¡Hasta siempre, mi querido Alphonse!

Me enamoré del Toyota Auris desde la presentación del prototipo dorado y en 2008 conseguí comprarlo.

Eran tiempos más civilizados, donde los SUV no se habían vuelto omnipresentes y los monovolúmenes tenían su cuota de mercado. El Auris presentaba un estilo monovolumen: el piso estaba a mayor altura sobre la carretera (no así el fondo, que dejaba la misma altura libre que un turismo normal), lo que hacía más cómo entrar y salir; también era más alto, lo que daba más espacio interior; la posición de sentado era más natural, con las rodillas rectas o casi y el piso trasero era completamente plano, sin túnel de transmisión. Era un coche amplio y cómodo.

Para mí también fue un salto generacional muy importante. Venía del Daewoo Lanos de mis padres y pasé a un coche con apertura y cierre sin llave (metiendo la mano en la manija de la puerta para abrir, pulsando un botón negro de goma para cerrar), arranque por botón, luces y limpiaparabrisas automáticos, control de crucero… Todavía recuerdo mi sorpresa, unos meses después, al montarme en el nuevo y flamante Audi A-5 del hijo del jefe y ver que tenía que meter la llave para arrancar el coche.

El interior, por lo demás, era muy sobrio, con mucho plástico duro y muchos huecos de almacenamiento: doble guantera, portagafas, cajón bajo el asiento del copiloto, etc.

El acabado era el Sol, que venía a ser el tope de la gama normal (había un Sport por ahí con un motor diésel de 177CV y tapicería en cuero), con motor de gasolina (1,6 litros, 124CV) y cambio MMT de cinco velocidades. El consumo homologado era de 6,9l/100km. En autovía, el consumo se disparaba a los 8 (tenía 5 velocidades, a fin de cuentas, y a 120km/h era llevar el coche a 4.000 vueltas de constante), pero en carretera convencional, su hábitat natural, era fácil tenerlo en 6,3-6,7.

MMT

La palanca del cambio MMT. Tras el volante, se ven también las levas.

MMT significa “manual multimodo”. Es un cambio manual secuencial sin pedal de embrague y con modo automático. Una caja de cambios manual convencional con mecanismos para accionar el embrague y el cambio de marchas y con la posibilidad de llevarlo en modo automático. En manual accionas las marchas de forma secuencial con la palanca o las levas y en automático puedes ajustar la marcha en la que estás pegando un pisotón al acelerador (como un automático normal; lo del pisotón creo que no venía en el manual del Auris, sino que lo leí en el del Lanos para la trasmisión automática) o con las levas.

Este cambio es peculiar. Lo puedes llevar en automático, pero no es tan cómodo como un automático; lo puedes llevar en manual, pero no es tan preciso como un manual. Tiene muy mala fama en internet: bien cuidado te dura una vida, pero tienes que seguir sus reglas. El problema era que los comerciales no explicaban las reglas, la gente no las seguía y el cambio reventaba.

En modo automático, básicamente, era como conducir un coche manual donde tú llevas el volante, acelerador y frenos y ves por dónde vas y otro tipo, en un cuarto sin ventanas y con unos indicadores como única referencia, acciona el embrague y el cambio. Había que acostumbrarse y aprender.

Pero en carreteras secundarias, en modo manual y con las levas, era divertidísimo.

16 años y casi 240.000 kilómetros ha estado conmigo. Visitas al taller, pocas, casi todo desgaste de piezas: juntas, alguna pieza de la suspensión y el embrague, que cambiamos a los 180.000.

Este verano le hemos dicho adiós (alguien lo tiene ahora, y espero que le dé un buen servicio unos años más). Echamos de menos su amplitud interna, los mil huecos y los reposavasos retráctiles delante de las salidas de aire (agua fresquita en los viajes de verano).

La de kilómetros que hemos hecho juntos, viejo amigo

Así que, como he dicho, ¡Hasta siempre, Alphonse, y gracias por todo! Gracias por llevarme todos los días al trabajo (y espero que me disculpes por el año que te hice cruzar el Centenario), gracias por llevarnos a Burgos en verano, por subir y bajar los puertos de montaña sin quejarte, por aguantar las carreteritas por donde te he metido, por enseñarme a conducir tranquilo y por no desfallecer nunca.

Alphonse

Sí, le puse nombre al coche. ¿Algún problema?

Alphonse es por Patlabor. Quizás los más viejunos la recordéis: una serie sobre una unidad policial que utilizaba mechas, el AV-98 Ingram. Noa Izumi, la protagonista, bautiza con ese nombre a su unidad.

Y se vuelve muy pesada con Alphonse: que no se raye, que no se ensucie, que esté bien mantenido, que…

Lo de Alphonse era por si yo me volvía tan tonto con el coche como Izumi con su labor.

Durante años, llevó una pegatina así en el costado que me preparó Menxar

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2 comentarios para “¡Hasta siempre, mi querido Alphonse!

  1. A lo largo de la vida también le he dicho adiós a un par de coches. Yo nunca le he puesto nombre a los míos, pero un primo tenía uno al que llamaba Rogelio Pistones (era rojo) que nos llevó de un sitio a otro cuando éramos jóvenes :D.

    Ahora mismo tengo de coche secundario un Toyota Avensis con 17 años que todavía nos tendrá que dar servicio un tiempo, aunque ya no es el coche principal de la familia. Pero los Toyota me gustan, creo que funcionan muy bien.

  2. Los Avensis de aquella época también eran duros de narices. Y muy buen coche en su acabado.

    Yo terminé tan contento con Toyota que he repetido :D.

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