El trabajo me tiene matao pero, poco a poco, vamos avanzando la segunda temporada de Los Viajes del Ícaro. Tan avanzando que ya llevo cuatro resúmenes de partida que me he saltado por unas cosas u otras. Así, pues, y para que la cosa no se vaya de madre, toca un resumen telegráfico y sin (pobres) adornos literarios.
Habíamos cerrado la primera temporada con un memorable enfrentamiento con un temible enemigo, La Máquina, que terminó con la victoria de los personajes jugadores y, de forma increíble, sin ninguna baja mortal. Entre los personajes jugadores, porque la pequeña ciudad-estado de Nidik quedaba arrasada y con un tercio de su población asesinada. En el plano político, la muerte del rey dejaba una situación inestable en el flanco derecho del grupo del Ícaro, es decir, de los personajes jugadores. El heredero era un chaval de unos diez años más pendiente de libros que de seguir los pasos de su belicoso, mujeriego y fecundo padre y el asunto de la regencia acabó pronto en la nueva mesa de reuniones del Ícaro. Con su apoyo, Starnia, hija bastarda del rey y sacerdotisa de un culto local, tomaba las riendas del poder (apoyo interesado, pues los del Ícaro necesitaban de los telares de Nidik para reparar la cubierta del dirigible), imponiéndose al capitán de la guardia Bodoni (que abandonaría el reino con parte de sus hombres) y los levantiscos señores vasallos del sur.