Pongámonos en antecedentes: Rydychan es un reino (condado en Pendragón) situado en el centro de Logres. Su capital es Oxford, que también es la población de importancia más al norte. Las otras poblaciones importantes son Dorchester, sin señor en esta época, Wallingford hacia el sur y Shirburn hacia el este. Limita con Hertford al este, Silchester y Salisbury al sur, Clarence al oeste y hacia el norte y noroeste con el Bosque Salvaje y Tribruit. La dama Liadain es su legítima heredera, como única hija del fallecido rey Guntar, pero tres parientes, hermanos, se han hecho con sus tierras, repartiéndose los dominios de Oxford, Wallingford y Shirburn. Estos tres hermanos, Basile, Bege y Belleus, compraron la neutralidad de Aurelio apoyándole generosamente con hombres, provisiones y dinero durante la campaña contra Vortigern y las siguientes contra los sajones. Esa ayuda prestada ata igualmente a Uther quien, además, prefiere el reino de Rydychan dividido como está ahora a unido bajo un señor que no sea enteramente fiel. Liadain, entre tanto, reside en la corte de Silchester, bajo la protección de Ulfius. Ulfius quiere a la muchacha como a una hija y ambiciona también anexionarse las tierras limítrofes de Rydychan, pero si hiciera un movimiento atrevido podría acabar con el statu quo de Logres (los tres grandes reinos de Silchester, Clarence, Lindsey con sus áreas de influencia y reinos vasallos) y la posición de su señor Uther no es tan firme como para sobrevivir a eso.
En esto que llega a la corte el joven vencedor de Brent Pellham, cuya audacia y valentía está en boca de todos y que, pese a su juventud, parece estar bien considerado por Merlin, con quien conversa con frecuencia. Y en estas que el joven caballero se cruza con la protegida de Ulfius. Y ella le sonríe tristemente. Y el caballero investiga quién es esa joven y por qué está triste. Y decide ser su campeón. Y Liadain queda prendada del arrojo del joven y le promete su mano (y, por lo tanto, la corona) si recupera el reino, y le da el anillo real como prueba de que es su campeón.
Esa misma noche Uisnach Yaltaka reunió al estado mayor de su ejército, es decir, Rhonwyn Pírixis y lord Ector, y pasaron revista a las huestes disponibles. Es decir, Yaltaka, Pírixis y Ector. No eran suficientes. Bueno, me imagino que la conversación fue del tipo:
–Vamos y les matamos.
–No somos suficientes, Yaltaka.
–¿Cuál es el problema? Sólo hay que ir, matar a los tres y ya está.
Y al final Yaltaka aceptó que no eran suficientes. El problema ahora era conseguir ayuda. Carecían de tierras y huestes propias, así como de dinero para contratar mercenarios. Ulfius no podía prestar ayuda (tampoco iba a hacerlo sin llevarse algo a cambio y Yaltaka no es de los que dan) y Uther, aunque en el fondo simpatizaba con Liadain, se mantuvo al margen. La sugerencia de Merlin, en plan un poco de «daos cuenta de que no se puede hacer y dedicaos a otra cosa», fue que visitaran a Madog, rey del Bosque Salvaje quien, como vecino de Rydychan, podría estar interesado en el cambio de propietario. Por supuesto, nada dijo sobre que Madog no recibía visitas desde tiempos de Macsen Wledig.
Así que Pírixis y Yaltaka parten en busca del esquivo rey mientras Ector busca apoyos por otra parte. Los dos nephilim consiguen llegar a Tribruit (no está mal), encontrar a un guía que muestre cómo llegar a la ciudad de Madog (difícil, pero no imposible) y que el chambelán de Madog tenga a bien informar a su señor de la inesperada visita. Contra todo pronóstico, Madog encuentra intrigante que dos nephilim extranjeros, jóvenes y poco poderosos, se hayan adentrado en su reino y decide recibirlos. El impulsivo arrojo de Yaltaka y la sobria determinación de Pírixis despiertan las simpatías del monarca y también de su guardia de élite, los Cinco Hermanos, que piden permiso a su señor para participar en la loca aventura.
A la vuelta al mundo material, Ector les trae posibles buenas nuevas. Muchos pueblos tuvieron que emigrar como consecuencia de la llegada de sajones durante el reinado de Vortigern y las guerras posteriores. Aunque algunos han encontrado un nuevo hogar, otros vagan errantes, malviviendo y repudiados por los grandes señores. Ector conoce a un clan en esta situación y concierta una entrevista entre los Guardianes y Tewdrig ap Cunomor, su orgulloso jefe, recomendándole encarecidamente que traten el tema con delicadeza y ni se les ocurriera pronunciar la palabra mercenario. Finalmente llegan a un acuerdo por el que el Uisnach Yaltaka, como rey consorte de Rydychan, pide a Tewdrig y su clan que se asienten en el indefenso pueblo de Dorchester y tengan su dominio, tierras y rentas a cambio de defenderlo y vasallaje. Y, como vasallos, su primer servicio a su señor es defender al reino de tres indeseables que ocupan algunas pequeñas posesiones, una molestia nada más, cosa de dos días, como quien dice, mero bandidaje.
Ya con un ejército bajo su mando (a saber, ellos tres, los Cinco Hermanos y una veintena de guerreros a pie y mal equipados contra un total de 60 caballeros y centenar y medio de infantes) empiezan a planear las operaciones. Para empezar, parten del punto de vista correcto: 3=2, o que, como dijo Marcus, 3-1=1. Son tres enemigos que no esperan ataque, así que si lo hacen bien sólo tendrán que enfrentarse a dos. Deciden dar el golpe inicial en Oxford, la más poderosa de las plazas y la que más guarnición posee.
Oxford está protegida por fuertes murallas de piedra y cuenta, además, con un castillo dentro de la ciudad como residencia del señor. Ese castillo es, pues, su objetivo. Como no están para entretenerse con murallas, se infiltran en la ciudad en pequeños grupos, a lo largo de varios días, haciéndose pasar por comerciantes, buhoneros y viajeros varios y pasando las armas camufladas en carromatos, haces de leñas y cosas así. Luego, una noche de luna nueva Pírixis invoca una niebla como la que usó en Tintagel, una niebla espesa que no permite ver a cinco pasos y amortigua los sonidos, y amparándose en la niebla llegan al castillo. Saltan el muro, llegan a los aposentos de lord Basile, le secuestran, matan a todos los perros y a los guardias que se ponen en medio y huyen rápidamente. Algunos quedan en la ciudad, otros, con lord Basile, saltan la muralla por un lugar determinado y se reúnen con el resto de la tropa. Atrás queda Pírixis que, usando el mismo conjuro con el que hicieron a Uther tomar la apariencia de Gorlas, queda como un sobresaltado y atemorizado lord Basile que ha sufrido como asaltantes misteriosos han llegado hasta sus mismísimos aposentos.
Tras dejar al auténtico lord Basile con las mujeres, niños y ancianos del clan, Yaltaka parte con sus tropas hacia Wallingford a marchas forzadas, intentando llegar antes que rumores o noticias sobre el asalto nocturno de Oxford. Como los hombres de Tewdrig van a pie, son Yaltaka, Ector y los Cinco Hermanos quienes llegan bien entrado el día y con los caballos reventados al bosque que hay cercano al pueblo. Allí se dan una serie de asombrosas circunstancias que hacen que un Yaltaka separado de sus compañeros se encuentre con un lord Bege de cacería y logre darle muerte (1). Luego se presentó ante las murallas del castillo con la cabeza del usurpador y el anillo real y les exigió que le rindieran la plaza como campeón de la legítima reina, cosa que, tras varias horas de deliberaciones, hicieron.
No está mal para un día de trabajo. El viaje Oxford-Wallingford fue un récord oficioso, aunque varios caballos no se recuperaron.
Tras la conquista del pueblo, Yaltaka se tomó un descanso para esperar a Tewdrig y los suyos. Básicamente, cuando tus huestes son 6 hombres y un puñado de caballos exhaustos, dejar parte como guarnición y partir con el resto a asediar un castillo no es una opción válida. Como resultado, las noticias de lo ocurrido llegaron a lord Belleus quien convocó a las armas a sus vasallos, mandó correos a Oxford y partió hacia Wallingford para vengar a su hermano.
Frente a Wallingford se encontraron las tropas de Uisnach Yaltaka, las de lord Belleus de Shirburn y las de lord Basile de Oxford. Para lord Belleus y sus huestes fue un duro golpe ver como lord Basile se rendía ante lord Uisnach y sus tropas se unían a las del campeón de lady Liadain. Podemos imaginarnos la confusión de los guerreros de Oxford, la desmoralización de los caballeros de Shirburn, la moral de la infantería de Tewdrig por las nubes y los Cinco Hermanos… con alguna discusión entre la ondina y el djinn del tipo Los veinte de la izquierda son míos. No vale, yo también quiero caballeros: la infantería dura muy poco.
Lord Belleus, viéndolo todo perdido, retó a lord Uisnach a combate singular. Todavía resonaban las carcajadas de los oficiales de Uisnach Yaltaka ante tan desesperado intento cuando este aceptó. Las opiniones que despertó tal comportamiento fueron del este muchacho los tiene cuadrados de lord Tewdrig al Tú eres imbécil de Pírixis.
Rápidamente se hizo hueco a los contendientes en el prado frente al castillo, con todos los soldados y caballeros bien pendientes del duelo. La primera carga fue favorable a lord Belleus, que desmontó a lord Uisnach. Sin embargo, el más noble de los tres hermanos decidió no aprovecharse de su ventaja y desmontó para combatir a espada contra el nephilim. El combate fue largo. Lod Belleus tenía mayor habilidad con las armas, pero Uisnach Yaltaka lo suplía con su fuerza y rapidez sobrehumanas. Muchos golpes intercambiaron, hendiendo escudo, desgarrando las cotas de malla, hiriéndose profundamente. Finalmente, lord Belleus se rendía, agotado, reconociendo la supremacía de lord Uisnach y los derechos de lady Liadain. Lord Uisnach le perdonó la vida, pero fallecería durante la noche a causa de sus heridas. El propio simulacro de Yaltaka estuvo a punto de seguirle a la tumba, y se debatió durante días entre la vida y la muerte, poniendo a prueba los conocimientos y poderes de Pírixis.
Apenas recuperado de sus heridas, lord Uisnach Yaltaka casaba con lady Liadain, celebrándose a continuación la coronación de los nuevos monarcas por Merlin. A la doble ceremonia asistieron el Alto Rey Uther y los reyes y señores vecinos, incluyendo al rey Madog. Paralelamente se casaban también lord Ector y lady Rhonwyn Pírixis, recibiendo como regalo de bodas el pueblo de Wallingford.
–A nadie ha pasado desapercibido la entrada a saco de los Guardianes del Grial en la sociedad británica. En pocos meses han conseguido la admiración y el respeto de los humanos. Ahora se han apropiado de un reino en el corazón de Logres con el beneplácito de Merlin, Madog y Custeninn. Es un primer paso para acabar con la tradición celta. ¿Qué harán mañana? –Declaró Klingsor cuando se enteró de lo ocurrido, resumiendo lo que muchos pensaban. También criticó duramente la posición de Madog, a lo que éste respondió:
–Es nephilim, tiene tropas y es un vecino. Yo, feliz.
–Allá cada cual con sus ambiciones, mientras no perjudique a un hermano nephilim –Sentenció la Doncella de Hielo, dando por zanjado el tema.
Quien no zanjó el tema fue Yaltaka. Su siguiente movimiento habría convencido a Merlin de que no había sido buena idea despertarlo. Un territorio virgen y el Emperador sin presencia…
(1) Coincidencias, sí señor: una pifia galopando por el bosque dio con Yaltaka en tierra. A la hora de situar a lord Bege había una pequeña posibilidad de que estuviera de cacería (lo estaba) y más pequeña aún de que pasara por la misma senda donde había caído Yaltaka (ya ves, juguetones que estaban los dados). Para colmo, lord Bege no vio a Yaltaka, que estaba a pie tras un árbol (pifia) y el ataque de este decapitó limpiamente al usurpador (crítico). El resultado final fue un tramo de partida mucho más corto de lo que había supuesto.
Resulta sorprendente que un jugador inexperto como era la jugadora de Yaltaka, con apenas dos meses de juego a sus espaldas, se metiera en los berenjenales en que se metió. O, quizás, precisamente por ello, pues no veo a un jugador más experimentado lanzándose a conquistar un reino por un beso. El siguiente movimiento también salió de parte de ella: mientras me preguntaba cómo hacer para mandarlos a París, a ella se le antojó que Yaltaka contactara con el Arcano. Mientras escribo estas líneas, no puedo por menos que maravillarme de los movimientos que siguió: derrotar a un dragón para conseguir renombre, buscarse un reino para conseguir poder en el mundo humano y luego intentar contactar con Uzbia, su «patrocinador» en el Arcano. ¿Actuaba de verdad a impulsos o seguía un retorcido plan desde el principio? Como muchos otros que se lo preguntaron antes, ni yo estoy seguro.