Este año he vuelto a coger las vacaciones la segunda quincena de agosto. Esto tiene su parte buena y su parte mala. La buena es que a la vuelta las tardes son más cortas y el calor sevillano da sus últimos coletazos. La mala es que puedo llegar muy necesitado a las vacaciones. Este año ha sido de esos: julio ha sido un no parar de principio a fin y en agosto me ha golpeado el estrés acumulado. Hemos hecho menos de lo que tenía previsto, pero andaba necesitado de hacer nada.

¡Varo, devuélveme mis legiones!

Pero eso no significa que nos hayamos pasado el día tirados en el sofá: en visitas turísticas hemos pasado a La Rioja para visitar los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, visita que recomiendo muy mucho.

A pie no hemos hecho demasiadas excursiones, pero esto es porque íbamos con el coche nuevo y había ganas de probarlo: hemos tenido la habitual Covarrubias-Silos (este año tocaba visita al monasterio de San Pedro de Arlanza) y el paseo a El Burgo de Osma, pero también hemos hecho Vinuesa-Montenegro de Cameros-las dos Viniegra-Neila, que fueron unas cuantas horas. A San Millán fuimos por Neila y el embalse de Mansilla y terminé de curvas hasta las narices. También paseo por los dos Tolbaños, una ruta que nos gusta, pero era domingo y nos cruzamos con gente que no entiende el problema que supone ir a toda pastilla por mitad de una carretera de carril y medio con curvas sin visibilidad.

A los habituales sitios de aprovisionamiento (La Cueva de Ra en Castrillo, Angelines en El Burgo, Casa Heriberto en Silos, Mejorana en Palacios…), añadimos Morcillas Milagros en Covarrubias.

De yantar, repetimos visita a La Barrosa en Abejar y probamos el restaurante De Galo en Covarrubias: el cordero y el entrecot estaban espectaculares, pero los entrantes flojearon.

Al nuevo le hemos enseñado bien aquello.

Y la ida y la vuelta por los puertos del Pico y de Menga, Ávila y Segovia, que había ganas de darle candela a Sir Patrick y descubrir qué tal se porta, el muchacho. Y he de decir que subió las rampas de las lagunas de Neila como si fuera la cuesta más empiná de Sevilla (posiblemente, la del puente del Centenario).