Nurarihyon no mago

Cuando empecé a verla, dije «¡Anda!, si parece un shonen típico». Cuando salió el primer enfrentamiento, con nombre de técnicas y todo, pensé «Pues sí, es un shonen típico» y me preparé para el siguiente Naruto. Cuando el combate duró diez (10) segundos, sólo pude decir «¡Oh!» y engancharme a la serie. Nurarihyon no mago, El nieto de Nurarihyon, es un shonen típico, sí, con protagonista que busca hacerse más fuerte, proteger a sus amigos, etc. etc., muchachas varias que terminan loquitas por él, malos malísimos y demás clichés del género, pero con algunos toques de humor refrescante y, sobre todo, sin algunas tan cargantes como los interminables combates (la habitual escalada de poder se da en la segunda temporada, pero tampoco está mal resuelta). Tampoco se ve el retroceso en las relaciones interpersonales o en la propia evolución del personaje principal que tan acostumbrados estamos a ver.


Rikuo Nura, de noche

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Quinto aniversario

Nunca he celebrado el aniversario del blog, pero esta vez me lo vais a permitir. Tal día como hoy, en 2007, publicaba la primera entrada. Son ya cinco años, dedicados a rol, pero también a anime, música, cine y, en sus orígenes, a informática. 480 entradas (más ésta) repartidas de forma irregular: momentos donde faltaba tiempo para poner todo por escrito, otros donde las musas se mostraban esquivas y algunos en los que el blog se convirtió en una pesada obligación. Pero, pasito a pasito, día a día, Cuberterías de Albacete, Import & Export ha pasado de ser un desconocido almacén del puerto de Night City a convertirse en un blog veterano, quizás no muy conocido y más centrado en el grupo cercano de amigos y compañeros de partida que estar en el candelabro del panorama rolesfero, pero, ¡caray!, que ya han pasado cinco años y aún no tengo claro dónde se han ido.

Gracias de corazón a los que seguís el blog, a los que caéis en él siguiendo alguna extraña búsqueda y a los que volvéis a esta vuestra casa. A los que, con vuestros comentarios, alimentáis el ego del bloguero. A mis compañeros de campaña, inagotable fuente de inspiración. Gracias muy especiales a aquellos que habéis colaborado en el blog: MvR, por permitirme publicar las noticias de aquella campaña de Cyberpunk que vio nacer al Cubano (publicación que debo terminar algún día, por cierto); DuPont por los resúmenes de su campaña de D&D; a Pírixis por sus reseñas de anime y rol y a Menxar por su crítica musical. Y a la Orquesta de Extremadura por dos años fantásticos y por las entradas más difíciles que he tenido que escribir (y que, esas sí, me las impuse como una obligación).

Para terminar y a modo de celebración, dejo enlace a cinco entradas, quizás de las que más orgulloso me siento en estos cinco años.

Porque, en el fondo, uno es escritor frustrado (a medias; a la narración de partidas enfoqué mi vocación) y, gracias al blog, a veces puedo mirar de tú a mi joven yo del pasado y decirle «¿Ves? Aún puedo».

Un saludo y felices fiestas.

Nephilim — Canis, canis

«Me aburro, me aburro, me aburro.»

El tiempo se hacía eterno. No podía decir ya si llevaba horas, días o meses allí abajo, sin más luz que el tenue resplandor del campo mágico de agua, si más compañía que su cuerpo. El plexus cercano impedía que cayera en narcosis, pero era demasiado débil como para permitirle desplazarse.

«Me aburro, me aburro, me aburro.»

Hay que ver cómo pueden torcerse las cosas en un segundo. Y mira que habían empezado bien, después de que Pírixis encontrara a sus Hijos y, con ellos, a su perdida hermeteca. Hablando con ellos, consultando los libros y juntándolos con los retazos de información proporcionadas por la visión en el agua de roble, habían encontrado con rapidez el sitio donde, esperaban, los dos druidas habían escondido su extraño libro.

Habrá quien diga que seguir visiones proféticas es de locos, pero la cueva estaba allí. Y las trampas, también. Y los acertijos les sirvieron para sortearlas, como la de la mano en la encrucijada. Y luego habían llegado a ese callejón sin salida y se habían dado cuenta de que los huecos en la pared que les cerraba el paso representaban el cielo nocturno. Y la respuesta al siguiente acertijo era «Perro», sin duda, pero… ¡Hay dos perros, el mayor y el menor! ¿Cuál de ellos sería la respuesta? ¿Qué pasaría si fallaban?

Por si las moscas, se había hecho un arnés con las cuerdas que traían y se había atado sólidamente a las gruesas raíces que flanqueaban la pared, y también le había dejado todo su equipo (armas, conjuros, estasis) a Pírixis. Atada (o, mejor dicho, atado, pues su simulacro era masculino) había ido introduciendo clavijas en los agujeros correspondiente a Canis Maior. Que era la respuesta incorrecta. Hubo un sonido como de engranajes, cadenas y contrapesos y el suelo se había abierto en dos, descubriendo la habitual trampa de foso y estacas (como hemos dicho alguna vez, debían fabricarlas en serie). ¡Ja!

La sonrisa desdeñosa tornose en grito de pánico cuando el arnés cedió. La caída fue breve, aunque se hizo eterna y terminó con un chof definitivo que marcaba el fin de la vida del pobre teólogo que había sido su simulacro desde Áquila. Sobre su cabeza, mientras intentaba liberarse del cuerpo muerto, la trampa se cerraba.

«Meaburromeaburromeaburro.»

Oscuridad y soledad inmaterial desde entonces. Atrapada en el pozo junto a su simulacro muerto, Menxar esperaba, agotando su paciencia a marchas forzadas, la vuelta de Pírixis. ¿Cuánto podía tardar en recorrer el cuarto de legua de túneles, subir el acantilado, ir ría adentro hasta la aldea, engañar a un pardillo y traérselo? Un momento… ¿Se lo habría comido por el camino y había tenido que volver a por otro? ¿La había echado el guante el Temple? ¿Cuánto tiempo llevaba ya ahí dentro? ¿Sería ya invierno?

Pendragón — Dramatis personae 495

Un problema que tengo cuando preparo una campaña es que puedo dispersarme, profundizando en temas de nulo interés práctico, como el menú de la taberna donde se reúnen los pjs o quién suministra los calzones de felpa a la guardia y cómo se hizo con el contrato. A este tipo de desvaríos corresponde esta entrada.

Caballeros y algunas personas de interés en el condado de Salisbury en el otoño de 495, incluyendo quienes murieron durante el año. En negrita cursiva aparecen los caballeros jugadores. El mapa de señoríos y feudos seguidos sale de aquí.

Sigue tras la pausa.

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Pendragón — La batalla de Vagon

El Banquete Sangriento fue el más duro golpe sufrido por los britanos desde la Traición de los Cuchillos Largos de Hengest. Aquella noche de mayo de 495 en el salón del castillo de Villa Sancti Albani murieron los más grandes señores de Logres, sus consejeros y oficiales. Murió el rey Uther. Murió el rey de Somerset. Y el viejo rey de Cameliard. Murió el duque de Caercolum. También el de Clarence. Y los condes de Hampshire, de Hertford, de Jagent, de Malboro, de Rydychan, de Huntington… Murió tanta y tanta gente esa noche que es más fácil recordar a los que no murieron. No murieron ni el duque Ulfius de Silchester ni sir Brastias, ambos en el hospital de la abadía de San Albano. No murieron ni el duque Corneus de Lindsey ni sus señores vasallos que, sitiados en sus castillos durante el invierno, ahora hostigaban la retaguardia sajona. Tampoco murió el rey Nanteleod de Escavalon, que no pudo acudir a la llamada de Uther al estar ocupado con sus belicosos vecinos.

De Salisbury murieron el conde Roderick y el marshall sir Amig el Viejo de Tilshead. Sir Arcavius y sir Aeron, invitados de honor, salvaron la vida al estar buscando al enloquecido sir Elffin. Lo encontraron rezando en la abadía de San Albano y, tras arreglarse y vestirse, llegaron al castillo a tiempo de escuchar los gritos de las damas y sirvientes y ver a un moribundo Uther clavar Excalibur en un sillar de piedra.

—Nadie blandirá Excalibur, ¡salvo yo!

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Pendragón — La batalla de St Albans

495 amenazaba con ser peor que 494. El poderoso ejército sajón de Octa y Eosa campaba a sus anchas por Lindsey y Lonazep. 10.000 bárbaros sin nadie que le hiciera frente. Los rumores apuntaban a que Uther estaba moribundo y el desánimo cundía por doquier. Aquellos que habían venido con Uther y Aurelio del continente treinta años atrás se preguntaban si no tendrían que emigrar de nuevo y dejar sus tierras al invasor sajón.

En estas Merlin volvió a aparecer para salvar a Britania de su hora más oscura. Se presentó como un niño perdido en Sutton, en casa de sir Elffin el Bueno. El mago interrogó hábilmente al caballero, poniendo a prueba su modestia y generosidad. Satisfecho al ver que, pese a las riquezas, el caballero que le ayudó a obtener Excalibur seguía ahí, se reveló como quien era y le dio un mensaje para Uther.

Allá fueron sir Elffin, sir Arcavius y sir Aeron, la Hermandad de la Daga de Plata, a Calleva Atrebatum, la ciudad de los atrebates, donde estaba la corte del rey Uther. Se encontraron con que la reina era quien dominaba la corte, y sus secretarios y guardias ofrecían un eficaz contrafuego contra cualquier intento de ver al rey, incluso para sus validos y hombres de confianza.

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Pendragón — La Hermandad de la Daga de Plata

La Hermandad de la Daga de Plata se formó tras la batalla de Lincoln y la captura del rey Octa por sir Arcavius, sir Elffin y sir Aeron. Toma su nombre de la daga de plata que lady Illia, la triste aventura que costó la vida a sir Hywel, el abanderado de West Lavington y estuvo a punto de ser también el final de sir Arcavius. Aquella aventura y la posterior batalla de Lindsey hicieron inseparables a los tres caballeros. Sir Arcavius y sir Elffin se habían criado juntos en Sarum, junto con el fallecido sir Sila, y habían vivido ya varias aventuras, pero los lazos formados a partir de estas dos aventuras van más allá del simple compañerismo. La Hermandad jugaría un papel fundamental en el futuro de Britania.

Sus miembros llevan un anillo de plata con el símbolo de una daga.

Los caballeros jugadores en 495

Sir Arcavius del Hacha Coronada, abanderado de Winterslow, es el primogénito de un caballero de Hampshire vasallo de Salisbury. Es caballero abanderado de Winterslow, un feudo situado entre Sarum y la abadía de Amesbury, por su boda con lady Adwen. Es conocido por su valor, arrojo y suerte en combate, así como su recto carácter… aunque su nuevo rango y responsabilidades lo han ido agriando. Es el caballero con más Gloria del condado. Su blasón representa el hacha de batalla del rey Octa, capturada en la batalla de Lincoln y cedida por sir Aeron y sir Elffin con la esperanza de que sirviera para conseguir la anhelada mano de lady Adwen.

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Pendragón — Salisbury I

Sir Robert no tenía donde caerse muerto. Es algo que les pasa a los hijos de los nobles, a partir de cierto número. Como él, otro muchos hijos segundones de familia más o menos pudientes, nobles y plebeyos, britanos de Bretaña, descendientes del ejército de Macsen Wledig o huidos de la presión sajona; galos, que huían de la presión franca; occitanos, hartos de visigodos, ostrogodos y godos a secas; armoricanos, que huían de la presión britana, de la franca y de las razzias sajonas; buscadores de fortuna; vengadores que querían recuperar sus tierras, o las de sus padres, o las de sus abuelos… Así hasta diez mil hombres que acudieron a la llamada de los hermanos Aurelio y Uther. Hijos del querido y primer Alto Rey de Britania, Constantin. Hermanos de Constans el Breve, al que algunos llaman el Pardillo, aquél a quien Vortigern convenció para que saliera del monasterio y tomara la corona de su padre. Tres años duró hasta que sus guardaespaldas pictos se lo pasaron por la piedra. Algunos dicen que fue el propio Vortigern el instigador; otros, que ciertas costumbres monacales no tuvieron buen predicamento entre los pictos. Sea como fuera, a Vortigern no supuso problema que muriese su rey títere: gracias a una violenta y cruel expedición de castigo más allá del Muro consiguió que lo coronaran.

Poco duró la fortuna del nuevo rey. Mejor le iba de consejero, de terror invisible. Ahora, como tirano bien visible, los señores vasallos, pasado el efecto de la muerte de Constans, le daban la espalda. Orgullosos y poderosos señores belgas, atrebates, cantiacii, parisii, icenii, trinovantes, regneses… Todas las tribus del sureste y algunas del centro. Incluso al lado de casa, los dumnonios le discutían la supremacía. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: los pictos devolvieron la visita y se colaron hasta la cocina, hasta las puertas de Glevum (Gloucester). Vortigern acudió a la única ayuda que tenía disponible, los sajones. Tropas mercenarias bajo el mando de los hermanos Hengest y Horsa. Les dio Thanet, en la punta este de Kent, la puerta de atrás de los soberbios señores del sureste, y se casó con Rowena, la hija de Hengest, a cambio de ayuda contra sus enemigos.

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