511
Tras el complicado 510, que empezara con Arturo arrancando la espada, continuara con la batalla de Cameliard y terminara con la excursión al continente en busca de Ban y Bors, 511 se presentaba igual o más complicado. El año anterior el lado humano de la campaña había sido el predominante, pese al Consejo Gris y la llegada de Ethiel, así que el menú del nuevo año se preparó un poco distinto. En las noticias de marzo de 511 (la hoja que le pasaba a los jugadores tras cada sesión con lo ocurrido y con ganchos para las siguientes aventuras) se citaban rumores de una isla poblada de monstruos en el norte, así como la aparición de un barco de la Emperatriz sin su tripulación en el sur. Dos aventuras interesantes, peligrosas y mutuamente excluyentes. Y eso sin contar la aventura del Gran Dragón del Norte, que aparecía casi en todas las noticias desde tiempos de Uther. No recuerdo qué decidieron hacer las jugadoras (en Madrid se jugó la del Fortuna), pero no eligieron ninguna de las dos (la del Gran Dragón tampoco, pero esta es intrascendente). La aventura del Fortuna era una de las aventuras con condiciones de victoria de las que hablaba en la entrada de París. La de la Isla de los Monstruos afectaba a otra, así que, por su importancia, les voy a dedicar sendas entradas.
A finales del invierno de 511, cuando se hizo posible la navegación entre Britania y el continente por el Canal de la Mancha, un extraño hecho ocurrió: la nave Fortuna apareció varada en la costa, cerca de los acantilados de Dover, sin que hubiera rastro de su tripulación. El buque pertenecía a una importante familia de mercaderes judíos que habían abierto establecimiento en Londres hacía relativamente poco. La familia era la tapadera de la Emperatriz, el establecimiento, su sede principal en Britania y el Fortuna, el barco que usaban sus agentes. La desaparición de su tripulación no podía ser más sospechosa.
Quien primero tuvo noticias del hecho fue el Emperador, merced a la nueva red de espionaje e información montada por Ethiel ese otoño. A las pocas horas de que el barco apareciera, Yaltaka era informado. Lo que pasó a continuación queda en las brumas de la historia… Se cree que Yaltaka habló de ello con Pírixis, para discutir si ir o no ir. Lo que sí es cierto es que no fueron, ni nadie del Emperador, y tampoco se pasó aviso de lo que ocurría a la Emperatriz o a cualquier otra parte.
La Emperatriz se enteró un par de días después. Sus agentes encontraron el barco abandonado con señales de lucha y siguieron el rastro hasta una fortaleza abandonada cercana, donde encontraron restos que parecían indicar la realización de rituales típicos de sociedades secretas humanas. Desgraciadamente, no fueron capaces de seguir la pista más allá.
Pronto corrió el rumor de que el Emperador había estado al tanto del problema y no había hecho nada, lo que llevó a que las relaciones entre ambos arcanos se volvieran muy tirantes. A un pelo de la guerra abierta.
Pero, ¿qué es lo que pasó con el Fortuna y su tripulación?
Todo empezó por un problema de seguridad de la Emperatriz: la familia judía que usaban de tapadera la llevaban usando demasiado tiempo. Tras París temieron que la tapadera hubiese sido descubierta, pero como los Teutónicos no hicieron ningún movimiento contra esta, se confiaron. Lo cierto es que los Teutónicos nada sabían de dicha familia: esa información se la apropiaron los Hijos de Judas. Con paciencia y sin levantar la liebre se fueron infiltrando en la familia, esperando que la Emperatriz volviera a usarla como tapadera. Cuando esto ocurrió, tal y como hemos visto, la usaron para infiltrarse en Britania. Parte de la tripulación del Fortuna eran miembros de los Hijos de Judas y el barco se usó para desembarcar agentes en las islas y comunicarse con el continente.
En este viaje iban de polizones media docena de hermanos que formaban un grupo de élite. Fueron descubiertos durante el viaje y una violenta pelea estalló a bordo. Los tripulantes humanos fueron masacrados y los dos agentes nephilim de la Emperatriz, capturados. Durante la pelea el buque, sin gobierno, encalló en la playa, así que los Hijos de Judas liaron el petate, cogieron a sus prisioneros y buscaron refugio. Como ir con dos rehenes no era seguro, los interrogaron y torturaron. Uno de ellos fue transformado en homúnculo, mientras que el segundo no superó el proceso y murió (básicamente, su consciencia fue destrozada).
Los Hijos de Judas lograron averiguar bastantes cosas de sus dos prisioneros. Averiguaron, de hecho, lo que el grupo de élite buscaba, aunque perdieron su tapadera. Nephilim importantes, nombres, lugares, quién es quién y que el Rey Pescador tenía el Grial (o, por lo menos, era un rumor muy consistente). Esto último no era correcto, pero sólo el Rey Pescador y la Doncella de Hielo lo sabían.
Hubo suerte, dentro de lo que cabe, porque la Emperatriz hizo limpieza en sus filas y descubrió a los infiltrados. El equipo de élite quedó aislado durante varios años hasta que pudieron contactar con la organización en el continente. Pasarían más años hasta que los Hijos de Judas tuvieron una red operativa en Britania, pero con la información que consiguieron aquí estaban en condiciones de hacerse con el Grial a la mínima oportunidad.
Por fortuna, no consiguieron hacerse con la biblioteca de la Templanza en París, de lo contrario el Grial habría terminado en sus manos irremediablemente.