Los Tejedores del Destino era una sociedad secreta de nephilim que, de la mano de Dios, se formó tras la Guerra contra Caos para vigilar las Cinco Puertas de su prisión. Son los únicos nephilim que saben que son ángeles exiliados. Se han movido siempre en la sombra, sin hacerse notar, estableciendo puestos de vigilancia, camuflados como templos o monasterios, cerca de las Puertas y evitando el contacto con el resto de los nephilim y, por supuesto, con los humanos. Aun así, y dado que los días pasan lentamente cuando lo único por hacer es vigilar una puerta cerrada, pronto comenzaron a acumular conocimientos, llegando a juntar en el Telar posiblemente la mayor biblioteca ocultista. En solitario o por parejas, algunos tejedores recorrían el mundo buscando artefactos y conocimiento sobre Caos y trayendo, además, libros de los más afamados ocultistas y magos.
Según las épocas los tejedores se hicieron adorar por los humanos como dioses, o como sacerdotes o monjes en sus templos milagrosos y oráculos, teniendo siempre comunidades humanas, más o menos aisladas, cerca de sus centros. Además, alcanzaron gran maestría en el arte del tejido: vestidos, tapices, etc. Hechos según técnicas que sólo ellos conoces, ayudados por conjuros especiales. Con estos tejidos compraban lo que necesitaban a los humanos, llegando algunos vestidos o tapices a los palacios de grandes reyes de la antigüedad.
Sin embargo, ocurrió que uno de los diez heraldos de Caos no fue aprisionado al final de la Guerra, sino que en el caos de la lucha consiguió escapar. Tardó siglos en recuperarse de las graves heridas sufridas, encontrándose solo y sin saber la suerte corrida por Caos. Poco a poco consiguió averiguar la historia y buscó a los tejedores como único camino para encontrar las Cinco Puertas. Tras siglos de búsqueda, hace unos trescientos años encontró el Telar, reunió a una fuerza de efectos-Dragón y atacó por sorpresa, eliminando a todos los tejedores. Sin embargo, éstos consiguieron resistir lo suficiente, dando tiempo a los bibliotecarios a destruir la Gran Biblioteca. Así, el heraldo de Caos no pudo averiguar dónde están las otras puertas ni cómo reconocer a los paladines, ni siquiera que éstos aparecerán de nuevo con la vuelta de Caos. Enfadado, lanzó sobre el sitio una gran maldición: ningún tejedor que volviese al Telar saldría de él vivo. Así, los tejedores que vigilaban las Puertas y que, al no tener noticias del Telar, volvieron al hogar, quedaron aprisionados en cristales mágicos, murieron y la Orden de los Tejedores se extinguió.
El Emperador es uno de los Arcanos Mayores más poderosos, lo que no es de extrañar ya que, desde sus orígenes, ha buscado el poder. Dominar el mundo humano con herramientas humanas: economía, política… Los miembros del Emperador esperan que, al dominar el mundo, las sociedades secretas humanas desaparezcan o queden subordinadas a ellos, y así poder tener una nueva Atlántida, un mundo donde los nephilim vivan en paz.
La anárquica y extrañamente funcional estructura del Carro sufre una serie de cambios desde el siglo IX, cambios que se originan sobre todo en las escuelas árabes y cuyo resultado más visible será la eclosión de las universidades europeas a partir del siglo XII. La estructura interna se jerarquiza, apareciendo diversos grados de iniciación. Los antes dispersos adeptos del Arcano se agrupan ahora, formando escuelas con maestros, alumnos, planes de estudio… Utilizan las escuelas islámicas y judías y las universidades como tapadera. Además, la red de refugios sigue funcionando igual de bien, y es tan anárquica como siempre: un «oye, voy a abrir una sede en mi pueblo» es lo único que se necesita.
Recordemos que la Torre quiere que los humanos olviden a los nephilim. Para eso busca todos los objetos místicos y mágicos, todo el conocimiento oculto que puedan estar en manos de los humanos y por eso lucha contra las sociedades secretas. Es una lucha sin tregua y sin visos de terminar y son muchos los que dudan de que pueda acabar en victoria.