Ya se va este verano largo, puñetero y, sobre todo, caluroso, y encarrilo la última recta de un año que, entre unas cosas y otras, está siendo más pobre de lo deseado en rol. Sin embargo, el otoño encara bien, con algo de estrés por falta de tiempo:
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Sakura, un cuento de Lannet, campaña que empecé a preparar en primavera al morirse Los viajes del Ícaro, intenta arrancar. Es una campaña, digamos, típica mía, organizada en tres arcos y con una duración planificada de 20-25 aventuras. De momento, llevamos tres sesiones y le quiero meter un ritmo más o menos quincenal. Los personajes están aún desdibujados, esperando ser definidos, los jugadores intentan asentarse y aprender a jugar juntos y el máster anda aún incómodo, sin que las sesiones fluyan solas. Paciencia y esfuerzo, pero tengo grandes esperanzas en esta campaña.
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Los viajes del Ícaro, muerta en invierno, ha resucitado. Por problemas con el sitio donde jugar no espero que tenga una frecuencia muy alta, pero yo me resisto a dejarla morir y los jugadores quieren seguir jugando. Cuarta temporada, en principio con el objetivo de buscarle un buen final.
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Jornadas de El Dirigible: tras varios años de parón, vuelven las jornadas este fin de semana de septiembre. En las anteriores disfruté de sendas partidas de Pangea y Comandos de Guerra, de buenas charlas y alguna cosilla más. Para este año me he liado la manta a la cabeza y dirigiré una partida el sábado. Siempre es interesante conocer gente nueva.
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Y alguna cosita más tengo pensada. Dirigir alguna aventura suelta en El Dirigible es lo más probable. Lady Blackbird o Ánima. La verdad es que tengo ganas de dirigir y probar con gente nueva.
Como siempre, seguro que al final no consigo hacer ni la mitad. Pero que no se diga que no lo intento.
Ay, mierda, y se me olvidaba Hécate, la minicampaña de investigación. A ver si la termino, leches.
Antes lo digo, antes se jode. Las jornadas, atrasadas. Y lo de tener frecuencia quincenal con Sakura…