de gran altitud y de trimado) con el cuerpo de inyectores y bombas a proa.

El mástil de deriva estaba a dos tercios de eslora y aparejaba vela latina. Las velas de vuelo también eran latinas, reforzadas por varillas de madera flexible. El botalón de vuelo forma el borde de ataque del ala, articulado a tercio y medio de eslora mediante un pasador que le permite moverse en el plano horizontal, modificando la superficie y forma del ala. El botalón de maniobra, paralelo al casco, permitía variar el ángulo de ataque del ala al pivotar en el plano vertical. Cuatro antenas por banda, dos arriba y dos abajo, necesarias para sostener la jarcia de las alas completaban el aparejo del barco.

Así era el barco en el que Dragunov, Ivarsson y Smith se iban a embarcar en compañía de unos bárbaros adoradores de Odín. Un barco de piratas, rápido en el ascenso y en el descenso y muy maniobrable, pero con poca capacidad de carga y vulnerable en despegues y aterrizajes (cuando debían desmontarse la hélice y las antenas). Sin camarotes, deberían dormir en cubierta, protegidos a duras penas por las bordas del frío del aire en altitud y con las tuberías del motor de Claudia como única fuente de calor.

Probando Las Sombras de Esteren

El sábado pasado probé Las Sombras de Esteren, juego de rol de fantasía oscura y terror de origen francés que, si todo sale bien, veremos en español a lo largo de este año. No hay mucho que contar del juego que no se haya dicho ya, así que os remito a su blog oficial para más detalles.

En lo que a mí respecta, el juego me ha llamado la atención desde que oí hablar de él, para qué negarlo. La ambientación me parece sugerente y se acerca a un estilo que cada vez me atrae más. Pero eso no basta para justificar su compra (la sombra de Yggdrasil es alargada y ya he tirado bastante dinero este año con la Caja Negra). Por fortuna, tenemos un libro de inicio con un resumen de reglas y ambientación, personajes pregenerados y tres aventuras cuyo pdf en inglés es gratuito. Odio leer en pantalla y más en inglés, pero a raíz de leer un resumen de partida con comentarios sobre las reglas, me esforcé con ello. El resultado fue flojo (me dijeron «está bien, es gracioso», signo inequívoco de que lo estaba haciendo de pena), pero ha aumentado mi interés por el juego.

El sistema, apenas bocetado en el libro de inicio, parte de una base simple y de probada eficacia: característica + habilidad + tirada ± modificadores ≥ dificultad o bien, tiradas enfrentadas entre personajes. Las características son 5 y son llamadas «vías». Las habilidades se dividen en una habilidad genérica (dominio) y especialidades y se utiliza un único dado de 10 para las tiradas. El sistema de combate aboga por turnos rápidos, con una sola acción, pero la defensa es pasiva (no se puede tener todo). El daño es proporcional a lo bueno que sea el ataque, como en Rolemaster o Ánima. Por lo que vimos, los combates son mortales y algo a evitar en lo posible, como en Runequest. La verdad es que no me he podido contener tras la partida y le he echado un ojo al combate completo del libro básico y, para un juego no orientado al mismo, tiene buena pinta. Sin embargo, quizás lo más interesante del juego sea el sistema de salud mental. Aún me lo tengo que leer y me gustaría probarlo (sin prisas) pero si es útil en mesa (es decir, jugable, ágil y que cumpla su cometido), Las Sombras de Esteren se va a convertir en un dolor para mi cartera y se ganará un hueco en mi mesa.

Por otra parte, me han gustado mucho las aventuras del libro de inicio. No porque sean buenas (dirigí Poison, que es bastante floja) sino por cómo está escrita y estructurada, siendo fácil hacerse un esquema de situación y pnjs y luego guiar la aventura sin perdernos.