Ya nos toca, ¡por fin!, hablar de la saga que marcó el final de la época de Arturo: la búsqueda de Yaltaka, allá donde estuviese. Desgraciadamente, no quedan crónicas de lo que sucedió, sólo pequeñas notas y recuerdos borrosos, así que ruego perdonen las lagunas, incoherencias y posibles fallos de esta historia.
Hagamos un poco de memoria. Corría el año 518 cuando el simulacro de Yaltaka, lord Uisnach de Rydychan, caía bajo las lanzas pictas en la Batalla del Castillo del Gozo. Lord Uisnach fue enterrado con todos los honores y la pompa que requería, pero Yaltaka había olvidado por completo cierto pequeño e insignificante detalle: que sobre él pesaba una maldición. Durante el entierro, el señor del dragón de Brent Pelham vino a por lo que era suyo: el alma de quien había matado a su mascota. El alma y consciencia de lord Uisnach nada tenía que ver en este asunto (la pobre, veinte años ha que había perdido el control de su cuerpo), así que el señor se llevó a Yaltaka ante la atónita mirada de amigos y compañeros.
Pírixis tomó la responsabilidad de buscarlo. Empezó por buscar información sobre la criatura y la maldición y, para ello, acudió a Adarán, el bibliotecario de la Sacerdotisa. Adarán, recordemos, estaba en Oxford donde había comenzado una nueva biblioteca y hermeteca bajo la protección del Emperador. Además de recuperar, en la medida de lo posible, los libros y documentos perdidos en París, se había propuesto recopilar toda la información y conocimientos de los nephilim británicos que pudiera. En los últimos años frecuentaba la morada de la Doncella de Hielo, tanto para hablar con ella como para copiar su biblioteca personal, y el palacio de Madog. Pírixis mantenía estrecho contacto con él, no sólo porque se conocieran de tiempos de Jesús, cuando el de la Sacerdotisa estuvo también bajo protección de Yaltaka, sino porque Pírixis estaba haciéndose su propia hermeteca y el intercambio de libros e información entre ambos era constante. Por ello, Adarán era el punto de partida más lógico en esta extraña búsqueda.
Sin embargo, Adarán poca ayuda pudo dar. Entre sus libros encontró algún extracto que hablaba de estas criaturas y sus maldiciones (reproducido a continuación) y que hacían referencia a un antiquísimo libro, La luz oscura. Adarán recordaba haber tenido un ejemplar de este libro en Alejandría, pero se perdió con la biblioteca. Desconocía igualmente si había más copias o no, aunque esto era de suponer ya que el origen de La luz oscura se remontaba a antes del Pacto de Egipto (quizás a antes de los Grandes Pactos), pero le indicó a Pírixis que, de quedar algún ejemplar en manos de la Sacerdotisa, en la sede central del Arcano, en Bizancio, lo sabrían.
(…)La maldición es un lazo de servidumbre, por la que el maldito pasa a ser esclavo de la criatura para toda la eternidad… Mientras su alma siga existiendo. La muerte de la criatura no rompe la maldición. Este tipo de criaturas son extremadamente raras, pero muy poderosas. La mayor parte fueron exterminadas en los albores de la historia, en tiempos de la Atlántida. Se decía que dominaban grandes territorios en los continentes. Cuando se hundió la Atlántida y los nephilim se extendieron sobre la Tierra, se tuvieron que enfrentar también con estas criaturas, una amenaza incluso mayor que los humanos iniciados. Atrapaban a sus víctimas con extraños conjuros y se las llevaban a extraños mundos que los humanos han dado en llamar «infiernos» (…).
Pírixis no estaba por la labor de ir hasta Bizancio, un viaje incierto por una Europa donde, aún, las sociedades secretas campaban a sus anchas. Por muy amiga que fuera de Yaltaka, tenía su marido, sus hijos y sus responsabilidades, así que probó otras opciones, pero ni la Doncella de Hielo, ni Merlin, ni tan siquiera el Rey Pescador pudieron ayudarla. Pensó que alguien debía saber del dragón de Brent Pelham y su señor en Britania y partió en busca de ese alguien. La ayudaron, acompañándola directamente o buscando en paralelo, tanto su marido, lord Éctor, como Madog y los Cinco Hermanos y varios caballeros supervivientes de la Batalla del Castillo del Gozo. Buscaron durante años, una edición de bolsillo de lo que sería la Búsqueda del Grial.
El camino apuntaba a Irlanda, a los Tuatha Dé Danann.
Una búsqueda que llegará a cambiar mi historia y durante la que conoceré a personajes muy interesantes; eso sí, la visita turística a los infiernos no la recomiendo por muchas cosas interesantes que puedan llegar a verse.