Arturo – El Pacto del Dragón

Las Islas Británicas han disfrutado desde la más remota antigüedad de un extraño clima mágico cuyo máximo exponente es la existencia del Otro Lado, un gran plano sutil ligado temporal y espacialmente al mundo material en el que los últimos kaïm y los nephilim habían encontrado refugio y sustento. El Otro Lado es algo extraño. Es un reflejo idealizado de las Islas, como un akasha, pero no de un momento concreto, sino que cambia con ellas. Sus propiedades están a caballo entre las de los akashas y las de los pequeños planos sutiles que aparecen a veces ligados a nexus y plexus.

En Irlanda, el Otro Lado, con aproximadamente las mismas dimensiones que la isla, sirvió de refugio a los nephilim y kaïm de la isla, los Tuatha Dé Danann1, tras la derrota a manos de los hijos de Milé. El Otro Lado irlandés estaba más… distanciado del mundo físico, los accesos se habrían intermitentemente y el flujo temporal era muy distinto, por lo que los contactos entre los Dé Danann y los humanos fueron escasos y los pactos celtas no tuvieron la relevancia que en otras zonas de Europa. En la época que nos ocupa los contactos entre los Dé Danann y los nephilim célticos era mínima y los primeros empezaban a alcanzar la categoría de míticos.

En Britania (léase Gran Bretaña y las islas menores) el Otro Lado estaba mucho más ligado al mundo material, tanto que en algunos sitios se confundía: el Bosque Salvaje, el Bosque de Celidon, Lyonesse… los nephilim britanos no estaban emparentados culturalmente con los Dé Danann, sino que habían venido con los celtas, con los pictos o habían nacido en las islas. Los Pactos Celtas, pese a la dominación romana, se mantenían e incluso habían resurgido en los últimos años y hacía frente a la amenaza del cristianismo y eran mayoría los nephilim que elegían vivir entre los humanos frente a los que vivían en el Otro Lado. Entre los que lo hacían estaban quienes vivían como ermitaños, a veces incluso en pequeños planos independientes del Otro Lado, como la Doncella de Hielo y quienes formaban verdaderas ciudades y cortes, que incluso extendían su influencia entre los humanos, como ocurría con el Rey del Castillo Mortal, el Rey Pescador y el Rey del Bosque Salvaje.

Sin embargo, algo no iba bien en los siglos IV y V de la era cristiana. El Otro Lado parecía enfermo. Como un cáncer se extendían regiones muertas, los Yermos y hasta la luz tenía un aspecto enfermizo. En el mundo material, los nephilim que más usaban la magia, los druidas y damas del lago, se encontraban con que cada vez era más difícil y extenuante realizar sortilegios poderosos. Y pasajes entremundos milenarios ahora estaban cerrados o eran apenas discernibles.

Como suele pasar, la respuesta la encontró quien no la buscaba.

Myrddin, nephilim, druida y noble de Gwynedd, llevado por el frenesí guerrero y la desesperación de la pérdida, se adentró enloquecido en el bosque de Celidon y no cruzó al Otro Lado. Fue Más Allá, hasta los dominios del Dragón, el espíritu guardián de Britania y con el que los primeros conquistadores celtas de Britania habían hecho un pacto2. El Dragón le contó que la especial situación mágica de las islas se acercaba a su fin y, con ello, el Otro Lado y la forma de vida de los nephilim britanos.

Y se ofreció a forjar un pacto, un nuevo pacto que retrasase lo inevitable. Un pacto que retomaba la antigua creencia que dice que la tierra y el rey son uno. Un rey humano, su reino y la salud de ambos, canalizando el poder del Dragón, marcarían el destino del Otro Lado. El pacto quedaba sellado mediante (y usaba a, de un modo que nadie ha sido capaz de averiguar aún) Caledfwlch, espada de reyes cuyo origen se pierde en las albor de los tiempos.

Así, un Myrddin profundamente cambiado, para algunos medio loco, dotado desde su encuentro con el Dragón con un singular talento para la profecía, y con la responsabilidad de salvar su mundo sobre los hombros, se presentó ante un Vortigern viejo, acorralado y enfrascado en la construcción de su maldita torre. A partir de entonces, fue conocido como Myrdin Emrys, Merlinus Ambrosius.

Y fue este Merlinus Ambrosius quien, descartado Vortigern, salió al encuentro de Aurelio y Uther. Y gracias a sus consejos, Aurelio, el último romano, derrotó a Vortigern y los sajones y fue nombrado Alto Rey de Britania.

Empuñando a Caledfwlch, a la que llamó Caliburnus y luego fue conocida como Excalibur.

Pero también ocurrió que Merlin, además de traer un Alto Rey del continente, también trajo a su séquito y sus hombres. Descendientes de migraciones britanas a Bretaña o del ejército de Macsen Wledig, sí, pero entre ellos iban nephilim egipcios: nephilim pertenecientes a los Arcanos Mayores que, hasta entonces, habían ignorado la Isla de los Poderosos. Los nephilim britanos se veían acorralados y la llegada de los nephilim egipcios fue la gota que colmó el vaso. La historia les mostraba como los descendientes de Akhenatón se habían extendido por el mundo, llevando sus puntos de vista y destruyendo todas las culturas nephilim con las que habían tratado. La llegada de estos nephilim, que huían de la caótica Europa post-romana era, ante los ojos de muchos nephilim británicos, una amenaza mayor que los sajones y «sus» nephilim.

Y Merlin se dio cuenta de que necesitaba encontrar a unos nephilim que pudieran hacer de puente entre los nephilim egipcios y británicos, es decir, que fueran conocidos y respetados por ambos. Y, hablando con Asgareth, nephilim del Mago al que conoció en la corte de Aurelio en Bretaña, supo dónde encontrarlos.

Sí, eran esos dos.

Pero, de eso, hablaremos en la próxima.

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1Los Dé Danann no tenían, en un principio, nada que ver con los celtas, aunque estos terminaron incluyéndolos en sus mitos y leyendas. La presencia de kaïm entre los Dé Danann y lo extraño de su civilización ha hecho que muchos estudiosos vean en ellos a los últimos descendientes de la Atlántida. Otros, encabezados por D’hiya ven en el Otro Lado una razón más por la que la Atlántida no pudo estar en el Atlántico: la presencia del auricalco del meteorito habría hecho imposible que existiera este extraño clima mágico. Estos estudiosos ven en los Dé Danann los restos de una colonia que, como el grupo de Lilith, abandonaron la Atlántida antes del fin, o bien supervivientes de los refugios de Hyperbórea y Thule3.

2No está claro si el Dragón ya estaba ahí o vino con ellos.

3Nada más lejos de mi intención que discutir con sabios eruditos o adelantar acontecimientos, pero queda claro que los Dé Danann son supervivientes de la Atlántida y que, además, participaron en el fregao gordo, ya que es conocido que llevaron a Irlanda cuatro tesoros, entre los que tenemos la espada de Nuada (de la que hemos hablado en este artículo) y la lanza de Lugh.

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