Asatte no Houkou

Del 2006 es esta veraniega historia de una niña que quería ser adulta, de una adulta que quería ser niña, y de una piedra de los deseos metomentodo que la lía pero bien. La amargada Shouko Nogami (Shizuka Itou, Tanya), que se encuentra con su antiguo amor, su hermana pequeña y su inesperada nueva niñez; y Karada Iokawa (Ajumi Fujimura, Midori, la hermana de Haru), la pequeña hermana que, de repente, ya no es tan pequeña, se ven obligadas a adaptarse a la nueva situación que pone su mundo al revés. Pillados en medio, el ex-amante y hermano, Hiro (Satoshi Hino, el soso Kouichi), los hermanos Amino y la extraña Kotomi (la habitual por aquí Ami Koshimizu, Horo) terminan de dar forma a este bonito melodrama.


Shouko (la morena) y Karada, con su nueva edad

La serie tiene un prometedor arranque, aunque empieza a perder gas pronto. Sin embargo, es corta, sólo 12 capítulos, por lo que el defecto de la historia queda más o menos cubierto. El director, Katsushi Sakurabi (Shingetsutan Tsukihime), conoce su oficio y nos brinda unos capítulos bien estructurados y con buen ritmo. La calidad técnica es buena en todo momento, como es habitual en las producciones de J.C. Staff: dibujo, animación, actores de doblaje… Es un producto bien hecho.

Y no hay mucho más que decir. Una serie bonita, agradable de ver y de volver a ver, con su parte de comedia, su parte de drama (no excesivo, eso sí) y unos personajes que van de lo simpático a lo entrañable.

Aoi Hana

Basada en el manga del mismo nombre, de la mano del siempre eficaz Kenichi Kasai (Honey & Clover, Nodame Cantabile, KimiKiss) y producida por J.C. Staff nos ha llegado esta corta serie (11 episodios) de los desamores de la callada y tímida Fumi Manjoume (Ai Takabe, en un eficaz debut), de sus problemas de adaptación a una nueva ciudad y un nuevo instituto, su relación con la popular Yasuko Sugimoto (Chiemi Ishimatsu), su reencuentro con una amiga de la niñez, Akira Okudaira (una cargante Yuko Gibu, que se ajusta muy bien al personaje), las amigas de una y otra en sus respectivos institutos, entre la que destaca la rubia de aspecto frágil Kyouko Ikumi (la veterana Yui Horie, vista por aquí como Midori), también enamorada de Yasuko.

Fumi y la aún mas alta Yasuko Sugimoto
Fumi (derecha) y Sugimoto-senpai

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Bounen no Xamdou

Del estudio Bones y de, prácticamente, el mismo equipo de Eureka 7 nos llegó en 2008 otra serie por el estilo, Bounen no Xamdou. Los mechas eran esta vez orgánicos, el capitán de la nave pirata, capitana y con algo más de carácter; una vieja gurú iluminada en vez de un viejo gurú iluminado; unos tripulantes, en general, más entrados en años y menos guapos que en la anterior y una pareja protagonista (chica extraña, chico estúpido) más mayores, más maduros y (parte importante) el chico menos cargante y tonto (aunque en el segundo tramo de la serie se sacan uno que nos hace añorar a Renton). Sin embargo, la serie no funciona como Eureka 7. La historia, fumada existencial gorda y poco comprensible incluida, hace aguas por todas partes y da la impresión, en más de una ocasión, de que quisieron repetir el éxito de la anterior forzando una trama escasa más allá de lo posible. La serie, con todo, aguanta bien hasta el capítulo 13 o mediados del 14. A finales de éste cae en picado y entra en un foso aburrido y laaaaargo que tira por la borda todo lo conseguido antes, para llegar a un final atropellado y torpón. Pero la serie, pese a sus lagunas tamaño mar Negro y a sus inconsistencias, mantiene el tipo bastante bien toda la mitad y, en la segunda, la inercia y ciertas subtramas consiguen mantenernos enganchados hasta que, por fin, acaba.

Nakiami

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Ef – a tale of melodies

Shin Oonuma (dirección) y Katsuhiko Takayama (guión) vuelven a la carga con la segunda parte de la dolorosa ef – a tale of memories (todo en minúscula en el original), un hermoso cuento de Navidad que retoma estilo y personajes para contarnos, otra vez, dos historias: una historia del pasado y otra del presente. La historia del pasado es la de Yuu Himura, el tipo con pinta de cura de la primera serie, y Yuuko Amamiya, la chica vestida de monja que aparecía aquí y allá. La segunda historia se centra en el violinista ligón, Shuuichi Kuze, y Mizuki Miki Hayama, la chica rubia que acompañaba a Kei Shindou, una de las gemelas. Los restantes personajes de Memories aparecen aquí y allá, mostrándonos la serie cómo siguen sus vidas.


Himura y Yuuko

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Tokyo magnitude 8.0

El estudio Bones (Wolf’s Rain, Nijuu Mensou, Eureka 7) nos trajo este verano una curiosa propuesta: un terremoto de gran magnitud (el 8.0 en la escala Richter que indica el título) sacude la ciudad de Tokyo. Desde el punto de vista de dos niños, Mirai (Satome Hanamura) y su hermano pequeño Yuuki (Yumiko Kobayashi), que han quedado aislados por el terremoto cuando visitaban solos una exposición en la otra punta de la ciudad, la serie nos intenta mostrar, de la manera más verosímil posible, los efectos que una catástrofe como esa podría provocar. A lo largo del viaje de vuelta a casa de los dos chavales, acompañados por Mari Kusakabe (Yuko Kaida, Shimei —la del parche— en Ikkitousen), una mensajera a la que el trabajo la pilló en la misma exposición y los ha tomado bajo su protección, veremos los edificios destruidos, los puentes que se caen, las labores de rescate, los muertos y heridos, todo ello con un diseño de fondos y vehículos espectacular y un dibujo de personajes algo extraño pero resultón.


El trío protagonista

Sin embargo, la serie no aguanta. Tras el buen inicio pierde fuelle rápidamente. Al principio intenta suplir las faltas del guión con la destrucción espectacular de un puente y de la Torre de Tokyo (escena ésta que no viene a cuento y metida con calzador para dar un poco de susto barato) y luego se inclina por el drama fácil y artificial a lo estrenos TV, más propio de una miniserie televisiva americana o alemana de esas tan sumamente malas y con las que nos bombardean las distintas televisiones. Al final, una obra fallida por demasiado pretenciosa. Si alguien quiere ver algo de catástrofes, que vuelva a El coloso en llamas, que lo disfrutará más.

PD: qué pedazo de autonomía tiene el móvil de Mari. Todos los episodios sale a plena batería pese al uso que le dan.

Wolf’s Rain

En 2003 el estudio Bones (Eureka Seven, Nijuu Mensou no Musume) reunió a gran parte del equipo que había trabajado en Cowboy Bebop (tanto la serie de Sunrise como la película de la propia Bones) para crear una serie de gran calidad. Partiendo de una idea original y guión de Keiko Nobumoto (guionista de la serie y película de Cowboy Bebop) y bajo la dirección de Tensai Okamura (director de Darker than Black), el resultado fue una serie de ambientación apocalíptica y mítica de bella factura técnica, de ver agradecido. La serie está formada por 24 episodios a lo largo de 30 capítulos. «¿Cómo?», me diréis. La serie la formaban 26 capítulos, pero como no dio tiempo a terminarla para su emisión, hicieron ¡cuatro! capítulos de resumen, del 15 (Lobo pálido) al 18 (Hombre/Lobo/Libro de la Luna), y los cuatro capítulos que terminaban la serie (del 27 al 30) salieron luego directamente en vídeo como OVA. Los dos capítulos que siguen al repaso, Sueños en el oasis y Consciously, esto es, el arco extraño de los indios donde sale el viejo indio de Cowboy Bebop jugando con la arena, queda tan mal metido en el resto de la serie (aunque Myu es un personaje simpático) que yo, personalmente, lo ignoro y de ahí que diga que Wolf’s Rain tiene 24 episodios, del 1 al 14 y del 21 al 30.


Cheza, la Chica Flor

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Natsume Yuujinchou

La serie que comentamos recuerda un poco a Mushishi, de la que hablábamos la semana pasada. Por lo menos, así la he visto comparada en distintos sitios. Los paralelismos están ahí, desde luego: ambas series nos cuentan historias de seres sobrenaturales, teniendo como hilo conductor el tipo que arregla los desaguisados. Sin embargo, aparte de eso son dos series muy distintas. Natsume Yuujinchou se centra más en su protagonista y sus relaciones tanto con los seres sobrenaturales como con los humanos, mientras que en Mushishi Ginko no dejaba de ser una mera excusa las más de las veces. Con un tono más simpático y ligero, oscilando entre la comedia y el melodrama ligero, Natsume sigue la senda de Mushishi al presentarnos el caso de la semana, dando a episodios casi independientes que, si bien en aquella era uno de sus encantos, aquí lastra la serie al no desarrollar a los personajes, tanto principales como secundarios. En este aspecto, se convierte en una serie muy desaprovechada, que termina aburriendo y queda para verse algún episodio de cuando en cuando, cuando nos falte algo más interesante.


Natsume y Nyanko-sensei

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Mushishi

Un mushishi, un experto en mushis (pequeños y extraños organismos casi sobrenaturales y normalmente invisibles al ojo humano), errante y de extraño aspecto (pelo blanco, ojo verde, ropas modernas) llamado Ginko (Yuto Nakano en la versión original, Enric Puig en la española) va de aldea en aldea solucionando problemas causados por los mushis, como si de un médico o curandero vagabundo se tratara. Con esta premisa se construye esta serie, adaptación del manga del mismo nombre. 26 episodios autoconclusivos, del tipo «el mushi de la semana», que tienen en común sus extrañas historias, un dibujo precioso y el tono pausado.


Ginko, el mushishi

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Antique Bakery

Tenía esta serie durmiendo el sueño de los justos en el externo, esperando que algún fansub decente la sacara, pero al final le he dedicado unos días aplicando una suerte de traducción simultánea que me sale cada vez más natural. Antique Bakery es una serie menor, bonita, de dibujo agradable, de tonos pálidos y bordes desdibujados, con un buen diseño de personajes y unos episodios que mantienen el tipo. Antique Bakery, basada en el manga del mismo nombre, es una buena opción para pasar un rato tranquilo y ver un episodio de cuando en cuando. Eso sí, no lo hagáis a la hora de la merienda, ¡por Dios!, que los dulces tienen una pinta…


Tachibana, Chikage, Eiji y Ono

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Kimi ga Nozomu Eien

No hace mucho leí un comentario considerando esta serie «auténtico culebrón venezolano». Yo disiento. Kimi ga Nozomu Eien es lo que los culebrones venezolanos quieren ser de mayor. Es una serie que tiene ya un tiempo (otoño 2003) pero sigue siendo el culebrón por excelencia, y varios grandes fansubs sacaron versiones en mp4 de gran calidad, así que no hay excusa posible. Son 14 episodios llenos de amor, algo de sexo, alcohol… remordimientos, sacrificios, culpabilidad, pérdida. Un cóctel contundente, que necesita de pañuelos y una cuidada dosificación. Lástima que cuando pasa uno del séptimo capítulo no hay forma de parar, y la paliza emocional es de las que hacen que uno no vuelva a asomarse a la serie en años, muchos años. Un ejemplo claro de que Japón está en otro plano existencial distinto al nuestro es que el origen de este cóctel es un juego hentai. Aquí no habría podido hacerse porque al porno lo último que le pedimos es que nos cuente una buena historia. Y encima, que nos haga llorar.


Shinji, Haruka, Mitsuki y Takayuki

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