El Ícaro — La desaparición del SG-5

Era la noche del festival de la cosecha, la noche en que murió Paolo. Mientras en la base del Ícaro el equipo de White buscaba a Neltha Laglaush, el SG-5 disfrutaba del banquete en el palacio real de Nidik. A cierta hora, ajeno a la inquietud de los oficiales, Grabié salió a tomar el aire acompañado del artillero Flanagan, a quien todos en la expedición tildaban de gafe y culpaban de su extraña aventura. Andaban los dos un tanto perjudicados tras fumar ciertas hierbas que el de Wissenschaft había traído de las Tierras Altas del Sur, razón por la que Ivanova y Shinmei los habían seguido discretamente, temiendo que pudieran liar alguna gamberrada nocturna.

Lo que no se esperaban es que surgiera un tipo grande de las sombras, se echara a Flanagan al hombro y echara a correr hacia una de las torres, subiera por ella y saltara al exterior, donde se reunió con un cómplice. Flanagan, creyendo que todo era una broma, se reía y soltaba grititos.

El SG-5 reaccionó como un solo hombre. Los tres corrieron en pos del extraño, esperando cazarlo antes de que ganara la torre. Por eso no dieron la voz de alarma. Pero no lograron acercarse a los secuestradores ni en la ciudad ni en el campo. Los persiguieron hasta el puerto de Nidik, sólo para ver cómo embarcaban en una imponente galera. El puerto parecía muerto, envuelto en la innatural niebla. El centinela estaba ido, drogado o hipnotizado y las gentes de la aldea dormían un sueño imperturbable. Sólo una persona se movía en la oscuridad, un pescador que acababa de llegar con su barca y a quien obligaron a llevarles tras la galera.

Fue una persecución desesperada. La galera avanzaba envuelta en la niebla, como si la llevara con ella, y la barca apenas podía seguir su estela. En un intento que hicieron de acercarse fueron descubiertos y sufrieron el ataque de una bandada de grandes murciélagos que se comportaban como un único ser. Resistieron tres o cuatro pasadas, pero un ataque desde abajo desestabilizó la nave. Se estrellaron a los pies de una estrecha garganta, en una zona montañosa que les era desconocida.

Al amanecer y tras enterrar al desdichado pescador, ensartado por el mástil de su propio bote, se encaminaron garganta arriba. Llegaron pronto a una meseta rodeada de montañas y bosques en la que había un pequeño pueblo. Una torre fortificada con una plataforma de amarre para aerobuques se levantaba en el otro extremo.

En el pueblo había una posada y en ella encontraron al grandullón que había secuestrado a Flanagan, un tipo extraño de rasgos orientales y mente de niño. El Grabié intentó entablar conversación con él, Ivanova se sintió desplazada y se picó y terminaron los tres borrachos sobre la mesa, para desesperación de Gennosuke Shinmei, que vio como pasaba el resto del día sin poder hacer nada.

Del posadero y del gigantón averiguaron que la torre pertenecía a un noble de Finisterra, no así el pueblo. El noble rara vez la visitaba, siendo la residencia de sus dos hijos, dos adolescentes, chico y chica, que gustaban de pasarse por la posada al atardecer para conversar con los lugareños y disfrutar de bardos y artistas ambulantes que pudieran pasar por allí. Y al atardecer se presentaron, atraídos por la presencia del SG-5, y antes de que un desesperado Shinmei lograra llevarse a sus resacosos compañeros de la posada.

Los dos chavales muy normales no eran. Entre copa y copa, Shinmei se dio cuenta de que sus dos compañeros habían caído bajo su dominio. Aprovechando que la chica parecía muy interesada en él, la sacó afuera para interrogarla, pero, ¡ay!, el introvertido samurái carecía de tacto para tratar con mujeres, ¡aun siendo un recién casado!, y aquello terminó como el rosario de la aurora, con Shinmei enfrentado a los dos hijos del noble, a sus guardias y a sus compañeros. Por fortuna para él, la venda pronto cayó de los ojos de sus compañeros. Fue un combate durísimo, que terminó con los dos muchachos y sus escoltas muertos y el SG-5 huyendo del pueblo para evitar ser linchados. En la confusión, apenas pudieron pensar en cómo la chica se había convertido en polvo al morir.

No fue el único combate que tuvieron esa noche: la guarnición de la torre mandaron un destacamento para acabar con los asesinos de los hijos del señor. Los del SG-5 terminaron más heridos, pero con caballos, provisiones y prisioneros. A uno, tras obtener de él información, lo mandaron de vuelta a la torre a ofrecer un canje, sin resultado. La noche pasó, así como la mañana siguiente, entre idas y venidas sin conseguir nada. Un barco vino y se fue en la niebla. El SG-5 se hundió en una profunda desesperación.

Cansada, Ivanova trocó desesperación en furia y se plantó frente a los muros que rodeaban la torre. A gritos consiguió que toda la guarnición le prestara atención y les ordenó rendirse. Las risas no hicieron sino avivar su enfado y, cuando los primeros virotes empezaron a caer a su alrededor, cargó contra el muro. Para sorpresa de Shinmei, Grabié también cargó de forma suicida. Avergonzado por quedarse atrás, el samurái apretó los labios y echó también a correr. En pocos instantes, llegaron al pie del muro, lo treparon ante el estupor de los ballesteros e hicieron rica escabechina hasta que, rota la moral, los defensores tiraron las armas y huyeron hacia el pueblo.

No se había acabado aquello: quedaba todavía un destacamento de la guarnición que se había atrincherado en la torre. Ivanova se arriesgó a mirar y volvió con el escudo deshecho y el brazo dolorido. Iba a ser difícil entrar. Pero la torre se elevaba sobre un promontorio rocoso con una cueva amplia y poco profunda a sus pies, convertida en caballerizas. Consiguieron forzar el rastrillo que cerraba la cueva. Había una escalera que daba a la torre, pero también una trampilla oculta que llevaba a unas mazmorras. Hallaron en ellas a Flanagan, horriblemente torturado.

No dijeron nada, sólo cruzaron una mirada. Mientras Ivanova atendía al artillero lo mejor que podía y Grabié preparaba los caballos, el samurái amontonó paja, heno y leños bajo la escalera de subida. Cuando abandonaban el recinto, la torre ya humeaba furiosamente.

El SG-5 es un spin-off de Los Viajes del Ícaro que dirige Charlie y me permite descansar y estar al otro lado de la pantalla, que también apetece. Y jugar (como jugador) a Ánima, un viejo anhelo. Un grupo pintoresco el SG-5, tres guerreros con tendencia a arrasar lo que encuentran hasta sus cimientos.

Un comentario para “El Ícaro — La desaparición del SG-5

  1. Mil palabras y no deja de ser un breve resumen que no puede acercarse, ni por asomo, a lo cafre que fueron esas dos sesiones. Por donde pasa el SG-5 no crece nada.

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