Cuaderno de bitácora. Solsticio de verano.
El descubrimiento de los portales nos ha dado nuevas esperanzas de volver a casa. Una esperanza remota, pues aún debemos averiguar cómo funcionan. Si Neltha Laglaush está en lo cierto, son portales de una sola dirección, por lo que si encontramos un portal de salida —y, al parecer, el que hay bajo la metrópolis enana de Ulum Dum lo es— y logramos conectarlo, no podríamos saber a dónde nos llevaría. En fin, tenemos a bordo a algunas de las mentes más brillantes y extravagantes de Gaïa, así que démosles un voto de confianza. Lo importante es que para cuando averigüemos cómo saber el destino de un portal, hayamos encontrado nuestro portal.
Para ello, debemos salir al mundo. El recorrido de la isla alrededor del mundo nos da acceso a casi todo el hemisferio norte, así que formaremos grupos de exploración que deberán buscar portales a través de las historias y leyendas de los pueblos que visitemos. No somos los únicos que hemos llegado a estas tierras. El profesor Forgen dice que la tripulación de Svala Ojos de Hielo desciende sin duda de gente que cruzó un portal y como ellos debe haber muchos más. Va a ser una tarea titánica, pero es nuestra única esperanza.
He pensado en formar una decena de equipos de tres o cuatro hombres, a los que llamaremos comandos SG. Infiltraremos tres equipos cada vez, con un cuarto de reserva, en misiones de cuatro o cinco días. Con el dirigible fuera de servicio, necesitaremos barcos voladores locales. Con dos barcos y tres turnos podremos tener fuera esos tres equipos casi de forma continua. Incluso podríamos armar los barcos con los falconetes del Ícaro, aunque eso nos obligaría a destinar a un par de artilleros a cada barco.
Pensar está muy bien, pero luego viene la realidad a poner las cosas en su sitio. Barcos podríamos tener: está la Perla de Svala y los dos barcos del difunto rey de Nidik, que Starnia no se atreve a usar por falta de efectivos. Lo que no tenemos son recursos para armarlos ni para mantener ese ritmo de expediciones. ¡Diantres!, si apenas nos van a quedar beneficios de la venta de los raíles del subterráneo y de la cosecha de cebada habrá que apartar el jornal de los lugareños.
Los oficiales han pensado en alquilar nuestros servicios. No de la expedición en su conjunto como mercenarios —aunque bien sabe Dios que podríamos conquistarnos un Imperio, si quisiéramos—, sino de los comandos SG y como «desfacedores de entuertos». Como si la gente dejara notitas en las posadas buscando aventureros a sueldo. Pero algo puede que saquemos: tenemos tecnología desconocida por estos lares, médicos magos que pueden acabar con epidemias y quizás, de que corra la voz, podamos decir «si nos encuentra, quizá pueda contratarnos». Sé que no es un gran plan, pero es el único que se nos ha ocurrido. Lo probaremos, a ver qué pasa.
Para ello hay que negociar con Starnia de Nidik primero, para garantizarnos su puerto. La posición de Starnia y de la propia Nidik es delicada y no podemos perderlas. Hay que ir con cuidado, pues si apretamos demasiado Starnia se revolverá contra nosotros y si nuestra presencia fuera demasiado laxa, podrían levantarnos el reino en nuestras narices. Hemos pensado en convertir a Nidik y a la posada de Ostakker Tres Cicatrices en nuestra zona de descanso e ir dando permiso a nuestros hombres, que necesitan, después de 6 meses, poder relajarse ahí fuera. El SG-1 del capitán Paolo está negociando con Starnia mientras la escolta a la thing de verano que se celebra en el reino de Cahul. De paso, así conocemos al tercero de los reinos de Ynys Mawr y a su rey, Harold Haroldson. También han hablado con Ostakker para aprovecharnos de su red de contrabando. El tiempo pasa y quedándonos aquí encerrados no volveremos a casa.
Me preocupa el último informe del SG-1. Dicen que hay muchos guerreros en Nidik, demasiados para ser escoltas de los mercaderes que acuden a la asamblea. Algo se está cociendo…
El sonido del teléfono interrumpió sus cavilaciones. Dejó la pluma junto al diario y descolgó el aparato. Escuchó la voz, nerviosa y somnolienta, de Erstin.
—¡Comandante, el grupo del capitán Paolo ha sufrido un ataque! Dicen que ha sido Bodoni, el ex-capitán de la guardia de Nidik.
O’Hare se rascó la barba del día. Siempre le picaba en situaciones de estrés. ¿Un ataque contra el grupo del Ícaro por venganza o, más probable, un ataque contra Starnia para hacerse con el poder en Nidik? Pero esto último era estúpido. Según el profesor Forgen, al amanecer comenzaba la thing, que obligaba a cinco días de tregua sagrada. Descabezar la regencia de Nidik para luego tener que esperar cinco días… Oh… Miró el reloj. Faltaban más de dos horas para el amanecer. ¿Quiénes estaban en Nidik?
—Erstin, avise a los equipos de Frederick y de Su Wei. La ciudad va a sufrir un ataque, si no lo está siendo ya. Que ayuden a la guarnición local. Quiero a Callahan en el aire en cuanto salga el sol. Y que Valeri esté en la salida al valle de Nidik con el resto de Wissenschaft dentro de una hora, como reserva. Que les acompañe Edana Conway: necesitaremos sus ojos ahí fuera.